Capítulo 34

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Estoy tan feliz, hoy son las fiestas del pueblo humano donde me estoy quedando, estoy deseando poder pasarlo con Samael, solo espero que pueda venir, pero, CLARO QUE SÍ, él vendrá y pasaremos un gran día juntos, estoy segura.

-Samy - YA ESTÁ AQUÍ.

-Hola Samael - digo con alegría, él niega con la cabeza.

-Sabes que me puedes llamar Sam, Samy.

-Lo sé, pero se me hace raro - digo avergonzada.

-No tienes porqué preciosa - dice y me besa.

-Para Samael, ésto no es apropiado - digo completamente roja.

-¿Por qué?

-Porque no estamos casados, no puedes hacer esas cosas, si te viera la gente.

-Me da igual lo que digan, y a ti también debería darte igual, nos amamos y somos agnes, ¿cuál es el problema?

-Que éste es el mundo humano, las cosas son diferentes - él se encoje de hombros.

-Lo dicho, no me importa - dice despreocupado.

Después de eso ninguno de los dos habló en el resto del camino, pero no era un silencio incómodo, sino uno de no hace falta decir nada. Al poco llegamos al pueblo, la gente iba y venía, y todo el lugar estaba decorado, por no hablar de la música que inundaba el lugar.

-¿Bailamos? - me pregunta Samael con una sonrisa.

Yo solo asiento y me dejo guiar por él a la zona donde todos bailan, se les ve a todos tan contentos, que su alegría es contagiosa. Además, con un chico tan guapo contigo, habría que estar loca para no aceptar, seré la envidia de todas las chicas solteras del lugar, incluso de las que tienen novio o están prometidas; lo siento chicas, este hombre es mío.

Samael y yo empezamos a bailar, y no sé si es el ambiente, la música, o el hecho de estar con el chico más guapo del lugar, y que ese chico sea mi agne, pero me siento como en una nube. Y hablando de nubes, unas negras con mala pinta cubren todo el cielo, y como era de esperarse, la lluvia no se hizo esperar, maldita vida.

-Mejor vámonos, algo me dice que no piensa parar pronto - me dice Samael medio arrastrándome entre la gente.

-Eso parece - digo de mala gana, con lo mucho que deseaba que llegase este día.

-Iremos a tu casa.

-¿Mi casa? - pregunto confundida.

-¿No esperarás que vayamos a la mía?, acabaríamos empapados antes - me dice con su típica sonrisa.

-No estamos casados - digo horrorizada.

-Deja ya esas cosas de humanos, ninguno de los dos lo es.

-Pero, pero...

-Pero nada.

No acepta ninguna protesta más de mi parte y me sigue arrastrando entre el tumulto de gente, la cual intenta también refugiarse de la lluvia. No tardamos mucho en llegar a mi casa, la cual se encuentra a las afueras del pueblo, justo al lado del bosque, es por ese motivo por lo que nadie la quería, tienen miedo de que sea la primera casa a la que ataquen los demonios si alguna vez deciden invadir el pueblo.

La casa no es muy bonita, es bastante vieja, y la parte de afuera está algo descuidada, por no decir mucho, pero tampoco es que tenga el dinero necesario para arreglarlo, apenas llego para pagar la renta y poco más. Al abrir la puerta y dejar pasar a Samael, la sensación de desazón fue peor, el interior es un poco mejor que el exterior, pero no mucho.

Amalia *Completada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora