CONVIENE QUE SUCEDA PORQUE TENÍA QUE SUCEDER

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En los tres siglos que preceden a la unificación del imperio chino, en el año 221 a. C., se consolidan cuatro corrientes filosóficas.
Para los confucianos el cielo es la ley reguladora del orden universal, la cual determina el orden moral. El hombre sabio y virtuoso se mueve por la justicia y por la rectitud, mientras que el hombre vulgar se mueve por los intereses materiales. Las jerarquías sociales y familiares se deben respetar estrictamente, cada uno tiene que conservar su lugar; de aquí que la virtud confuciana de la piedad filial suponga una sumisión incondicional al padre, al soberano, al esposo, a los "mayores": es la ideología de la clase esclavista conservadora.
Los legistas pretenden transformar las estructuras sociales tradicionales; no admiten que el hombre esté sometido a la implacable voluntad celeste, como afirman los confucianos, sino que intentan implantar el imperio de la ley, una para todos, sin excepción: es el reflejo de los intereses de la nueva clase, en ascenso, de los terratenientes feudales.
Los moístas se encuentran en las capas de artesanos, labradores y pequeños comerciantes, y defienden que el gobierno debe estar en manos de los más capaces y de elevada virtud, con independencia de su origen social. Consideran al cielo como un dios personal, que rige los destinos del mundo, y cuya voluntad es que el hombre practique el amor universal y la justicia.
Los taoístas, a pesar de las múltiples escuelas con distintos matices, coinciden en un punto: su filosofía gira en torno al Tao, el Camino. Las más antiguas interpretaciones del Tao fueron de neto carácter materialista, pues el ying qi, con el que se identifica en un principio, se entiende como una materia sutil, de gran movilidad, y de ninguna forma como una realidad inmaterial. Esta explicación se parece mucho a la de la escuela del yin yang. Esta escuela, que se remonta a las más antiguas concepciones cosmológicas chinas, considera la existencia de dos clases de qi. Uno, ligero y puro, de naturaleza yang, que tiende hacia el cielo; y otro, pesado e impuro, de naturaleza yin, que tiende hacia la tierra. Los seres estarían, en definitiva, constituidos por la unión de ambos. Está claro que el Tao de Lao-tze sería posterior al qi. El Tao-tê-ching sería una evolución hacia el idealismo desde el pensamiento taoísta más antiguo, y representaría a la clase, en decadencia, de los pequeños propietarios de esclavos, de ahí que se considere su composición en torno al año 300 a. C., cuando se estaban desmoronando las estructuras esclavistas en China y se iban sustituyendo por las nuevas clases, propias del sistema feudal; por esto la ideología del Tao-tê-ching es pesimista y, sobre todo, pasiva en sus planteamientos. El "No-actuar" la inactividad sería de esta forma el nuevo recurso de una clase amenazada de muerte para frenar la implantación de la clase enemiga, que recurría al sistema "activo" de la promulgación de las leyes detalladas, con una validez universal para todos los miembros de la sociedad sin excepción alguna.
Los conceptos que aparecen en este libro sagrado son bastante distantes y distintos de las concepciones occidentales, de aquí merece la pena hacer una síntesis de aproximación a los tres conceptos fundamentales que aparecen a lo largo de estas apretadas sentencias: el Tao, o Camino, el , o Virtud, y el Wu wei, o No-actuar.
Tao, el Camino, es la idea dominante de toda la filosofía china, basada en la antigua concepción del mundo. Era considerado un axioma el hecho de que el hombre y el mundo formasen una unidad indisoluble y se influenciaran mutuamente. Todo tipo de nociones, para nosotros de orden completamente distinto, se asociaban, a veces en virtud de un parecido exterior de sonido, de número o de forma. Hay correlaciones constantes entre el cielo, la tierra y el hombre, los tres principales planos paralelos en los que se mueve el pensamiento. Así como el trabajo del hombre, en el momento adecuado, es tan necesario para que crezcan los campos como la fertilidad del terreno y la lluvia del cielo, también hay una estrecha correlación en todos los ámbitos de la vida. En la bóveda del cielo se mueven el sol, la luna y los planetas. Este movimiento es el Camino, Tao, del cielo. El Camino, Tao, de la tierra y el Camino, Tao, del hombre son correlativos. Cuando hay un obstáculo en un Camino también lo hay en los otros. Todos los fenómenos participan de determinadas categorías cuya relación de expresa por un simbolismo numérico, y, entre éstas, las principales son los cinco "elementos", las cinco "direcciones" (el "centro" cuenta como una dirección), las cinco estaciones (el "centro del año" se cuenta aparte), los cinco planetas, los cinco colores, los cinco gustos, las cinco noches, los cinco intestinos...
