Capítulo 20

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Café negro, expresso, café royal, ristretto, expresso doble, lungo, carajillo, americano, café brule, café caribeño, café árabe, café macchiatto, café creme

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Café negro, expresso, café royal, ristretto, expresso doble, lungo, carajillo, americano, café brule, café caribeño, café árabe, café macchiatto, café creme. Podría seguir con toda la estupidez que se encuentra sobre la mesa del comedor de la casa de Milos, pero no vale la pena gastar un segundo más de mi pensamiento en ello.

Enciendo un cigarro más y estiro mis pies en el sillón donde me encuentro recostada.

—¡NO, ese no es! —grita Bri, una vez más. Deja su taza caliente sobre la mesa sin mucho cuidado.

Yung hace rodar los ojos y mira todos los sobres de café que le ha obligado a encontrar. Es evidente que está sin ideas.

—Ya los has olfateado todos —responde Kaisser sin dejar de analizar en su computadora las imágenes que tomé con la cámara y haciendo no sé qué para identificar... algo, creo—. Si no era uno de esos debe ser una receta más personal. Algún ingrediente debe tener que estás olvidando.

—¡Es que el café no importa, Kaisser!

Huelo el humo de cigarro solo para desconcentrarme.

—¿Entonces qué estamos haciendo? —masculla Yung, dejándose caer en la silla junto a ella.

—Necesito recordar ese sueño. ¡Y olía a café!

Yung le sonríe forzadamente pero luego se vuelve a mí y a Kaisser para vernos con los ojos desorbitados.

Me encojo de hombros.

—Es una buena táctica. El olfato podría ser el catalizador de aquel recuerdo que necesita.

Bri me sonríe como agradeciendo mi intervención.

—Escuchen, chicos, yo sé que debo sonar muy desesperada, pero llevar soñando con café toda la semana... —se queja y vuelve a oler las tantas tazas de café aún caliente—. Estoy segura de que es importante. Me está volviendo un poco loca.

Yung sube su mano a la vista de todos y acerca al pulgar a su dedo índice en señal de «solo un poco».

Milos aparece por la puerta poco después. Permitió que trajéramos todo a su casa solo porque quiere ser quien cuide de la evidencia. Yo no pude mostrarme muy de acuerdo, pero Kaisser tampoco quería que yo la conservara. Camina hasta llegar al sillón donde me encuentro, levanta mis piernas para sentarse y luego apoya mis piernas sobre él.

—Oye, Milos...

—No quiero hablar —le interrumpe a Bri. Inclina la cabeza para mirarla—. A menos que quieras hablar de otra cosa que no sea Leo Vinter.

Nos quedamos en silencio todos, con el olor de café y humo de compañía.

—¿Qué harás tú? —me pregunta Kaisser, señalándome con el mentón.

—¿Hacer sobre qué?

—A mí parecer queda claro que Leonore no pudo participar en el robo —se explica—. ¿Qué harás con los Vinter?

LA TENTACIÓN DE MILLARD ACADEMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora