NATALIA*
—¿ya mero llegamos?—le cuestiono por enésima ves a Emiliano, lleva manejando mas de una hora y no tengo idea hacia donde nos dirijimos.
—calma nena ya falta muy poco, no te desesperes, yo estoy poniendo toda mi fuerza de voluntad para concentrarme en el camino y no detener el maldito auto, lanzarme sobre de ti y cogerte tan duro hasta que pierdas la conciencia.
—¡santo dios! —exclamo exitada y me remuevo incomoda en el asiento.
Quizas estoy loca, mi piel, mi cuerpo reaccionan a las palabras que acaba de pronunciar Emiliano, tengo que cerrar las piernas y morderme el labio tratando de disimular las sensaciones que estoy experimentando en este preciso momento, creo que no pondría tanta resistencia, me dejaria tomar sin dudarlo, incluso estoy seriamente pensando quitarme el cinturón y lanzarme encima de el como una loca posesa necesitada de él, deseosa de su cuerpo. Pero me abstengo, el esta menejando y podriamos un causar accidente, recuerdo que mi hermana a de estar preocupada y checo mi celular el cual esta sin señal.
—Emiliano necesito comunicarme con mi hermana, ella a de estar preocupada por mi.—digo preocupada.
—eso ya esta arreglado,—me asegura —tu hermana ya sabe que estas conmigo.
—¿y que le dijiste? ¿Como? ¿a que hora?, no vi que tomes tu celular.
—descuida, —me observa de reojo sin quitar la vista de la carretera, —de eso se encargo Pedro.
—¡Pedro ehh! —digo sonriendo.—ahora entiendo todo.
El solo mueve la cabeza y eleva sus hombros despreocupado. Ahora entiendo el por que Pedro me citó en el bar, todo era plan con maña, ellos tenian planeado todo, algún dia le cobrare este dia a Pedro. El comienza a adentrarse en un camino pedregoso, por mas que eh puesto atención a las señales del camino no logro ubicar hacia donde vamos, asi que no tengo ni las mas mínima ni remota idea hacia donde me lleva.
—El camino esta algo pedregoso—me sugiere—tengo que reducir la velocidad un poco.
—ok—le contesto y muevo la cabeza indicandole que siga adelante.
El camino tiene hermosos arboles, cada ves son mas enormes con hojas tan verde, o es lo que logro divisar o imaginar, por la oscuridad no alcanzo a distinguirlo, noto a duras penas que algunas tienen enredaderas colgando, ella poseen una flores amarillas eso si logro verlo cuando el auto alumbra la distancia, le dan un toque como de magia y romance.
—baja la ventanilla—me sugiere.
Y asi lo hago, bajo la ventanilla y el aire fresco y puro se cuela en mis fosas nasales, huele a selva y naturaleza. El auto avanza um tramo mas y de pronto una enorme reja color dorado, la que esta cerrada nos impide el paso. Saca su celular y marca.
—Hola, si, soy yo, no, no hay problema,—sonríe— perfecto.
A los lejos viene corriendo un señor con botas y aspecto de campesino, tiene un sombrero y esta sucio, abre las rejas permitiendonos el paso.
—Buenas señor, no lo esperabamos aqui tan pronto.—se apresura a hablar.
—¡tranquilo Paco!,— le habla tratando de calmarlo —hoy no vine por trabajo, solo vine a disfrutar y descansar con mi novia.
—claro, claro patrón, disculpe, buenas noches señorita, se que ya es muy tarde, asi que no les demoro mas, pase patrón.
—Paco—le advierte—te eh dicho que no me digas patrón; solamente Emiliano.
—no señor —dice angustiado—como cree, es una falta de respeto, usted es el patrón y debe respeto.
—no tienes remedio Paco, nos instalaremos en la cabaña.

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Mi Maestro
AcakNatalia estaba por cumplir 18 años, cuando su hermana Betty le regala una sesión de sexo, ahí conoce a Emiliano un Maestro del sexo, el cual le propone enseñarla, ella acepta y ambos juegan un juego muy peligroso, en el cual el que se enamora pierde.