Capítulo 29

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No sé cuánto tiempo he estado aquí, pero deben de ser horas, la luz es casi inexistente, aunque eso no impide que pueda ver, la visión nocturna de los demonios puede llegar a ser muy útil. Decido volver para adentro e ir a mi cuarto a darme una ducha, como mi abuela me solía decir, nada mejor que una ducha caliente para relajar el cuerpo.

Utilizo mi velocidad demoníaca para llegar rápidamente a mi habitación, al entrar no veo a Amón por ninguna parte, lo cual me resulta un poco extraño, pero me imagino que aún estará con Mazikeen hablando, aunque no sé si eso es bueno o malo.

Me meto a la ducha y dejo que el agua caliente haga su efecto, siento como mis músculos se desentumecen, mi piel coge algo de calor, y como poco a poco me voy relajando. Salgo del baño con una toalla enrollada al cuerpo, ahora que lo pienso, ¿qué ropa me pongo?, miro en mi antiguo armario y me sorprendo al ver que está toda mi ropa, tal y como la dejé cuando me fui.

Me pongo un conjunto cualquiera, me pondría el pijama, pero aún falta la hora de la cena, y como recordatorio de eso, mi estómago ruge en protesta por la falta de alimento. Me dirijo al comedor a velocidad pausada, no por tardar más, sino para ver si encuentro a Amón por el camino, no lo veo desde la hora de la merienda y me gustaría hablar con él.

Llego al comedor y no veo a nadie, ni a Amón, ni a Mazikeen; frunzo el ceño, todo este silencio no me gusta, prefiero las discusiones graciosas que tienen Carson y Amón, Carson, le echo de menos, ¿estará bien?, ¿estará teniendo cuidado?, conociéndole, yo diría que no.

-No la encuentro por ningún lado - salgo de mis pensamientos al oír la voz de Amón.

-Yo tampoco, la he buscado por todos sus lugares favoritos, no sé dónde más buscar - oigo decir a Mazikeen.

-¿A quién buscáis? - les pregunto mientras entran, ambos se me quedan mirando - ¿y bien? - pregunto con el ceño fruncido y levantándome de la silla.

-Amalia - dice Amón y antes de que me dé cuenta, ya estoy siendo abrazada, o mejor dicho, asfixiada, por Amón - ¿dónde te habías metido?, llevamos buscándote horas.

-Estaba en lo alto del torreón sur, admirando el paisaje, no tiene nada que ver con el de la manada, pero algo es algo - digo con dificultad por el abrazo de Amón.

-¿El torreón?, hace años que nadie sube ahí - dice Mazikeen.

-Es el lugar con mejores vistas del castillo - digo intentando aflojar un poco el agarre de Amón - Amón, no me dejas respirar.

-Perdón - me dice mientras afloja, pero no me suelta, igualmente, yo suspiro aliviada - la próxima vez dime a dónde vas a ir, yo pensaba que te habrías ido al cuarto, y cuando no te encontré ahí me preocupé muchísimo.

-Lo siento - digo sinceramente.

-Lo importante es que estás bien - dice Mazikeen con una sonrisa - además, es la hora de la cena.

-¿Vas a comer? - le pregunto.

-No, no sé si te fijaste, pero tampoco comí en la merienda - dice un poco avergonzada, aunque no sé de qué - no puedo comer muy seguido, pero me gusta verte mientras comes, siempre hablábamos mientras lo hacías.

-Bueno, querrás decir que tú hablabas, yo estaba comiendo, apenas podía hablar, me la pasaba todo el tiempo asintiendo - digo divertida al recordar nuestras “conversaciones”.

Mazikeen empieza a reír de mi comentario, y no es la única, también yo me reí, Amón nos miraba sin entender, pero lo importante era que nosotras nos entendíamos. Es curioso pensar que hace menos de 24 horas no quería verla ni en pintura, y ahora me estoy riendo con ella sobre algo del pasado, está claro que no tengo remedio, salí a mi abuelo.

