la confesión

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NATALIA*

—yo lo siento Natalia, se perfectamente que la culpable eres tu, te dije que no te enamoraras de mi, soy malo para ti, y yo igual lo que queria decirte es que no esperes mas de mi, que lo nuestro a llegado hasta aquí, esto no puede continuar.

—yo lo entiendo, se lo que dijiste, pero como le digo a mi corazon que esto que siento es real, que no debio enamorarse, ¿te ira de mi?  ¿huiras? Me rechazaras cuando te estoy entregando mi alma, mi ser, mi amor—le digo al borde del  llanto, trago el nudo amargo que tiene mi garganta.

—¡te lo advertí!—me grita furioso, y golpea la pared con su puño.

Te lo dije, ahora tendras que irte y no buscarme más.

—¿por que? Por que rayos no aceptas que sientes lo mismo por mi, que al igual que yo estas enamorado.

—por que no estoy enamorado, solo es la ilusión de tener algo, o anhelar un imposible, pero la verdad solamente me das placer.—me observa y espera que yo diga algo.

—¿rechazaras mi amor, o mis sentimientos Emiliano? —le pregunto.

—yo, —menea la cabeza y cierra los ojos, sus puños estan rojos de tanto cerrarlos — vete Natalia, vete ahora mismo y no me busques, que yo no lo hare, mi chofer te llevara a tu casa.

—esta bien, pero dejame decirte que fue un placer conocerte.

Salgo de ahí dejando el alma y el corazon partido, por que me duele, me cuesta respirar, mis piernas no tiene fuerza y mis pulmones tiene dificultad para pasar aire, eh humedecido mi playera, mis lagrimas son tantas que nublan mi visión y dificultan mi visibilidad, sabia que esto pasaría, que el me rechazaría, no iba a rogarle por amor, jamas se ruega amor, duele, duele, como si al corazon le clavarn mil estacas, no podria comprar el dolor con algo similar, ni cuando reprobe física o me regaño Betty por romper su espejo, esto es mas doloroso, quiero gritar, decirle que el es muy bueno para mí, que con el me siento bien, pero eso seria perder mi orgullo , jugue un juego en el cual perdí más, mucho más que dañe mi corazon, ahora como repararlo,  me subo al coche y me evito mirar al chofer, que vergüenza, verme llorar por amor, me veo patetica de seguro, pero que importa, ya que mas da, no me volvera a ver, mañana no sabra mi nombre y jamas existí en la vida de su jefe.

—señorita Blanco, ¿usted se encuentra bien?  —yo estoy en perfecto estado, pero mi corazon no—le respondo y sonrío.

—el corazon señorita sanara, siempre sana, su corazon de usted es mas fuerte de lo que piensa.

—¿me lo jura? —me jura que este dolor que siento en este momento pasara?  —le pregunto.

—tendra una cicatriz claro, pero siempre sana y llegara alguien que cure ese dolor.

—por cierto gracias, por esto—digo apenada—nunca te pregunte tu nombre, ¿como te llamas?

—soy Carlos señorita.

—bueno carlos, has de saber mi nombre, yo soy Natalia.

—claro que lo se perfectamente, es la novia del señor Emiliano.

—no, ya no más—le respondo.

—lo siento mucho, espero el señor Emiliano no se arrepienta, por que note que esta muy enamorado de usted.

—me rechazo—le confieso, de alguna u otra manera me siento bien platicando con Carlos.

—pues si eso hizo, disculpeme pero es un pendejo, usted es muy linda y perfecta para el.

—¡vaya! —hago una mueca y sonrío, le disculpo su palabra pero merece eso.

—si regresa a usted hagalo sufrir, estoy muy seguro  que lo hara—me observa através del retrovisor, y me güiña el ojo —y cuando lo haga usted hara que llore como lo esta haciendo usted.

 Mi MaestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora