TIERRA-38

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Alex, Sam y Ruby se encontraban viendo una película en la sala de estar de su casa. Las tres estaban sentadas en el sofá frente al televisor, las dos muy juntas con la niña acomodada entre ellas. Tan solo Ruby prestaba atención a la película, ya que Sam y Alex estaban más pendientes la una de la otra, echándose pequeñas miradas disimuladas de vez en cuando y acariciando sus manos por detrás del sofá.

Fue la culminación de un agradable día que las tres habían pasado en familia.

Tal y como Sam le prometió a Alex, le había pedido el día libre a Lena, quién no había dudado ni un segundo en dárselo. Ese día no había muchos asuntos importantes que atender y, además, ella iba a pasar todo el día en L-Corp trabajando en el laboratorio. Así que, tras dejar a Ruby en el colegio, llevó a Alex a almorzar y de compras a un nuevo centro comercial que habían abierto en National City. Luego, cuando Ruby salió del colegio, las tres fueron a comer a un buen restaurante y pasaron la tarde en el parque de atracciones.

El día debía de acabar con una cena romántica entre ellas en cuanto Ruby se fuera a la cama al terminar la película. Sin embargo, esos planes iban a torcerse cuando, en esos momentos, el timbre de la puerta comenzó a sonar.

– ¿Quién será a estas horas? –preguntó Sam ceñuda.

Alex, también extrañada, se puso en píe.

– Yo abriré. Vosotras seguid viendo la película.

Fue hacia la puerta y la abrió, sorprendiéndose al ver a Kara al otro lado de la puerta. Estaba muy alterada y sus ojos estaban enrojecidos de haber llorado.

– ¡Kara! ¿Ocurre algo? –le preguntó muy preocupada.

– ¿Lena está aquí...? –balbuceó. Alex negó con la cabeza –. ¿Sabéis dónde está...?

Alex volvió a negar con la cabeza.

– Estará en su ático. O puede qué aún siga en L-Corp.

Kara se apresuró a negar con la cabeza.

– Ya he mirado en todos sitios. Es cómo si se la hubiera tragado la tierra. Tampoco responde a mis llamadas y, desde hace unas horas, su móvil no da señal alguna. Ni tan siquiera puedo escucharla con mi super-oído. Estoy muy preocupada, Alex.

Alex también se estaba preocupando cada vez más. Invitó a su hermana a pasar y le hizo un gesto con la mirada a Sam, quién captó enseguida el mensaje y se llevó a Ruby arriba para terminar de ver la película en la Tv de su dormitorio. Alex, mientras, llevó a Kara hasta la cocina, la sentó en una silla de la isla y le dio un vaso de agua antes de sentarse frente a ella.

– ¿Vas a decirme qué ha pasado?

Kara no pudo contenerse y rompió a llorar.

– La he jodido, Alex. Y créo que, esta vez, no va a perdonarme –entre lágrimas y tragos al vaso de agua, Kara le contó todo a su hermana, quién escuchó atentamente –. No sé qué me pasó. Fue cómo con lo de la kryptonita, pero peor. Me dejé llevar por la ira y terminé haciéndole daño otra vez.

– Bueno, tú habías descubierto qué té ha estado mintiendo. Y con un material más peligroso e inestable qué la kryptonita.

– Eso no es excusa, Alex. Ella hace todas estas cosas para ayudar. Con estos experimentos quería curar el cáncer y ayudar a detener a los Hijos de la Libertad. Trató de decírmelo, pero yo no la escuché.

– ¿Y qué piensas hacer?

– Tengo qué encontrarla, Alex. Tengo qué encontrarla cuanto antes y decirle qué lo siento. Pero no la encuentro por ninguna parte. La busqué, incluso, en la mansión de su hermano, pero tampoco se encuentra allí. Ya no sé dónde buscarla.

HIJA ROJA (Supercorp)Where stories live. Discover now