TIERRA-1

520 52 0
                                    

Tras atravesar el portal interdimensional utilizando el extrapolador, Sara llevó a Lena hasta Star City, a un local al que solía ir cuando deseaba estar sola en los pocos ratos libres que le dejaba su trabajo como protectora del tiempo y su novia. Pidió dos cervezas y fueron hasta una mesa apartada, donde se sentaron, una enfrente a la otra.

– ¿Me vas a decir ya qué es lo que ha pasado?

Tratando de no romper a llorar, Lena le contó a Sara todo lo sucedido. No omitió nada. Ni tan siquiera le ocultó lo de los experimentos con el Harun-El.

– Son unos experimentos revolucionarios. Podría terminar con las enfermedades del mundo y se salvarían millones de vidas. Pero, también son muy peligrosos. Si esa tecnología cayera en malas manos, podría ser devastador. En el fondo, entiendo qué Kara reaccionase de esa manera. Pero, cómo científica qué soy, no puedo dejar pasar un descubrimiento tan grande. No sé si me entiendes.

Sara asintió.

– Créeme. Té entiendo. Yo sé mejor qué nadie lo qué es tener delante de ti un gran poder y la tentación de utilizarlo –alzó las manos de tal manera que parecía que estaba agarrando algo –. Llegué a tener en mis manos la mismísima Lanza del Destino –Lena arqueó las cejas –. Tuve la oportunidad de reescribir el espacio tiempo y crear una nueva realidad; una en la que mi hermana aún siguiera viva. Pero, antes había sido testigo del mal qué podía causar ese poder en malas manos y opté por destruirla y dejar las cosas como estaban.

– Entonces ¿crees qué debería dejar de hacer esos experimentos y destruir todo el Harun-El qué tengo en mi poder y no fabricar más.

– Eso es sólo decisión tuya. Destruir la lanza fue una decisión qué tomé yo. Nadie, ni siquiera Kara debería decirte lo qué tienes que hacer.

Lena suspiró al escuchar el nombre de Kara. Aún seguía enamorada de ella, pero las palabras que le dijo todavía le dolían. Ella nunca la había juzgado por su apellido. Ni siquiera el día que se conocieron, cuando fue a verla a su despacho en compañía de Clark Kent. Él en todo momento la miraba como la hermana de Lex Luthor, el hombre que había sido su amigo y luego le traicionó y provocó el caos en Metrópolis tratando de acabar con Superman. Sin embargo, en ella solo veía bondad y compasión en esos preciosos ojos azules que se apreciaban tras los cristales de sus gafas y, a diferencia de Clark, ella si creía en sus palabras cuando hablaba de rebautizar la empresa familiar y dedicarla al bien para acabar con el legado de sangre de su hermano.

Al principio, achacó aquello a que Kara no tuvo la desagradable experiencia que Clark si tuvo con Lex. La cual fue la misma que tuvo ella cuando descubrió que aquel hermano mayor al que tanto idolatraba era en realidad un sanguinario asesino. Sin embargo, en los siguientes encuentros que tuvo con ella, vio que de verdad la veía como una persona normal y no como una Luthor, lo que la llevó a acercarse más a ella, a convertirse en su amiga y a enamorarse de ella.

Por ello, aquellas palabras le dolían tanto. Puede que, tal y como Sam le dijo, las dijera movida por el miedo, ya que el Harun-El era tan dañino para ella como la Kryptonita; incluso peor. Sin embargo, le costaba comprender que la persona que más había creído en ella le dijera esas cosas.

Todo eso se lo hizo saber a Sara.

– No sé si algún día podré perdonarla –decía con un gran brillo en sus verdes ojos.

Sara, entonces, decidió contarle la historia de cómo se convirtió en lo que era. De cómo todo aquello se debía a que traicionó a su propia hermana. Se enamoró de su novio y la engañó con él, yéndose de viaje los dos en un viaje romántico en el yate de la familia de él. Cuando sufrieron el naufragio y se les dio por muertos, Laurel recibió a la vez la noticia de que su hermana había muerto y de que esta se acostaba con su novio. Un duro golpe que le llegó por partida doble e hizo que la odiase cuando supo que estaba viva.

– Jamás creí qué me perdonaría. Y yo lo entendía, porque ni siquiera yo me perdonaba por aquello. Pero, al final lo hizo, me perdonó. Si ella fue capaz de perdonar todo el daño qué le hice, creo qué tú también podrás hacerlo. Puede qué no ahora, pero si con el tiempo.

Lena suspiró.

– Lo malo es qué no sé que voy a hacer hasta entonces. Cuando regrese a mi Tierra, ella querrá hablar conmigo para disculparse. Pero, ahora no quiero ni verla. Ya me duele demasiado pensar en ella, cómo para tenerla delante.

Sara se quedó unos segundos pensativa hasta que se decidió a decirle algo que quería proponerle desde que Alex le contó todas las cosas que era capaz de hacer.

– Este tipo de cosas se curan con espacio y, sobre todo, con tiempo ¿Qué te parecería venir conmigo y ser una Leyenda del Mañana?

Lena abrió los ojos como platos.

– ¿Lo dices en serio?

Sara asintió.

– Alex me puso al corriente de tódo lo qué eres capaz de hacer. Alguien cómo tú nos vendría muy bien en la Waverider.

Lena estaba impresionada. La idea le atraía, pero no pensaba que pudiera ser tan fácil.

– ¿Y puedes llevarme así, sin más?

Sara volvió a asentir.

– En el equipo siempre estamos abiertos a incluir a nuevos miembros. Y, si al final no té gusta, podrás irte cuando quieras. No retenemos a nadie contra su voluntad. Son muchos los que van y vienen en el equipo. De hecho, Mick Rory, Ray Palmer y yo sómos los únicos que quedan del equipo original.

Lena se quedó unos minutos en silencio, tratando de procesar lo que Sara le estaba proponiendo. La idea le atraía, pero también le aterraba por partes iguales. Sara, mientras, esperaba paciéntemente sin perder su sonrisa. Sabía que la decisión que tenía que tomar Lena no era fácil, así que le dejó tiempo para que pudiera tomar una decisión.

Sin embargo, Lena estaba tardando ya demasiado en decidirse, algo que Sara interpretó como una negativa.

– Mira. Créo qué me he precipitado –dijo poniéndose seria –. No soy quién para pedirte qué tomes una decisión tan importante con todo lo que estás pasando en estos momentos. Lo mejor es qué te lleve de vuelta a casa.

Iba a coger el extrapolador, el cual estaba sobre la mesa, pero Lena la detuvo colocando su mano sobre la de ella y dedicándole una sonrisa con congoja.

HIJA ROJA (Supercorp)Where stories live. Discover now