Capítulo 18

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—Es normal que te pregunten estas cosas

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—Es normal que te pregunten estas cosas.

—¿Tú crees?

—En una sala de interrogatorio en la comisaría, claro.

Recién había salido de Anatomía cuando Eros me encontró y alegó que quería compartir su sufrimiento conmigo. Entonces, aquí me encuentro, en la terraza de Millard Academy realizando una encuesta que según Eros es de lo más normal.

—«¿Cuánto alcohol has ingerido este mes?» —leo la pregunta en voz alta con burla evidente. Levanto mi lápiz para anotar la respuesta—. Tres botellas de Whisky, cinco vodkas y al menos veinte cervezas. Estoy tratando de controlarme.

Eros pone los ojos en blanco y sigue leyendo mi cuaderno.

—Tienes letra de doctor. Es idéntica a la de mi padre —comenta haciendo una mueca—. Eso significa que no leo una mierda.

Bajo los papeles de la encuesta con dramatismo.

—¿De dónde esperabas que sacara buena caligrafía? ¿Crees que en el mundo real a alguien le importa? —pregunto, sin esperar respuestas, y vuelvo a mirar la encuesta—. «¿Has mantenido relaciones sexuales durante este mes? Por favor, ser específico si se han mantenido relaciones con más de una pareja sexual». Tal vez tengamos que recurrir al Kamasutra para utilizar los términos adecuados de lo que haces, ¿o busco en libros sobre BDSM?

—Es una pregunta de sí o no.

Presiono el lápiz contra el papel.

—Pondré que solo de lunes a domingo. Para más detalles consulte mi agenda en Tindar. Así se llama la app de citas, ¿no? —Suspiro—. «¿Ha mantenido la dieta específica que la nutricionista le solicitó?» Oh, no. Hice una más apropiada para mí.

—Sólo me dieron una copia ¿sabes? Si sigues anotando cosas así posiblemente me internaran.

—Menos mal no es lápiz permanente —contesto mientras observo el lápiz como si me interesara realmente—. Me enoja que te hagan mierdas como esta y tú decidas poner una sonrisa en tu rostro.

—No sonrío. ¿Acaso quieres que me queje?

—Sí.

—Pues perdí ese derecho en cuanto mis padres firmaron el contrato —responde, algo más enojado esta vez—. Estoy indignado, frustrado y me dan ganas de golpearlos a todos, pero no puedo permitirme sentirme así y la razón por la que te lo digo ahora es porque estoy casi seguro de que no hay cámaras o micrófonos aquí.
»Sí, es una desgracia y para mí Millard Academy es una estupidez, lo peor. Pero luego te veo a ti, frijol, y para ti esto es una esperanza, tu salvación. Quizás vale la pena que yo esté condenado si tú puedes salvarte.

Frunzo el ceño ante su discurso. No le conté mi historia para que se sintiera afligido o la tomara como motivación a la sumisión.

—No puedo hacer esto cuando sé que te miden todas estas estupideces en serio —insisto, lanzando los papeles sobre la mesa—. Sé que tu vida se trata de que les obedezcas y que nada te pase para cuando te vendan del todo. Excepto que saberlo me da rabia, Eros, siento un asco devastador por todos ellos.

LA TENTACIÓN DE MILLARD ACADEMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora