Capítulo 22

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—Lo siento tanto, Jeremy —me disculpo por enésima vez

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—Lo siento tanto, Jeremy —me disculpo por enésima vez.

Hace una mueca.

—Hiciste lo correcto, ¿sí? No te arrepientas —me defiende, poniendo su mano sobre mi hombro. Toma firme su maleta con ropa y todo lo necesario.

—¿Estás asustada?

—Nerviosa, pero al menos sé de qué trata —responde sin poder evitar un escalofrío.

Nos encontramos en la ciudad, a las afueras de un centro de rehabilitación de drogas y alcohol. Había llegado el momento de admitir que no podía ayudarla y que tampoco permitiría que Eros se desgastara con algo tan complejo.

—No te preocupes por los Vinter, yo les cuidaré.

Incluso de sí mismos.

Se ríe.

—¡Dios, esto es tan cómico!

—Sí, es de lo más raro, pero estamos en Greenfield después de todo.

—Ay, Lee Lee, ¡pero si este es un pueblito de lo más regular! —contesta, volteándose hasta el auto.

No tienes idea, Jer.

—¿Estás listo? —pregunta Jer.

El señor Vinter sale del auto completamente avergonzado y con la cabeza gacha, seguido por sus dos hijos, Iner y Harold.

—Esto es de lo más humillante —alega mientras se ocupa de arreglarse por enésima vez el jockey negro de Oleksandr.

—Te hará bien, papá —insiste Oleksandr, poniendo una mano sobre su espalda—. Es el primer paso: intentarlo.

Su padre lo mira con una pena que me hace querer desviar la vista.

—Lo siento mucho, hijo.

Eros se mantiene distante e incómodo. Cuando le contamos lo que planeábamos hacer con Erik y Leo inicialmente se mostró desconcertado. Supongo que vivir bajo un mismo techo no hace que conozcas del todo a quienes te acompañan.

Lección aprendida.

—Estaré bien, Eros. Saldremos dentro de seis semanas y todo volverá a ser como antes —responde el señor Vinter mientras se echa al hombro uno de sus bolsos con ropa—. Harold...

—Lo sé, señor —le interrumpe su fiel mayordomo y amigo—. Básicamente estuve criando a estos niños así que no será problema alguno echarles un ojo. Incluso cuidaré de la señorita Becker. Ustedes no tienen de qué preocuparse.

¡Ja! ¿Cuidarme a mí?

—Prométeme que te cuidaras ahí dentro —le ruego a Jer.

—Lo prometo, Lee Lee.

Pasa un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja.

Los vemos marchar e ingresar a la rehabilitación, por mi parte sintiéndome como si la hubiera traicionado.

LA TENTACIÓN DE MILLARD ACADEMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora