Capítulo XX: Principio de un riesgo.

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Izuku trató de no hacer mucho ruido. Se había puesto sus ropas más oscuras que tenía en su closet.

O bueno, mejor dicho, un conjunto que usaba cuando estaba envuelto en el tipo de cosas que le esperaban en Meguro.

Se había colocado la misma mascarilla negra en la parte inferior de su rostro, la misma sudadera color verde oscuro que tenía el tamaño de gorro perfecto para cubrir su rostro de los laterales.

Los mismos tenis, ligeros y cómodos, que le permitían correr a la velocidad que quisiera...

En fin, Izuku iba bien equipado con rumbo al peligro.

Había logrado salir de los dormitorios sin ningún problema.

Desde la visita de All might, cuando llevo a Bakugou a hablar con él, Midoriya había estado checando si eran existentes cámaras de seguridad por delante y por detrás del gran edificio, incluso en lugares sociales, como la estancia y comedor.

Y le fue grato darse cuenta que en el dormitorio, no habían camaras que pudieran delatar su salida nocturna. A menos que se tratarán de camaras ocultas, aquellos pequeñisimos aparatos tipo sensor.

Pero lo dudaba. De otra forma, Aizawa-sensei  ya les hubiera llamado la atención a Bakugou y a él, por salir tarde aquella noche.

Y sobre todo, el chico explosivo se hubiera negado rotundamente a salir, si es que sabía de la validez de su hipótesis respecto a las cámaras.

Tenía los fundamentos y pruebas suficientes para saber que no habría consecuencia.

Y con el peso de encima que se sacaba al saber que nadie podía enterase, ya iba tranquilo en el metro de la gran ciudad.

Había poca gente, como era de esperarse.

Eran apenas las 11 p.m., y aquel sujeto con el que se había puesto en contacto varias veces y con el que ahora formaba una especie de alianza, por objetivos comunes, lo esperaría en la misma pequeña cafetería a las 11:30 p.m.

Izuku iba escuchando música, respirando profundamente para relajar sus músculos.

No es que tuviera miedo.

Había estado en diferentes escenarios para estar acostumbrado a la oscuridad que producían las calles, y muchas veces,  las personas también.

Pero lo que si le seguía preocupando, era en toda la carga de deberes tanto escolares como personales que tenía ahora.

"¿De verdad fue lo correcto aceptar la hospitalidad de All might y venir a Japón con él?", pensaba Izuku.

Por supuesto, el fanatismo del chico peliverde por el Símbolo de la Paz seguía impune. Recuerda adorarlo con suma admiración desde que era niño. Pero después hubo una etapa en la que ni siquiera recordaba su sombra, y tal vez por eso, su persona decayó y se cubrió con un manto de tinieblas.

Cuando All might volvió aparecer en su vida, sintió como una nueva puerta se le habría en su vida, a pesar de todas las cosas malas y los errores que había cometido, la presencia de Yagi le decía que todavía valía la pena.

Desesperación.

Eso era. Izuku en ese momento se mantenía fingiendo resignarse a su realidad cruda y dolorosa. Pero muy dentro de él, buscaba desesperadamente algo de lo que tirar y escalar nuevamente a la superficie.

La caída infinita en la que se encontraba dentro de un abismo infinito, fue iluminado por un haz de luz que fue abierto por un pequeño hilo al que se aferró.

Y ahí se encontraba. Tal vez un poco más vivo que antes.

No podía decir que estaba completamente bien. Porque mírenlo ahora, seguía metido en asuntos que implicaban un secreto personal que ha estado arrastrando desde los 8 años de edad.

WE ARE LEGENDS, WE ARE DIAMONDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora