XLIX

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   El Santo no tiene el corazón constante. Hace su corazón del corazón del pueblo (diciendo): "Trato con bondad al hombre bueno, y al que no es bueno también lo trato con bondad; de esta forma obtengo bondad. Trato con lealtad al hombre leal, y trato también con lealtad a aquél que le falta la lealtad; de esta forma obtengo lealtad."
   El Santo se comporta, en el imperio, de tal forma que, sin establecer diferencias, hace a su propio corazón imparcial en relación con el imperio. El pueblo dirige hacia él ojos y oídos y él lo trata como a un niño de pecho.

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   "El Santo no tiene el corazón constante": no tiene prejuicios. El Santo es moralmente indiferente. Él atribuye la misma importancia al bien y al mal y se comporta de la misma manera con todos los hombres, sean buenos o malos.
   Al pueblo, que depende completamente del Santo, lo mantiene el sabio soberano en un estado de ignorancia, como niño de pecho.

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