1. El chico guapo y peligroso.

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HISTORIA:
Yo, drogada de Amor
Él, borracho de Odio
•••


Mi corazón palpitaba con fuerza sobrehumana. Tenía miedo, mucho miedo de encontrarme con él, la persona que se había propuesto atormentarme la vida desde el primer instante que cruzamos miradas. Algo dentro de mí me dijo que él me estaba buscando, las miradas que me dedicaban los demás (con compasión), me indicaba que él ya había llegado, "el monstruo pedía su presa".

Todo eso había iniciado el primer día de clases hace un mes, el profesor había iniciado una clase difícil aunque para mí no lo era. Alfonso Herrera había contestado pero yo (me arrepentiré para siempre) lo corregí contestando bien al profesor. Desde esos malditos segundos Alfonso me la tenía jurada, desde ese momento cada vez que nos vemos me empuja, insulta y se burla. Me obligaba a hacer alguna de sus tareas, botaba mis libros o mi mochila. Y yo no hacía absolutamente nada.

Comencé a caminar rápido, iba a girar en la esquina del pasillo para poder esconderme en el baño de mujeres, cuando me choqué, al principio creí que era un muro por la fuerza de aquel objeto, pero al abrir los ojos y sentir los bellos erizarse, sabía que era alguien. Un alguien que estaba deseando evitar. Levanté la mirada para mirarle fijamente, sus ojos verdes centellaban extrañamente al tenerme al frente.

Alfonso Herrera me había encontrado.

Pasé saliva con dificultad y retrocedí unos pasos instintivamente, pero él me sujetó fuertemente del brazo evitando que me moviera un centímetro más. Los que estaban alrededor empezaron a irse, como siempre, nadie quería verse inmiscuido con Alfonso, aquel chico que parecía haber sido sacado de alguna película de psicópatas o asesinos en serie.

Sonrió de oreja a oreja, sus compinches lo imitaron.

-Váyanse.-ordenó Alfonso a sus seguidores con una voz fría a la vez que neutra.-¡Que esperan! ¡Váyanse!

Sus seguidores no dudaron ni un segundo en retirarse rápidamente como los demás lo habían hecho. Mi corazón comenzó a latir más rápido y mi cuerpo empezó a temblar, el pasillo estaba totalmente desierto e incluso si gritaba, nadie podía escucharme para rescatarme a tiempo.

-¿Creías que lograrías escapar de mí? -me preguntó enarcando una de sus cejas negras. -Bueno, como sea... disfruto la persecución y caza.

Quise responder algo pero nada salió de mis labios. ¿Por qué me dejaba controlar por este chico? ¿Por qué no podía defenderme? Yo era fuerte, tranquilamente podía patearlo o darle un puñete, acusarlo con un Prefecto o algo pero no podía. Yo disfrutaba del dolor que él me causaba.

-Déjame tranquila. -le dije, aunque mi voz salió débil. -Puedo gritar.

-Quieres, pero no podrás.

Intenté soltarme pero él me estrelló contra la pared fuertemente, pero guardando cierta delicadeza de no golpearme mucho, con sus manos cogió mis brazos y los apoyó contra el frío muro. Solté un quejido, me moví pero era imposible soltarme. Nuestros rostros quedaron a centímetros de distancia y pudimos observarnos bien mutuamente, yo volví a examinar sus perfectas facciones, los ojos verdes que me atormentaban, los mechones oscuros que le caían por la frente, el tono blanquecino de su piel y los perfectos pómulos que poseía. Un chico guapo y peligroso.

-¿Qué es lo que quieres? -dije con dificultad. -Si es por la tarea de historia la tengo en la mochila.

-No solo vengo por eso. -Respondió. Rozó sus labios con la piel de mis mejillas y fue bajando hacía mi cuello. -Cada día te estás volviendo más apetitosa.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Acercó sus labios a los míos. Creí por un momento que me iba a besar aunque solamente me rozó lentamente, para luego soltarme los brazos y arrancarme la mochila de mi espalda. La abrió de una forma poco cuidadosa botando al suelo algunas de mis cosas, hasta que encontró el papel impreso de su tarea; tiró mi mochila al suelo.

-Nos vemos luego Dulce. -dijo con la misma voz fría de siempre.

Justo en ese momento el timbre tocó indicando que los alumnos se dirigieran a sus salones.

***

En la hora del almuerzo decidí que era mejor quedarme en la biblioteca o en algún otro lugar, en lugar de arriesgarme a encontrar con Alfonso en la cafetería para que empezara a burlarse de mí al frente y con los demás. La biblioteca estaba cerrada por lo que me quedé en una de las escaleras de los pasadizos menos transitados y solitarios, saqué un libro nuevo que me habían comprado e inicié mi lectura al mismo tiempo que escuchaba música con mi mp4.

Solo sentí como unas manos quitaban bruscamente los audífonos de mis oídos para luego botar el libro que tenía entre las manos. Giré sobresaltada para toparme con dos ojos verdes que me miraron con sumo desprecio. Con un fuerte agarre me levanto rápidamente de la escalera.

-¿Qué pasa? -solté alarmada.

Me miró, sus ojos demostraban un enojo fuerte y potente pero sus labios se curvaron en una sonrisa de comercial.

-El puto trabajo. -habló, su agarre fue más fuerte. -El puto trabajo que me entregaste resultó siendo una porquería.

Tenía que admitir que le había dado un trabajo mal hecho a propósito, para cobrármela, aunque ahora me estaba arrepintiendo mucho.

-Yo... yo...

El enojo se borró de sus ojos para quedarse llenos de perversión.

-Dulce. -Su voz salió ronca. -Me las pagarás.

-¿Me vas a... a... pegar?

-No.- respondió. -No te voy a pegar.

Pateó la mochila en el suelo quitándola de su camino, me volvió a poner contra la pared como lo había hecho en la mañana. ¿Qué iba a hacer? Lo averigüé cuando sus labios se presionaron contra lo míos, su beso y lengua fueron bruscos, sin ternura ni delicadeza. Quise apartarlo pero no pude. Mis ojos se abrieron como platos cuando sentí una de sus manos por debajo de mi blusa.

-Sue-suel-tame. -me movía.

Alfonso se apartó de mí rápidamente, yo me quedé apoyada contra la pared con la respiración entrecortada. Él ni siquiera tenía arrepentimiento en sus ojos cuando me miró, se limpió los labios con la manga de su jersey negro y se acomodó la ropa borrando evidencias de cualquier forcejeo.

-Escucha con atención -su voz era sería pero su rostro demostraba cierta ironía o placer. -Cada vez que hagas algo como lo de Historia me la pagarás de esa manera, ¿te quedo claro? Me pagarás con tus... "servicios".

Yo lo miraba, lágrimas amenazando con salir de mis ojos. Nunca había besado a nadie, y ese maldito me había arrebatado mi primer beso.

Se dió media vuelta y comenzó a caminar tranquilamente hacía el lado opuesto de donde estábamos.

-Te odio. -le dije, no me importaba su reacción.

Paró en seco para girarse y mirarme fijamente a los ojos. Una sonrisa surcó sus delgados labios.

-Lo sé. -respondió. -Y me encanta.

•••

Aquí el primer capítulo para que se den una idea de lo qué estará pasando con éstos dos.
Nos estamos leyendo pronto.
🤗

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora