HIJA ROJA (Supercorp)

TIERRA-38

Lo primero que hizo Lena al regresar a su Tierra fue llamar a Frank, quién fue a recogerla con el coche. Pasó por su ático para dejar sus cosas y darse una ducha antes de irse a L-Corp. El lugar estaba tal y como lo había dejado antes de irse. Sin embargo, algo pronto llamó su atención.

En el gran ventanal que daba a la terraza había un extraño objeto pegado al cristal. Desde la puerta no podía verlo con claridad, así que se acercó y sus cejas se arquearon al ver que se trataba de una flor blanca y amarilla pegada al cristal con cinta adhesiva. Se trataba de una plumeria, una de sus flores favoritas. Muy pocas personas sabían que le gustaba esas flores. Pero, solo una de ellas podía haber llegado hasta allí volando y dejarla ahí pegada.

Salió a la terraza y cogió la flor tras quitar el trozo de cinta que la mantenía sujeta. La flor no estaba marchita, de hecho, parecía que solo llevaba un par de días cortada, por lo que no llevaba allí mucho tiempo ¿Cómo sabía Kara que iba a regresar? Puede que Supergirl tuviera superpoderes, pero entre ellos no estaba ver el futuro.

Ceñuda, acercó más su rostro al cristal y vio que, cerca de donde había estado pegada la flor, había otras marcas de cinta adhesiva. Sus cejas volvieron a arquearse al comprender lo que sucedía. Kara había estado todo ese tiempo pegando plumerias en el cristal, reemplazándolas en cuanto estas se marchitasen. Todo con la esperanza de que algún día regresara.

Volvió a entrar en la estancia y llevó la flor a su nariz, aspirando el dulce olor de esta mientras cerraba los ojos y pensaba en Kara y en lo que haría cuando la tuviera delante. Un momento que quería posponer todo lo posible.

***

Sam se encontraba trabajando en su despacho en L-Corp cuando unos golpes sonaron en la puerta.

– Pasa, Jess –dijo sin dejar lo que estaba haciendo, creyendo que se trataba de la secretaria de Lena, quién había estado a su servicio durante la ausencia de esta –. ¿Han llegado ya los representantes de Wayne Enterprises para negociar el acuerdo? –preguntó sin tan siquiera mirar en cuanto la puerta se abrió.

– No sé. Eso tendrás qué decírmelo tú.

Sam alzó la mirada sorprendida al reconocer la voz de Lena y sonrió al ver a su amiga sonriente en el umbral. Rápidamente, se puso en píe y rodeó el escritorio para a abrazarse a ella.

– ¿Cuándo has vuelto?

– Hoy mismo. Quería verte a ti primero para qué me pongas al corriente de todo lo relacionado con L-Corp.

– La empresa va muy bien. 

– Bueno, dejé a las mejor persona al frente. Así qué pude irme tranquila.

– Esa es otra ¿Dónde has estado? –Sam, entonces, reparó en el nuevo look de Lena, mirándola de arriba abajo. La qué era su jefa y su mejor amiga solía ir vestida con una blusa y una falda de tuvo o con algún elegante traje de chaqueta o un ajustado vestido. En lugar de ello, vestía unos vaqueros, una camiseta blanca y, lo que más llamó su atención, una chaquera de cuero negro. Además, sus cabellos estaban completamente sueltos, no los llevaba recogidos en un moño o en una coleta, como solía llevarlos –. Parece que el viaje te ha sentado bien.