Katsuki solía ir los fines de semana a casa, así que el día de ayer, después de salir de la bodega con sus sentimientos confundidos; aún sin ser consciente de lo que pasaba con él, era una respuesta tan simple como que, se había conmovido; se retiró de los dormitorios ya cambiado en un atuendo más casual, el uniforme escolar en una maleta para lavarlo y algunos de sus útiles escolares.
Cuando llegó a su hogar, fue recibido por un exquisito platillo caliente que había preparado su madre, pues a pesar de llegar cansada de su jornada laboral, Mitsuki siempre trataba de que Katsuki tuviera comida caliente los fines de semana, y el señor Bakugou trataba de llegar a la misma hora que su hijo, para pasar su cena en familia, puesto que eran los días que podían ver por más tiempo al pequeño de los Bakugou.
No sabían cuánto tiempo más lo podrían ver así de seguido, y aprovechaban cada segundo para pasarlo con él.
Después de cenar, debido a lo pesada que sentía su mente a causa de innecesarios pensamientos, hizo un poco de ejercicio para agotarse físicamente y pudiera echarse a dormir con la mente en blanco.
La mañana se sentía fresca, a pesar de ser Otoño en Japón, los días aún eran algo calurosos, bastantes refrescantes y muy placenteros.
El plan de Katsuki para su fin de semana, era el mismo de siempre: desayunar, hacer sus deberes, salir a correr un rato por el parque, regresar y ducharse, y usar el tiempo libre para adelantar algunas cosas.
Toda la familia Bakugou ya estaba sentada en la mesa de su comedor dispuestos a degustar la primera comida del día.
—Itadakimasu— dijeron los tres al unisono.
Lo único que se escuchaba, eran los sonidos de los cubiertos contra los platos de cerámica, y una que otra palabra de halago de Masaru a Mitsuki por la comida tan deliciosa.
Sus padres ya se estaban acostumbrando a lo callado que se había vuelto su hijo, no podían negar que era extraño y a veces incómodo, que Katsuki fuera así; sin expresiones, sin quejas.
Por supuesto, se sentían orgullosos y felices al ver a Katsuki alcanzando sus metas día con día, pero a veces, ellos se sentían desanimados al ver que él adolescente enfrenté de ellos ya no parecía ser su hijo, y no sabían cómo tocar el tema, o en primer lugar, si era realmente un tema que debía tratarse.
—¿C-como ha ido la escuela Katsuki? Seguro genial, después de que te declararán el Número uno— Masaru intentaba cada vez más, dejar a un lado su tímida y sumisa personalidad, para poder comunicarse con su hijo.
Mitsuki en cambio, estaba atenta a refutar en caso de que Katsuki le faltará al respeto a su padre.
El rubio apretó ligeramente el cubierto en su mano, respiro profundamente para no perder los estribos. Seguido de eso, levantó su cabeza para mirar los ojos de sus progenitores.
—No fue así—
—¿Que dices?— esta vez habló Mitsuki con el mismo tono en calma que su hijo, y Masaru interpretó la situación como si estuviera en una extraña pesadilla.
—Que la U.A. implementó una nueva regla. En resumen, que al finalizar este año se iban a coronar a los grandes, que por cierto, también se ha reducido el espacio a tres—
Hablo rápidamente Katsuki para hacer notar indiferencia total.
—Tambien llegó un extranjero— agrego a su breve explicación —que al parecer, es demasiado competente, e insisten en comparar sus habilidades con las mías—
—Y-ya veo— Masaru miro a su esposa en busca de ayuda para agregar las palabras correctas, pero al verla tan seria y concentrada en el adolescente, supo que se las debía arreglar solo.
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WE ARE LEGENDS, WE ARE DIAMONDS
Teen FictionKatsuki Bakugou era un ser invicto ante todo lo que hacía; deportes, actividades artísticas, y su vida familiar tampoco se encontraba tan mal. También, era popular entre chicas y chicos, lo que resultaría extraño debido al explosivo temperamento con...