Capítulo IV: De regreso al Olimpo.

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Había pasado la última semana de vacaciones. Todo el alumnado de la grandiosa escuela, se preparó en ese tiempo para volver a sus responsabilidades; alistando material más que nada, y uniformes para los de nuevo ingreso.

A muchos les agradaba volver, pues en caso de la nueva generación, se encontraban exasperados por haber entrado a UA, que no podían esperar más a pararse, caminar y conocer la academia. Querían ver con sus propios ojos los tantos rumores que se escuchaban en las calles.

Si los gimnasios, auditorios y salas de conferencia, eran tan hermosos e imponentes como decían. Si la competencia era tan marcada como se observaba en cada festival deportivo, artístico y en concursos regionales, nacionales, y por supuesto, conocer a los grandes genios que llegaban hasta los internacionales.

Si por los pasillos, unos anchos, otros estrechos, podías caminar a lado de tus más significativas amistades. Si aquéllos corredores resguardaban por los años alguna charla o regaño de algún profesor. Si eran testigos de la culminación de un amor correspondido, o eran los más grandes consoladores de un corazón roto. O inclusive, si los pasillos y salones de UA podían ser observadores silenciosos de un afecto secreto.

Aquellos estudiantes de nuevo ingreso, no dudaban que la academia resguardada momentos de juventud de las grandes leyendas. Eran personajes excepcionales, pero también habían experimentado todo lo que un adolescente normal, goza y sufre en esa etapa. Por ello, no cabían de la emoción.

Los de primero eran polluelos recién salidos de su cascarón que eran guiados por los profesores para explorar las mejores características y atributos que cada uno poseía y explotarlo al máximo.

Los de segundo podrían compararse con pequeños cachorros, que si bien ya tenían conocimientos previos de sus habilidades, ahora tenían que aprender a controlarlas, saber usarlas en momentos cruciales, aprender por sí mismos sobre cada aspecto, porque en UA se preparaba para todo tipo de profesión, desde el mejor empresario, deportista, artista, bailarín, hasta el más excepcional agente de policía o detective. Debían empezar a destacar individualmente.

Los de tercero se suponía que ya tenían claro sus objetivos y metas. Lo que harían ahora era disfrutar de su posición que habían obtenido con las notas de los años anteriores. Pero aún así, tenían que trabajar en mantenerse en ese puesto y relacionarse con las personas correctas para llevar su vida escalones más arriba.

Y debido a lo conocido que ya se era cuando se pasaba a tercer año, por todas las pruebas a las que se habían sometido y lo poderosos que eran estos fenómenos, usualmente se les daban "privilegios". Por ello, a los de tercero se les proclamaba "Reyes de UA". Se enfrentaban a batallas más duras que solo ellos mismos podían librar.

Por supuesto, hay una diferencia muy grande entre ser un "Rey" y ser parte del "Top 5" de UA.

En cada generación existía algo que la marcaba y distinguía de las demás, sin embargo, se sabía a voces que la incubación a la que pertenecía nuestro característico rubio ceniza, había marcado la historia de la mismísima escuela.

Existían bastantes mentes, cuerpos y almas increíblemente asombrosas que era imposible para el mundo, no voltear a ver y admirar a esos jóvenes talentosos.

Esta generación tuvo un mayor número de personas que tenían una gran competividad, entre clases y entre ellos mismos. Lo que había hecho que mes tras mes, la escuela tuviera que patrocinar viajes no sólo locales, si no también nacionales, superando cada vez más el número de batallas en las que se envolvieron éstos muchachos.

Los alumnos se habían hecho conocidos y reconocidos, en distintos lugares. Sobre todo, las personas del famoso y legendario 1"A". Se mentiría si no se dijera que los nuevos mataban por contar con buena suerte y haber quedado en esa clase.

WE ARE LEGENDS, WE ARE DIAMONDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora