XVI

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   Alcanza el vacío extremo y conserva una rigurosa quietud.
   Alcanzando un vacío extremo y conservando una rigurosa quietud, mientras los diez mil seres, juntos, se debaten activamente, yo contemplo su retorno (a la nada).
   Efectivamente, los seres florecen y (luego) cada uno retorna a su raíz. Retornar a su raíz se llama quietud; esto quiere decir acabar su función. Acabar su función es una ley constante. Quien conoce esta ley constante se llama clarividente. Quien no conoce esta ley constante actúa como un tonto y atrae sobre sí la desgracia. Quien conoce esta ley constante es tolerante; al ser tolerante, no tiene prejuicios; al no tener prejuicios, es comprensivo, al ser comprensivo, es grande; al ser grande, es (idéntico a) el Camino; al ser (idéntico a) el Camino, dura largo tiempo; y hasta el final de su vida no está en peligro.

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   Los seres florecen y se marchitan: esto se entiende sólo cuando nos "vaciamos" de nuestro yo y nos tranquilizamos. Todos los seres vuelven a la raíz de la que han brotado. Él "acaba la función de su vida", como el funcionario cede su puesto una vez cumplida su misión. Quien no entiende esta ley constante de crecimiento y de declive busca con fuerza mantener las cosas en el mismo estado, y así se opone al desarrollo natural: su conducta es débil y atrae la desgracia. Pero quien la entiende soporta incluso la desgracia; no tiene prejuicios en favor de la estabilidad de esto o de aquello. Tal amplitud de espíritu le hace grande y le hace actuar conforme al Camino. Entonces él es inmune a todos los peligros con los que tendría que enfrentarse en caso de una acción prematura.

TAO TÊ CHINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora