NANDA PARBAT

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Llegaron hasta ese lugar en el jet privado de Lena, quién lo había modificado instalándole unos propulsores que le permitían despegar y aterrizar de forma vertical. Así no necesitaban ninguna pista de aterrizaje y pudieron aterrizar en un lugar cercano a su destino que les permitía llegar caminando hasta él. Sara, Alex, Kara, Lena y Winn se bajaron del aparato y comenzaron a caminar hacia unas montañas que tenían al lado.

Winn fue el primero en asombrarse cuando llegaron. Las imágenes vistas desde el satélite no eran nada comparadas con contemplar en persona aquella construcción entre las montañas que debía tener miles de años y que era la entrada a una ciudad excavada en la roca, como la ciudad de Petra en Jordania.

Todos caminaron en dirección a la entrada. Kara y Alex miraron de reojo y vieron que había varios ninjas acechándoles entre las rocas.

– Sara... –dijo Alex con preocupación.

– Tranquila, nos van a dejar pasar –dijo Sara aparentando tranquilidad –. El problema será qué nos dejen luego salir.

Kara, en cambio, estaba más preocupada por Lena, a quién tenía en todo momento a su lado, preparada para intervenir si la atacaban.

– Deberías haberte quedado en el jet –le dijo –. Aquí eres un blanco fácil.

– No tengamos otra vez la misma discusión –replicó Lena.

– Tranquila –intervino Sara –. Este es su santuario. No atacarán a menos qué les demos motivos para ello. Además, es mejor que se quede con nosotras, ya qué en el jet estaría más desprotegida.

Entraron por la gran puerta y caminaron por un largo pasillo iluminado con antorchas hasta llegar a una gran sala de forma circular, iluminada con una gran hoguera en el centro. Al otro extremo, se alzaba un gran trono de piedra sobre el que había sentado un hombre.

 Al otro extremo, se alzaba un gran trono de piedra sobre el que había sentado un hombre

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Sara reconoció la capa, era idéntica a la que llevaba el Ra's al Ghul de su Tierra. Pero, el hombre no era el mismo. Era un tipo oriental, de más de sesenta años, con el cabello y la barba grisaceos. Pero muy fuerte y de constitución atlética. Su camisa estaba desabrochada, mostrando un torso lleno de cicatrices. Sin duda, era un luchador formidable, curtido en un sinfín de combates y batallas. Sara lo iba a tener muy difícil para vencerlo.

El hombre se puso en píe y los observó en silencio, recorriendo a los presentes con su fría mirada hasta que esta se detuvo en Supergirl.

– La chica de acero –dijo con una voz casi de ultratumba mientras volvía a sentarse –. Que gran honor tenerte de visita. Deja qué adecuemos mejor esta estancia.

Hizo una señal con la mano y unas luces rojas se encendieron en el techo, haciendo que toda la sala se iluminara en rojo. Kara miró en todas direcciones preocupada y luego miró sus manos.

– ¡No! Están reproduciendo el sol rojo de Krypton. Estoy perdiendo mis poderes.

El hombre soltó unas estremecedoras carcajadas.

HIJA ROJA (Supercorp)Where stories live. Discover now