Capítulo XXX: Visitante.

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Antes de que comenzará a anochecer mucho más, Katsuki espero a que Denki se tranquilizara para poder pasar a su casa.

Esa noche Kaminari se quedaría en casa de su amigo, ya que no estaba en condiciones de volver a la suya solo. 

—¿Seguro que no quieres que se quede en mi casa?— pregunto Izuku cerca del umbral de la puerta. 

—No es necesario— Katsuki cerro la puerta detrás de él para poder despedirse. Denki ya estaba en el cuarto de su amigo esperándolo —no me molesta. Además, me siento algo responsable por esto— dijo refiriendose cuando concluyeron en frente de Kaminari que Kirishima gustaba también de Ashido. 

—No es tu culpa— puso su mano en su hombro para darle un apretón. 

—Será difícil manejar esto sin ti— Katsuki acepto que no era muy bueno dando consejos amorosos —pero conozco bien a esos dos, así que, si puedo hacer algo, trataré de hacerlo— 

—Que estés aceptando que soy más bueno que tú en algo... creo que si te afecto ver a Kaminari de esa forma— intento bromear, pero Izuku también se sintió muy conmovido al ver a su pequeño amigo llorar —pero entiendo. Si necesitan algo... solo llamame— 

Katsuki asintió en respuesta. 

Luego, vaciló un poco en como dar por terminar ese día con Izuku. 

¿Debería acercarse y chocar manos? 

¿O solo debería sacudir su mano en despedida? 

Optó por lo mismo de siempre. Es decir, llevar su mano hasta la parte lateral de la cabeza de Izuku y remover sus rizos con una leve caricia. 

El peliverde por su parte, comenzó a reirse por lo tierno que le parecía el rubio y disfrutaba de eso.

—¿Tan difícil es hacer esto?— Izuku lo jalo del brazo para que quedaran completamente pegados y así pudiera envolverlo en un particular abrazo. Un brazo del pecoso estaba sobre el hombro del contrario, y el otro sosteniendo su espalda baja, sorprendiendo a Katsuki nuevamente —gracias por el día de hoy. De verdad, me la pase increíble— le dijo hablándole al oído. 

Se quedo unos cuantos segundos así, hasta que el pudor y su raciocinio se esfumó gracias al tenue olor del cuello de Katsuki. 

Casi inconscientemente Izuku llevo sus labios al lóbulo de la oreja de Katsuki, los planto ahí para darle un pequeño y atractivo beso. 

Katsuki se congelo y sintió escalofríos al sentir los labios de Izuku tan cerca. 

"Creo que eso es suficiente, porque si no me detengo ahora, siento que no podría parar nunca", pensó Midoriya alejándose con cuidado. 

Tampoco quería asustar a Bakugou, aunque eso parecía imposible, ni mucho menos disgustarle.

Dio unos pasos más lejos de Katsuki, quien seguía sin poder moverse. Solo viendo como se marchaba el otro. 

—En un futuro, dejame invitarte— volteo Izuku una última vez antes de desaparecer de su jardín y dirigirse hasta su departamento —nos vemos, Katsuki— se despidió con una sonrisa. 

Por ahora, no tenía un apodo para el rubio, pero creía que usar su nombre le parecía adecuado. 

"Es un bonito nombre como para no lo llamen por este", recordó cuantos de los estudiantes o sus amigos lo llamaban así. 

WE ARE LEGENDS, WE ARE DIAMONDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora