HISTORIA TERMINADA
¿Has probado el sabor de un delito? Este sabe a adrenalina fresca y su sabor es capaz de petrificarte en tu lugar o capaz de liberarte finalmente.
Robo, asalto a mano armada, irrumpir en una propiedad, secuestro, tortura, asesina...
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Por un instante se me ocurrió considerar la alternativa: entregarlos, no matarlos. ¿Sería esa la respuesta normal y lógica? De seguro lo era porque si quedarse pasmados, aterrorizados, era la respuesta a tomar cartas en el asunto entonces entendía por qué la gente decidía confiar en las fuerzas de seguridad aun cuando el sistema judicial es corrupto.
¿Cómo describir el pasillo de luces? Con mis palabras, resulta que dentro de este peculiar pasillo funciona un mecanismo creado por Kaisser que acciona láseres que permiten cortar a una persona al tocarle, reproducido a partir de su modelo original en una película macabra de acción.
Admirable para la ficción, no tanto para la vida real.
—Yo... no sabía que se sentiría de esta forma luego de... —admite Kaisser, apenas logrando articular las palabras. Nadie tiene palabras de consuelo para ofrecer. De seguro ser fan del juego y la película te hace desear crear uno de estos, más aún cuando tienes las habilidades de alguien como él, pero utilizar el pasillo para desmembrar gente real... es algo muy sádico.
—¿A quién llamamos ahora? —pregunta Bri, tiritando de pies a cabeza con los ojos vidriosos.
Con las manos todavía apoyadas en la pared para sostenerme en pie les doy un repaso a mis amigos: todos igual de pálidos desde que Kaisser volvió a abrir las puertas y el aroma a carne quemada nos invadió las fosas nasales. Incluso Rubí pareció encogerse ante la creación de Kaisser, pero no dijo nada al respecto, solo se vio genuinamente interesada por los restos de la habitación.
—Millard —es lo único que soy capaz de decir, llamando la atención de la chica cuando se percata de que la observo.
Rubí asiente.
—Mi familia lo entenderá —concuerda, con más calma que cualquiera, mirando al pasillo con bastante curiosidad—. Uno no suele ver estas cosas todos los días.
La rapidez con la que la ayuda llegó me hizo creer que los Millard estaban esperando la llamada de Rubí, sin embargo, ninguno hizo comentarios al respecto.
Recuperada ya del disparo en el brazo gracias a una señora desconocida bajo el mando de Flynn Millard, caminé entre los escombros del hogar hasta encontrar un sillón disponible para quedarme a solas. La mayoría estaba dando su testimonio, o en el caso de Kaisser comunicándose con el seguro.
Aun cuando intentaba distraerme con el mensaje de Gila que había dejado en el bolsillo de mi pantalón, que ahora daba vuelta entre mis dedos, no podía sacarme de encima las imágenes de la pasada media hora.
Casi no me doy cuenta de los pies ligeros que se asoman por delante de mí y se acomodan en un asiento frente al mío.
—Una tarde encantadora, ¿no es así?
—Señor, con todo respeto, creo que usted y yo entendemos diferente el concepto de encantador.
Su risa es pasajera, pero me deja un escalofrío en la espalda.
