Capítulo II: Ídolo.

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Había despegado su avión desde las 2 de la tarde el día anterior desde Los Ángeles California, y había llegado apenas el día de hoy al aeropuerto de Haneda en Tokyo.

Sería la 1 de la mañana en L.A., pero eran aproximadamente las 6 de la tarde en Japón,  y aún faltaba realizar alguno que otro papeleo para completar su registro.

Pero primero, fue a donde se encontraba una pequeña multitud donde seguramente estaba la banda transportadora donde se recogían las maletas. Solo esperaba que su equipaje no tuviera ningún problema con regresar a sus manos, estaba lo suficientemente cansado por haber estado 12 horas sentado en el asiento del avión, solo quería que todo lo demás se realizará tan rápido como para poder solo llegar a su antiguo departamento y descansar. Si es que aún seguía siendo propiedad de su familia, y los dueños del edificio no hayan querido venderlo. A pesar de que sus padres ya habían comprado el departamento desde que tenía pañales para evitar tener que pagar rentas que posiblemente con el pasar de los años, se volverían más y más costosas.

Recordaba que el matrimonio que era encargado del edificio, eran personas amables, o bueno, era lo que siempre le decía Inko Midoriya, su madre. Quien mantenía una fuerte confianza sobre todas las personas, alegando que toda la gente era buena, porque habían nacido con un corazón, y: "el corazón nos hace hacer cosas que jamás nos hubieramos imaginado". Era lo que siempre la señora Midoriya le trataba de inculcar a su hijo.

¿Que si lo logró? Por supuesto. Izuku a ojos de todos era un pan de Dios, al parecer toda la familia Midoriya lo era. Pero desafortunadamente, y a pesar de que él niño dulce que fue criado con tanto cuidado para que así, él tratara de la misma forma a sus semejantes; crecería en un entorno que le enseñaría, que su madre y él joven peli verde, habían estado viviendo en una completa mentira.

Izuku se la pasó durmiendo todo el viaje, y tal vez, hubiera sido mucho mejor no haberse tomado esa "pequeña siesta". Pues más que descanso, se la pasó teniendo una serie de "innecesarios" recuerdos de cuando era niño y vivía en Musutafu, o cuando iba ocasionalmente al parque cerca de su departamento y lograba jugar con algunos niños siendo que él, antes era muy llorón y ocasionalmente nadie quería jugar con un niño así.

También, tuvo un recuerdo muy vago de su etapa en la que asistió al Kinder Garden, aunque por más que quiso recordar esa época en la que era tan inocente, que todo lo que veía a su alrededor lo llenaba de admiración, detestaba lo fácil que se le habían olvidado los rostros de algunos de sus compañeros, o del pequeño niño que en ese entonces, él consideraba su "único amigo".

Al final de sus repentino "sueño", recordó porque estaba de regreso a Tokyo. Y cuando despertó, su cuerpo y su mente se sentían tan pesados. La responsabilidad con la que ahora cargaba y cargaría más adelante, se le repetía como si de un martillo clavando un clavo se tratará. Sentía un golpeteo en su cabeza que le provocaba un ligero dolor de cabeza, de esos que generalmente le daban desde hace unos meses para acá. En ese momento, deseo tener en sus manos aquellas pastillas para su migraña.

Si bien, en otra ocasión, le hubiera encantado regresar a Japón, en las circunstancias en las que estaba, sólo le provocaba un mal sabor de boca.

Por un lado le causaba nostalgia buena, ver una vez más las calles, el parque, e incluso a las personas con los que soñaba esas noches en las que se sentía un poco solo, y posiblemente solo entonces, se permitiría recordar todo. No sólo ver parte de sus cuerpos y sus rostros cubiertos de una neblina blanca. Quería despejar todo lo su mente estaba bloqueando inconscientemente. Pero por otro lado, le causaba terror volver y que nadie lo recordará, o no sentirse en casa. Y, siendo sinceros, esa situación estaba más propensa a suceder. Además, su tutor había conseguido que estudiará en una de las escuelas más prestigiosas de todo Japón: UA.

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