La cena fue servida, esta vez fui yo quien hablaba con Mazikeen, básicamente recordando los buenos tiempos, al fin y al cabo, no todos fueron malos, incluso cuando estuvimos en el castillo, al principio sí que estábamos juntas y hacíamos cosas juntas.

Al final de la cena nos despedimos de Mazikeen y volvimos a nuestra habitación, el camino fue en completo silencio, pero no uno incómodo, sencillamente no hacía falta decir nada. Al entrar al cuarto, me fui al armario y saqué mi pijama.

-¿Y yo qué me pongo? - me pregunta Amón, ahora que me fijo, sigue con el mismo traje con el que nos casamos.

-Pues no lo sé, yo tengo ropa en el armario de cuando vivía aquí, pero no creo que te valga, lo comprobamos cuando te presté mi ropa en la cabaña - digo lo último con gracia y me río un poco.

-No tiene gracia - dice de brazos cruzados - a simple vista se nota que soy más grande que tú.

-Cierto, iré a preguntarle a Mazikeen - Amón asiente y yo salgo del cuarto.

¿Cómo es posible que no me diera cuenta hasta ahora que él estaba con ese traje?, a ver, yo me quité el vestido de novia cuando me fui a la ducha, debí haberlo imagino o notado, creo que volver a este lugar me está afectando. Voy a la habitación de Mazikeen lo más rápido que puedo, espero y esté allí, abro la puerta sin llamar, entro, y veo a Mazikeen en la cama con unos papeles.

-Mazikeen - la llamo.

-Amalia - dice sorprendida - ¿hay algún problema?

-Amón no tiene ropa.

-Oh, fallo de mi parte - dice y se levanta, apreta un botón en la pared y segundos después llaman a la puerta - adelante.

-¿Habéis llamado? - pregunta la chica que ha entrado.

-Sí, necesito que venga el sastre real lo antes posible - dice Mazikeen seria.

-Sí majestad - dice la chica y se va.

-¿El sastre? - pregunto confundida - no hace falta ropa a medida, solo algo con que cambiarse.

-Tonterías, mi cuñado no puede vestir cualquier cosa.

-¿Desde cuándo te importa la moda? - pregunto muy extrañada.

-A lo largo de los años, me he dado cuenta que es importante tener un buen aspecto, aporta seriedad, aunque parezca una estupidez.

-Valeeee - digo no muy segura.

-También le encargaré al sastre que te haga ropa nueva.

-No es necesario, aún tengo la antigua - digo algo incómoda.

-No te preocupes, si quieres puedes conservar la antigua, pero tampoco está demás que tengas ropa nueva - me dice con una sonrisa y un brillo en los ojos.

-Creo que el hecho de que yo tenga ropa nueva, te emociona más a ti que a mí - pienso en voz alta.

-Solo quiero consentirte un poco - dice encogiéndose de hombros sin quitar su sonrisa y el brillo de sus ojos - vuelve a tu cuarto, yo me encargo de recibir al sastre y mandarlo allí.

Mazikeen me da un par de empujoncitos cariños hacia la puerta, yo la echo una mirada de confusión y extrañeza, pero no digo nada y salgo de su cuarto, ella se va dirección a la entrada, y yo me vuelvo a mi habitación. Al entrar me encuentro con Amón en toalla, a lo cual me pongo roja.

-Parece que alguien quiere imitar a los tomates - dice Amón con gracia, para posteriormente reírse en mi cara.

-Vamos a ver quién imita a los tomates cuando lleguen Mazikeen y el sastre y te vean así.

Amón deja de reírse de golpe y me mira con confusión y un poco de miedo, imagino que por la sonrisa maliciosa que he puesto. Ahora soy yo quien ríe, y no tengo intención de parar, Amón se vuelve al baño a toda prisa, imagino que a cambiarse, y yo me empiezo a reír con más ganas, al final lo del sastre me ha venido bien.

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Siento mucho no haber actualizado antes, pero ahora me encuentro en exámenes, por lo que no tengo mucho tiempo para escribir, pero prometo que en cuanto acaben volveré a actualizar más seguido.

Amalia *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora