Capítulo 36

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Maestro Pov.

Al momento de que Kohaku salió yo me quedé con ella entre mis brazos acariciando su cabello para tranquilizarla. Las cosas comenzaron a levantarse unos cuantos centímetros, comenzaba a preocuparme, su tristeza era tanta que no podía controlar su poder. Su llanto era ensordecedor mostrando por medio de la voz todo su dolor, todos esos años soportando dolor, un alma que a pesar de las heridas sigue andando como si nada.
¿Tanto le dolió el no saber nada? ¿Esas intriga tan enorme? ¿Su aprecio es tan fuerte? ¡Maldición!... ¡¿Por qué no solo... regresé?!
Retiré mi máscara dejando caer aquel rostro de demonio que mantuvo oculta mi identidad.

—Ya estoy aquí, no llores más, ¡ya estoy aquí! —tomé su rostro para que mirara mi cara que extrañó por años ver cada que llegaba a casa o cuando me iba por varios días por órdenes del general ya que era militar en ese entonces.
Las cosas cayeron después de flotar en el aire hasta que volvió a reaccionar, el llanto se detuvo. —Soy yo, ya estoy en casa, perdóname —acariciaba su rostro, ella era una niña cuando me fui y ahora que regreso y la vuelvo a ver ya es una joven mujer de casi 19 años.
Ella me abrazó con fuerza, puedo jurar que casi no podía respirar, comenzó a llorar de nuevo. La abrasé igual de fuerte.

—Estaba comenzando mis teorías para saber donde estabas —dijo con la voz entrecortada. —Mi mejor amigo me contó un poco de lo que había pasado, y... me entregó tu collar con la placa que utilizabas cuando eras militar —sorbió su nariz separándose de mí para mostrarme el collar que ahora estaba en su cuello. —Junto al anillo con el nombre de mamá.

—Genial, te extrañé —di un beso en su frente volviendo a abrazarla.

—¿Maestro quiere que... ah, lo siento, los dejaré solos —Kohaku había abierto un poco la puerta que luego cerró.

—Ah, Kohaku, ven —le hablé, él chico entró de nuevo. —Siéntate junto a Kohaku —limpié las lágrimas de mi hija con mis dedos antes de que tomara asiento. Una vez ya en sus lugares les terminé de servir el té que ya estaba un poco menos caliente.
—Kohaku, este es mi rostro, como podrás ver, y la señorita junto a ti es mi hija —hablé tranquilo.

—Estoy... en shook —su respiración era muy corta. Yo ya sabía porque estaba así, el que tú discípulo tenga sentimientos hacia tu hija y saber que él confesó sus sentimientos al padre de dicha hija es sorprendente.

—Tranquilo —le sonreí.

—Papá, una duda —dijo ella. Yo volteé a verla. —¿De casualidad tú no eras un señor de barbas largas que me habló en una papelería un día en la tarde? —preguntó.

—Noup, si voy a ir a comprar algo siempre es cuando el cielo se oscurece, y aunque me dejé crecer el cabello hasta los hombros, yo continué recortando mi bigote y barba, nunca la dejé crecer —antes mi aspecto era tener la cabeza rapada por mi deber, y mi bigote de candado, ahora que dejé mi cabello crecer siempre lo ato en una coleta o en un moño/chongo.

—Que raro... porque me dijo cosas referentes a ti como si él fuera tu —dijo moviendo los ojos en diferentes direcciones intentando relacionarnos.

—Creo que era un loco a quien le conté mis problemas una vez que fui a un bar cuando recién escapé —dije dándole un sorbo a mi té que sostenía entre mis manos.

—¿De dónde escapó? —preguntó el menor.

—Antes yo era un soldado militar y desde que era joven descubrí que poseía poderes, le enseñé a ___ quien también tenía poderes, y pues me uní al servicio militar porque podía de ser de mucha ayuda, pero descubrí que los científicos que trabajaban con nosotros experimentaban con soldados que se prestaban a dicho experimento secreto, trataba de dar fuerza, algo muy de cómics de súper héroes; tenía un amigo a quien le conté de mis habilidades, Athan, mi buen amigo, me pregunto dónde estará —su rostro entró en mi mente, sonreí.

ATRACTIVA | Genos x T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora