PARÍS

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En la terraza de un café de la capital francesa un hombre muy pálido, vestido con gabardina gris, destacaba de entre los turistas que se encontraban sentados en las otras mesas. A penas le había dado un sorbo a su café, el cual se enfríaba sobre la mesa, mientras no paraba de mirar constantemente su reloj de pulsera.

Finalmente, la persona que esperaba se presentó en el lugar y se sentó frente a él. Era un hombre asiático, de a penas 30 años, alto y de constitución atlética, vestido completamente de negro y con sus rasgados ojos cubiertos por unas gafas de sol a juego con su ropa.

Menos mal que has aparecido –dijo el hombre pálido en ruso muy molesto –. Estaba a punto de largarme.

Lo cual hubiera significado tú muerte y la de tu gente –dijo el hombre asiático, también en ruso –. A mí jefe no le gusta qué le hagan perder el tiempo. De la misma manera que no le gustan este tipo de reuniones.

El hombre pálido estaba muy furioso, mientras que el asiático permanecía serio, sin a penas hacer reacciones. Parecía más un robot que una persona.

Esta reunión no habría sido necesaria si hubiérais terminado el encargo. La mujer debería estar muerta desde hace semanas. Sídorov se está cansando de esperar.

Crees que estás seguro porque este es un lugar público. Pero, si no te mato ahora mismo, delante de toda esta gente, es por la misma razón por la que aceptamos este encargo. Y no es otra que lo muy agradecida que está la Liga de las Sombras con los favores que Sídorov nos hizo en el pasado.

Pero, no tuvistéis reparos en aceptar el dinero. Nos estáis costando una fortuna y aún no hemos visto resultados.

¿Crées qué toda esta operación nos sale barata? Estamos consumiendo muchos recursos. Y no sólo materiales. Acabamos de perder una importante infiltración en una agencia gubernamental de defensa norteamiracana qué llegaba hasta el mismo gobierno. Tardaremos años en recuperarla.

Creía qué eráis los mejores.

El hombre asiático se molestó por ese comentario, pero continuó si hacer ningún movimiento que no fuera hablar.

Lo somos –replicó –. El problema es que nos ha salido un obstáculo inesperado.

¿Quién? ¿Supergirl? ¿Creía qué eráis capaces de burlarla?

El asiático negó con la cabeza.

Es una mujer normal y corriente, pero nos conoce muy bien y sabe adelantarse a todos nuestros movimientos. Debió ser de los nuestros en el pasado, pero ni Ra's al Ghul la conoce. Él se está empezando a tomar todo este asunto de forma personal.

El hombre pálido empezó a mostrarse inquieto.

¿No iréis a interrumpir la operación por una venganza...?

Cómo se nota la poca fe qué tenéis. Dile a Sídorov qué puede estar tranquilo. Nuestro objetivo es Lena Luthor y lo seguirá siendo hasta qué esté muerta. Ra's al Ghul está reuniendo todas las fuerzas para el próximo ataque, aunque eso nos llevará unos días.

Eso no le va a hacer mucha gracia a Sídorov. Ya ha esperado demasiado y su paciencia no es infinita. Si, al menos, pudiera darle algo qué nos venga bien para nuestro plan.

El asiático introdujo una mano en uno de sus bolsillos y sacó un pendrive que dejó sobre la mesa.

Esta es una grabación qué pudimos recuperar de uno de nuestros drones. Seguro qué la encontraréis muy interesante –el hombre pálido recogió el pendrive y se lo quedó mirando. El asiático, mientras, se puso en píe –. En la próxima reunión, tendréis la cabeza de Lena Luthor sobre la mesa –dijo antes de marcharse.

HIJA ROJA (Supercorp)Where stories live. Discover now