El camino, Tao, sería lo universal, La Virtud, , sería la particularización del Tao en cada uno de los seres concretos. El Camino es el todo, la Virtud es la parte, en el sentido de que todos los seres participan del Camino. La Virtud no puede existir como algo independiente de las cosas concretas. El Camino, universal, es el conjunto indiferenciado de todas sus virtudes; cada Virtud es la manifestación del Camino universal.
Ahora bien, las cualidades propias de cada cosa, la influencia que esta larga cadena irradia de eslabón en eslabón es lo que se llama , la Virtud la fuerza espiritual. La condición ideal en la que la Virtud, , de cada parte del todo pueda manifestarse completamente está en que en el Camino todo se desarrolle espontáneamente, sin obligar ni presionar a las partes de ese mecanismo. Es esencial que este desarrollo sea espontáneo. En el mundo natural todas las cosas de forman de un modo imperceptible. El hombre, y sobre todo el hombre por excelencia, el príncipe, a su vez tiene también que comportarse de esta forma, y así en el mundo humano todo se podrá desarrollar libre y espontáneamente. Si por el contrario, se comporta como un bastardo, si no se ajusta a la correcta conducta, se dará un resultado de fenómenos naturales anormales y los asuntos del mundo humano caerán en un gran desorden. Por este motivo, el príncipe tiene que controlarse férreamente en todas sus acciones. Más aún, él que no tiene que actuar, o sea, no debe hacer conscientemente nada que pueda transgredir la naturalezade las cosas. Esto es lo que se llama "no-actuar", la Inactividad.
En los Diálogos de Confucio, al referirse al mítico emperador Shun, se dice: "Shun gobierna Todo-bajo-el-cielo mediante el No-actuar. ¿Cómo lo hace? Asume una posición respetuosa, sentándose mirando al sur; eso es todo lo que hace." Mirando al sur, de donde vienen la luz y el calor, es la posición ideal del príncipe, que permite que la Virtud, , del cielo y de la tierra actúe libremente. De esta forma no hay peligro que pueda realizar acciones inadecuadas, que podrían impedir esta operación. Y así el No-actuar no es simplemente pasividad, sino una condición de la mayor potencialidad mágica. El No-actuar se identifica con el Camino. El Camino es una idea formal. Éste no es una Causa Primera, no es un Logos. No es nada más que el proceso de un cambio y crecimiento en sí mismos. El mundo no está concebido en términos estáticos sino dinámicos. Todo en el Camino es constantemente inconstante. Ser y No-ser, florecer y agostarse, vivir y morir se suceden uno a otro y se alternan constantemente. Sólo es constante el cambio, la alternancia. Todas las cosas están potencialmente presentes en este Camino y se desarrollan en su totalidad espontáneamente.
No existe, por tanto, ningún esfuerzo, ningún fin. El Camino es "constantemente inactivo, y sin embargo no hay nada que no se haga" (XXXVII). Por consiguiente, cualquier acción consciente en función de un fin es mala. Sólo hay un hecho cierto: todo lo que se expande y alcanza su propia plenitud a su vez perecerá. Por esto hay más potencialidad de vida y desarrollo en lo que aún es débil, vacío, vil que aquello que es fuerte, lleno, noble: "lo débil prevalece sobre lo fuerte y lo blando sobre lo duro" (LXXVIII). El Santo, o sea, aquél que más se identifica con el Camino, se queda inactivo, pasivo. Se comporta como un lactante. El lactante es el portador ideal de , fuerza vital, Virtud.
El objetivo del Santo taoísta es cultivar esta Tê, esta fuerza vital mágica. Por esto procura seguir el Camino y atiende a lo débil y a lo vil; se abstiene de todo esfuerzo orientado a conseguir un fin, aunque, en cierto sentido, se propone un fin. Su No-actuar se practica con intención consciente: opta por esta actitud, convencido de que el desarrollo "natural" de todas las cosas, que deriva de la misma, lo favorecerá. Sólo así puede parapetarse contra todos los peligros inherentes a la acciones a las acciones y llevar a feliz término su vida sin perecer prematuramente. Incluso puede convertirse en invulnerable. La virtud que deriva de Wu wei, o No-actuar, es una virtud puramente vitalista. Es totalmente amoral y sus seguidores de enfrentan violentamente contra lo que los demás consideran virtud. El taoísta se comporta como un loco inspirado, un archi-individualista, alejado del mundo y de sus actividades y que, místicamente, alcanza de forma directa la unidad con el Camino.

TAO TÊ CHINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora