L-CORP

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Una vez estuvo Kara recuperada del todo, lo siguiente fue buscar un lugar seguro. Lena sugirió la sede de su compañía, la cual hizo desalojar y la convirtió en una fortaleza utilizando la seguridad privada que conocía como fuerza de choque y cuya ayuda les vino tan bien durante el ataque a CatCo. Ya era de noche. En esos momentos, se encontraban todos reunidos en el despacho de Lena. Ella se encontraba sentada en el sofá con un vaso de agua y Kara se sentaba a su lado con una mano sobre su hombro. Los demás daban vueltas de un lado para otro sin saber que hacer.

– No me lo puedo creer –decía Alex masageándose las sienes –. Esto va a ser el fin del DEO. No hace mucho, el Agente de la Libertad corrompió a algunos de nuestros agentes y, ahora, nos han diezmado desde dentro asesinos una secta milenaria.

– Y la cosa va a ir a peor –dijo Sara sentándose sobre el escritorio –. Esa infiltración que ha sufrido tu agencia no se ha hecho de un día para otro. Esto les ha llevado años. Han estado actuando cómo células durmientes hasta qué se han visto forzados a revelarse para acabar con Lena. Perder una infiltración de esa magnitud no les habrá hecho mucha gracia. La próxima vez, atacarán con tódo un ejército y no sé detendrán hasta que Lena esté muerta, sin importarle quién caíga por el camino. Si tienen qué convertir esta ciudad en una zona de guerra, lo harán.

– Eso no va a ocurrir –todos se volvieron hacia Lena, que se ponía en píe, dejándo el vaso de agua sobre la mesita que había frente al sofá –. Mucha gente está muriendo por mi culpa. No puedo consentir eso. Es a mí a quién quieren ¿no?

– De eso nada –dijo Kara, poniéndose en píe brúscamente –. Tú no tienes ninguna culpa. El responsable es quién quiere matarte.

– El problema es qué no sabemos quién es y por qué la quieren muerta –dijo Winn.

– La razón está clara –continuó Lena con sus verdes ojos cristalinos –. Soy una Luthor. Todo el mundo quiere muertos a los Luthor.

– No empieces otra vez –insistió Kara –. Ya has demostrado con creces que no eres cómo tu familia. Y, cómo dice Sara, esto no es una venganza.

Lena giró su cabeza para mirarla. Los ojos verdes de ella y los ojos azules de Kara se encontraron y se quedaron fijos unos segundos. Pero, antes de que ninguna de las dos pudiera decir nada, Sam entró en el despacho. Lena había insistido en que ella y Ruby se quedaran en el edificio por miedo a que la Liga de las Sombras fuera a por ellas como represalia.

– Ya he acostado a Ruby. No le hace mucha gracia quedarse a dormir aquí. Por suerte, el diván del despacho de Mason es muy cómodo y no ha tardado en dormirse.

Alex corrió a abrazarse a ella.

– ¿Y tú cómo estás, cariño?

– Tranquila. No es la primera vez qué me quedo a dormir en el trabajo.

– No sabes cómo siento todo esto, Sam –se disculpó Lena.

– No tienes por qué disculparte, Lena. Ya estás haciendo suficiente poniéndonos a salvo a Ruby y a mí –se volvió de nuevo hacia Alex con una picarona sonrisa –. Parece que la noche de vino y películas de terror qué teníamos planeada tendrá que esperar –dijo antes de darle un beso en los labios a su novia.

– Cortaos un poco, chicas. Estáis poniendo cachondo al personal –bromeó Sara.

Hasta entonces, Sam no había reparado en la preciosa desconocida que estaba en el despacho con ellos. Se separó de Alex y se puso frente a ella muy seria.

– ¿Tú quién eres? No té conozco.

Alex se puso muy nerviosa. De nuevo, los recuerdos de ella y Sara en la cama regresaron a su cabeza. Sam no lo notó al tenerla detrás de ella. Por su parte, Sara se levantó del escritorio y le tendió la mano.

HIJA ROJA (Supercorp)Where stories live. Discover now