En el norte del país, escondida entre las montañas, se situaba una base militar construida por los soviéticos en los años 50 y que había quedado abandonada desde que terminó la Guerra Fría. Sin embargo, volvía a estar operativa desde hacía diez años, utilizada como cuartel general por las tropas rusas enviadas por el Kremlin para apoyar a las fuerzas gubernamentales en la guerra civil en la que el país estaba sumido desde hacía décadas.
Sídorov era quién dirigía las operaciones rusas en ese país. Era uno de los mejores y más veteranos oficiales del ejército ruso y su ayuda era fundamental para que las fuerzas gubernamentales mantuvieran a raya a los rebeldes. Aunque, muchas veces lo hacían a costa de arrasar aldeas enteras matando a mujeres y niños.
Al gobierno ruso le incomodaba mucho la forma de trabajar de Sídorov, todo un nostálgico de la Guerra Fría que acostumbraba mucho a desobedecer sus órdenes. Le hubieran destituido hacía tiempo, pero el General aún tenía muchos amigos influyentes en Moscú. Afortunadamente, en Kasnia había un enorme control sobre los medios de comunicación y sus atrocidades quedaban más encubiertas que las que cometió en Siberia o en el Caucaso.
Creyeron que, enviándole a ese país, se quitaban un problema de encima. Sin embargo, en la década que había pasado en ese país, Sídorov se había hecho mucho más fuerte. Los soldados rusos desplegados en territorio kasniano le obedecían fielmente y su influencia sobre el débil y corrupto gobierno de ese país era mayor, incluso, que la del mismo Kremlin.
Se podía decir que Kasnia era el patio privado de Sídorov, quién se encontraba en esos momentos en su despacho hablando con uno de sus subordinados.
– ¿No habéis encontrado a nadie? –preguntó.
El subordinado negó con la cabeza antes de contestar.
– Desde qué la Liga de las Sombras fue desbaratada, sus miembros han desaparecido, cómo si fueran fantasmas. Debemos buscar nuevos asesinos, señor.
El General dio un golpe de cólera en la mesa.
– Ningún asesino aceptará un trabajo en el que ha fracasado la Liga de las Sombras.
En esos momentos, la puerta fue echada abajo, sorprendiendo a los dos oficiales rusos, y la figura femenina entró en el despacho.
– Debiste enviarme a mí –dijo furiosa –. Yo la habría matado en cuestión de segundos. Así –agarró al oficial subordinado y le rompió el cuello con su mano en cuestión de segundos; como hizo con aquel oficial en Siberia.
Arrojó el cadáver a los píes de Sídorov, quién tragó saliva aterrado, pero se mantuvo firme.
– Ya té dije que es peligroso. Podrías revelar tú existencia antes de tiempo a los americanos. Ya corriste un riesgo demasiado grande cuando fuiste a París. Tenemos la suerte de qué Superman está fuera del planeta pero, si descubren tu existencia, podrían traerlo de vuelta y, entonces, serían dos contra uno.
La mujer se mostraba cada vez más furiosa.
– Estoy harta de esconderme aquí. Ya me he entrenado lo suficiente para ser más fuerte qué esa zorra americana. En Siberia dijiste que estábamos a punto de comenzar la operación, pero seguimos aquí parados sin hacer nada.
– Ya té he dicho muchas veces qué no podemos hacer nada hasta que Lena Luthor sea eliminada. Es la única persona capaz de fabricar la única materia en el mundo qué puede dañarte. Eso le daría ventaja a los americanos sin tan siquiera tener a Superman.
La mujer se encaró más a él hasta que la espalda del General quedó pegada a la pared.
– Parece qué me subestima, General. No es lo que decía cuando me encontró en aquel páramo de Siberia. Recuerdo qué dijo que era muy poderosa y qué lo sería mucho más.
El General seguía aterrado, pero empezó a ponerse furioso también.
– No sabes la suerte qué tuviste de que fuera un oficial amigo mío quién te encontró. Otro té hubiera entregado a nuestro gobierno y té tendrían cómo una rata de laboratorio. Yo té puse en el camino de una causa mejor.
La mujer descargó un fuerte puñetazo, pero este pasó cerca de la cara del ruso y se estrelló contra la pared, provocando un gran agujero.
– ¿Cree que soy un cachorro abandonado en una carretera, General? –dijo la mujer desafiante –. No le necesito. Ni a usted ni a sus malditos peones. Si accedí a ayudarles es porque me prometió qué formaría parte de algo grande. Pero, hasta ahora, sólo he conocido entrenamiento y más entrenamiento. Tal vez, debería romper esta sociedad.
Sídorov ya no ocultaba su miedo. Hasta entonces, había conseguido contener a la bestia con sus palabras. Pero ya estaba perdiendo la paciencia y cada vez le costaba más convencerla. Por primera vez en mucho tiempo se sintió impotente. Tenía décadas de experiencia militar a sus espaldas y, sin embargo, en esos momentos no sabía que hacer para salir de esa situación.
No obstante, su salvación llegó en esos momentos. Un oficial de rango muy inferior entró en el despacho a toda prisa.
– ¡General! ¡General...! –se quedó petrificado al ver lo que estaba ocurriendo y se asustó al ver el cadáver del otro oficial.
– Tranquilo, no pasa nada –dijo Sídorov tratando de aparentar tranquilidad –. Dinos qué ocurre
El oficial tragó saliva antes de comenzar a hablar.
– Acaba de llamarnos uno de nuestros informadores en norteamérica. Lena Luthor se ha marchado. No se sabe donde ha ido, pero si qué estará fuera mucho tiempo. Algunos hablan de qué, incluso, podría no regresar jamás.
Sídorov comenzó a reír.
– La suerte por fin nos sonríe –miró a la mujer –. El gran momento ha llegado. La Operación Hija Roja dará comienzo inmediatamente. Ahora, deja qué té enseñe tu nuevo uniforme. Ese mono gris que llevas puesto no es el adecuado para encabezar una revolución.
La mujer sonrió maliciosamente cuando el General sacó aquella maleta y le mostró su contenido.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
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HIJA ROJA (Supercorp)
FanfictionCuando Lena Luthor descubre que Kara Danvers es Supergirl, su amistad se pone en peligro. Sin embargo, esta situación hará que entre ambas se den cuenta de que los sentimientos que tienen la una por la otra no son solo de amistad. Mientras, una peli...