Katsuki Bakugou era un ser invicto ante todo lo que hacía; deportes, actividades artísticas, y su vida familiar tampoco se encontraba tan mal. También, era popular entre chicas y chicos, lo que resultaría extraño debido al explosivo temperamento con...
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Izuku sabía que algo había ocurrido el día anterior, sin embargo, a quien podía preguntarle cuando todos huían o evitaban encontrarse con sus ojos cuando él intentaba hablarles.
Cómo si fuera una maldita peste o un virus andante que con tan solo respirar el mismo aire que él, tuvieran miedo a que sus cuerpos se convirtieran en putrefacción.
Sentía tanta molestia dentro de él, y un llegué de tristeza también se hacía presente en su pecho. Se había esforzado mucho para obtener la compañía que necesitaba, y la admiración, valoración y respeto con el que había sido tratado, ni siquiera existía ya. Izuku quisiera poder decir que a cambio, se le estaba tratando con desprecio, como antes, pero ni eso. Ahora de verdad parecía ser invisible.
Por supuesto, los profesores estaban lejos de enterarse. Al menos por ellos seguía siendo tomado en cuenta y su rendimiento escolar no se había modificado.
Ok, su situación no estaba tan mal. No tenía porque sentirse abatido cuando su objetivo era ser el mejor al finalizar el año. No había venido a hacer amigos e Izuku hasta el punto en el que se había acercado a varios de sus compañeros, no los consideraba como tal. Y suponía que en realidad, muchos de ahí no lo eran. Considerando que llevaban tantos años de conocerse y la mayoría aún seguía llamándose por su apellido. Y por lo que recordaba de Japón, solo llamabas por su apellido a personas que eran conocidos tuyos pero con las que no tenías ninguna afinidad.
Llegó a pensar entonces, que su competencia era tal, que era mejor para cada uno marcar ese límite y no hubiera espacio en su consciencia de arrepentimiento, culpabilidad y lastima cuando les tocaba enfrentarse cara a cara.
Tal vez, por esa misma razón habían dejado de acercarse a él.
Finalmente habían reconsiderado su comportamiento y llegaron a la conclusión de que debían separarse para que pudieran cumplir con su papel, y que a pesar de lo bien que se estaban llevando, Izuku seguía siendo el intruso.
Si eso estaba sucediendo, podría comprenderlo.
Podía engañarse con esa sencilla suposición y dejar de enojarse por cosas infantiles.
Pero su lado detestable, odiaba no tener atención y odiaba que con la gente que poco a poco iba acumulando a su alrededor, no pudiera seguir mostrándose amigable y poderoso ante Bakugou, haciéndole saber que si podía ser mejor que él. Puesto que era la persona a la que más le gustaría ver tragarse sus palabras.
Fue la primera en juzgarlo, en rechazarlo y suponer cosas desagradables de él. Entonces, debía ser el primero en hacerlo arrepentirse lentamente, mientras lo observaba desde su nueva grandeza.
