—promete que te quedaras conmigo hasta la muerte—decía él, mientras se ponía en una rodilla y sacaba del bolsillo del pantalon una cajita, el cúal, portaba un anillo dentro.
—¿Te quieres casar conmigo?—le preguntaba con la sonrisa mas boba de un hombre enamorado e ilusionado con la vida.
— ¡Acepto!— grito eúforica ella.
Prometo que me quedare contigo por siempre, hasta que la muerte decida llevarme—respondió ella mientras se inclinaba y besaba sus labios, más no sabía que la muerte la esperaba tan solo pronuncio esas palabras.
— hasta que la muerte, nos lleve—respondio él, se levanto y la abrazo emocionado, al alzo y dió vueltas en el aire, demostrando cuanto estaba feliz.
Pero la vida era una perra, o a lo mejor la vida le dió un golpe para derrumbarlo desde su cimiento, pero había una vaga esperanza que una buena albañil la vuelva a reconstruir.
Siempre que había un poco de felicidad la vida, espacio o tiempo, decidía arrebatarselo de la forma más cruel, el no sabía que estaba pagando, una mañana, un mareo, un desmayo, y a partir de ahí, se descubrió que ella tenía la leucemía en etapa avanzada, los doctores nada podían hacer.
—¡tiene que haber una solución!—le gritaba desesperado al médico.
—lo siento mucho, pero desafortunadamente ya no podemos hacer nada por ella, y en su estado peor, eso hara que su cuerpo y la enfermedad avance más rápido.
—no entiendo doctor, —decía confuso e intrigado—¿como que en su estado?—le pregunto—¿que tiene Dulce?
—temo decirle que su novia esta embarazada de doce semanas, —dijo viendole a los ojos— dudo mucho que ella pase las cuarenta y ocho horas, su condición es crítica y ya es demasiado tarde—le dio el pésame y se dio media vuelta dejandolo a él, con el corazon destrozado.
Se sento en una silla, tratando de no derrumbarse en el suelo, ¿por que él? ¿por que rayos él? no entendia por que dios lo castigaba de esa manera, se llevaba al amor de su vida, ¿acasó era su castigo? ser infeliz, y ahora ella esperaba un hijo suyo, el dolor era más fuerte, si alguien le hubiera dicho que amar doleria tanto, nunca en su miserable vida lo hubiera intentado, pero habia caído en las redes del amor, y ahora estaba jodido, perdería las dos cosas más importantes de su vida, su amor y su hijo que no alcanzara a conocer, subió su piernas y las cruzo, metió la cabeza en ellas, permitió que lágrimas de dolor, angustía y desesperación brotaran de sus ojos, por primera vez en muchos años se permitió llorar como a un niño que le arrebatan un dulce y nadie quiere comprarle uno.
Dejo salir su dolor, lloraba y no le importaba que los doctores y gente del hospital lo vieran llorar, las enfermeras lo miraban y bajaban la cabeza, podían sentir su dolor, una vez sacado todo el dolor, sabía que debía hablar con el doctor, su paloma no debía saber nada.
Se limpio las lágrimas y el rostro, fue en busca del doctor, ella no necesitaba saber que estaba embarazada, quizas eso acabaría por matarla de una vez, recorrió todos los pasillo y habitaciónes pero no pudo localizarlo, derrotado se dirigió a la habitación de su amada, y ahí estaba el doctor, temblo, y quedo rígido, quozas era demasiado tarde y ella ya sabría, temeroso de que asi fuera, espero a que ella hablara, le sonrío tratando de ocultar su nerviosismo.
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Mi Maestro
AlteleNatalia estaba por cumplir 18 años, cuando su hermana Betty le regala una sesión de sexo, ahí conoce a Emiliano un Maestro del sexo, el cual le propone enseñarla, ella acepta y ambos juegan un juego muy peligroso, en el cual el que se enamora pierde.