32. Especial Ginny y Charlie.

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Las cosas entre Dulce y Alfonso iban más que bien, pero yo, al igual que mi mejor amiga, me hallaba un poco preocupada por Charlie

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Las cosas entre Dulce y Alfonso iban más que bien, pero yo, al igual que mi mejor amiga, me hallaba un poco preocupada por Charlie.

Aunque una parte de mí, en el fondo de mi subconsciente, me sentía alegre al saber que Charlie ya no seguía con Dulce. Algo que no le había contando a mi mejor amiga, me empezaba a torturar prácticamente desde la primera vez que había conocido formalmente al chico de ojos verdes. Pero lamentablemente esos ojos no se fijaron en mí, sino en Dulce.

Aun así yo seguía mostrándome perfectamente bien, Dulce era mi mejor amiga y nunca intervendría en una relación que por lo visto tendría futuro, pero me alegro saber que no lo hacía.

Seguí caminando por los pasillos, el castigo levantando por el director hacia Alfonso y Dulce los había prácticamente condenado a permanecer limpiando la cafetería por el resto del día. Mi finalidad era lograr encontrar a Charlie, lo llevaba buscando durante un tiempo aunque posiblemente él se encontraba en el baño de hombres. Un lugar al cual no podía ir a buscarlo, ¿o si? No.

Después de estar vagando durante un buen rato logré encontrarlo apoyado en uno de los casilleros con un libro entre las manos. Ya estaba sin ningún rastro de comida.

—¿El señor lector? —pregunté divertida mientras me acercaba.

Charlie levantó la vista para sonreírme ampliamente, sentí un temblor invadir mi cuerpo durante unos segundos.

—Diré que son poemas para que no me taches como inculto. —respondió.

Solté una risa ante el recuerdo del que había sido la época del admirador secreto. Ahora las cosas entre Charlie y Alfonso parecían haber mejorado, o al menos eso es lo que el primero me había contado días atrás.

—No tengo ánimos de tacharte como inculto. No después de la pequeña guerra con la perra.

—¡Qué clase de vocabulario señorita! —rió. —Y yo pensé que eras toda una eminencia.

—Cállate, nene. —dije imitando el dejo de los argentinos, ese dejo simplemente me encanta.

—¿Y ahora donde están? —preguntó —¿Limpiando la cafetería?

Asentí con la cabeza.

—¿Crees que debamos ir a ayudarlos? —pregunté pero luego ambos reímos ante la sugerencia.

—Tú sola iras, porque yo no me muevo. —respondió.

—Muy cierto.

El silencio siguiente pareció no importar ya que yo me quedé absorta mirando sus ojos al mismo tiempo que él me miraba de la misma manera. Una sonrisa surcó sus labios que me obligó a dejar mi gesto de babosa para responderle la sonrisa. Casi de una forma inconsciente tuve la necesidad de besar sus labios pero me obligué a mi misma a apartar esos pensamientos.

—Eres linda. —susurró Charlie causando que mis mejillas se sonrojaran. —Más linda de lo que pensaba.

Nuestras respiraciones parecieron cortarse durante unos segundos. Su mano cogió la mía en un gesto lleno de ternura y sus dedos se entrelazaron con los míos. No sabía como reaccionar, ¿no se suponía que el seguía enamorado de Dulce? O simplemente la había olvidado más rápido de lo que yo pensaba.

—Gracias. —tartamudee.

La sonrisa se hizo mas amplia en su rostro, como si estuviera divertido de lo que eran mis vagos intentos por mantener el control en frente de él. Parece como si se hubiera dado cuenta de como me estaba sintiendo, digo, ¿que chica no se sentiría de esa manera estando con un chico tan lindo como él? Pero una sensación de naturalidad cuando estaba con él era lo que en realidad causaba esa especie de conexión sin palabras.

Solo esperaba que yo no fuera la única que sentía esa conexión entre nosotros.

—Esto es extraño. —confesó Charlie absorto mientras me miraba. —Simplemente extraño pero... genial.

Nuestros rostros comenzaron a acercarse lentamente, con cautela sin querer apresurar lo que era un momento realmente mágico y agradable que no podía ser arruinado por el apuro o las ansias.

Cerré mis ojos como había visto en las protagonistas de las numerosas películas románticas que daban por TNT, porque un beso es lo que iba a pasar ¿no?

Cada segundo que demorábamos en acercarnos se estaba semejando una eternidad para mí, pero no pensaba en apresurarlo y si lo hacía yo no era exactamente doña experta besuqueando como para poder dar una sorpresa. Había besado una sola vez a un chico en mi vida, en primaria por una estúpida apuesta.

De repente todas las ideas que algún momento había tenido dentro de mi cabeza parecieron desvanecerse cuando sentí los labios de Charlie sobre los míos. Lentos, suaves y tiernos. Una especie de viento pareció elevarme de la tierra tentándome a tocar el cielo, instintivamente me acerqué un poco más eliminando la cercanía de nuestros cuerpos. Él me recibió encantado pasando sus manos por mi cintura. Todo lento y comprensivo. Sin apuros o ansias.

Cuando el beso terminó, pude sentir como de nuevo iba cayendo a tierra sin control hasta que me topé con la realidad de lo que había pasado. Mis ojos se abrieron de golpe ante la sorpresa, ¿de verdad había pasado eso? Charlie seguía mirándome, esperando alguna clase de reacción positiva o divertida ya que su sonrisa parecía seguir intacta a pesar de nuestra cercanía labial hace unos segundos.

—Eso fue... —antes de que pudiera completar la oración pude ver que los labios de Charlie habían quedado un poco manchados gracias a mi brillo labial. —Eh... no quiero arruinar el momento pero tienes mi brillo labial cacao-moca-cacao.

Mis palabras lo tomaron de sorpresa e inmediatamente se llevó una de las mangas a los labios para limpiarse cualquier rastro de mi labial. Noté sus mejillas tan sonrojadas como las mías, ambos teníamos dieciocho años pero ahora nos estábamos comportando como chiquillos en lo que parecía ser un primer beso.

—Francamente eso no me lo esperaba. —me dijo divertido y avergonzado. —¿Cacao-moca-cacao? ¿Eso no es de Sunny entre estrellas?

—Corrección. Ese labial sí existe porque yo lo uso. ¿Y como sabes que es sunny entre estrellas?

—Créeme que cuando estás mortalmente aburrido eres capaz de ver cualquier cosa.

Ambos nos reímos. El beso más extraño y genial de la historia, en todos los aspectos posibles.

—Tengo hambre. —dijo entre risas. —Todo mi almuerzo terminó en el piso de la cafetería.

—Buen punto.

Era cierto, después de nuestra batalla campal durante el almuerzo, nuestra comida al igual que la comida de la mayoría de personas involucradas había terminado en el suelo y no en sus estómagos.

—¿Crees que la heladería cruzando la calle este abierta? —preguntó —Ya falta poco para que terminen las clases y podamos pasar por Alfonso y Dulce para que nos acompañen.

Le dediqué una amplia sonrisa. Hasta el momento no me había percatado que nuestras manos seguían entrelazadas.

—Buena idea. —le miré fijamente a los ojos. —¿Cual es tu helado favorito?

—Chocolate.

Reí. —¡Ese es mi helado favorito!

Sonrió a mi dirección mientras cogía con una de sus manos un mechón de mi cabello.

—Por eso mismo lo dije.

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El próximo capítulo regresamos a nuestra parejita principal. 🤗

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora