Día para recordar que te acostaste con un reverendo imbécil.
El instituto estaba tranquilo, nada fuera de lo común. Ginny se había puesto unos vaqueros con una blusa negra y no sé en donde había encontrado un gorro negro que parecía de pesca. Parecía una espía-guardaespaldas, y se comportaba como tal. Caminaba adelante mío, miraba a los dos lados y me hacía una señal para que la siguiera.
—Estás exagerando. —le dije cuando llegamos a mi casillero. —En serio... estás exagerando.
Ella retornó su mirada a mí enarcando una ceja.
—Soy Cameron Díaz en los Ángeles de Charlie, déjame vivir mi fantasía.
Por primera vez en el día solté una risa, Ginny sí que se tomaba en serio su papel. Aún faltaban varios minutos para que tocara el primer timbre por lo que retornamos al aparcamiento y nos sentamos en una de las sillas disponibles. Unos cuantos chicos de natación se hallaban con sus buzos haciendo ejercicio corriendo alrededor del aparcamiento, ni siquiera tuve el valor para poder ver si uno de ellos era Alfonso. Giré hacia Ginny.
—Dios quiera que no sea uno de esos. —murmuré.
—Mira, si nota que estás temerosa por él, le vas a dar mas motivos para estar con su actuación de míster importancia.
Bufé sarcásticamente, Alfonso sabía a la perfección lo que yo sentía por él, eso era demasiado obvio para el gusto.
—Como si no actuara así todo el tiempo.
—¿Trajiste su buzo? —preguntó Ginny.
Asentí desganadamente, se hallaba en mi mochila dentro de una bolsa.
—¿Quieres que se lo entregue?
—Más tarde. —respondí. —Ahora no tengo ganas de buscarle o algo por el estilo.
Seguimos mirando al equipo de natación de una manera natural, nuestro objetivo no se encontraba entre ellos por lo que me quedé más tranquila. Tocó el timbre y nos tuvimos que separar para poder ir a nuestras respecticos clases, Ginny me recomendó que si me lo encontraba por alguno de los pasillos no me pusiera nerviosa, sino que pasara de frente y si él quería hablarme no tenía mas opción que enfrentarme a mi destino. Para mi mala o buena suerte no lo encontré por los pasillos, antes de doblar la esquina pude ver a Anahí con sus amigas conversando animadamente. Pasé al frente de ellas deseando ser invisible pero por lo visto se percataron de mi presencia.
—Miren a quien tenemos aquí. —rió Anahí. —Dulce María.
Sus amigas celebraron sus palabras.
—¿Qué quieres? —solté con desgano.
Una sonrisa de venenosa diversión invadió su rostro.
—Solo quería asegurarme de que no hubiera resentimiento entre nosotras.
Enarqué una ceja, no tenía la menor idea de lo que la tipa esa me estaba hablando; pero no pensaba dejarme.
—Ósea, me refiero a lo mío con Alfonso, entiendo que eran amigos cercanos y todo.... pero. —suspiró hipócritamente. —Bueno, ahora que está conmigo, eso cambia las cosas, ¿no?
Faltaban tan solo unos pocos segundos para que cometiera un asesinato a sangre fría.
—¿Novios?
La amiga de Anahí intervino con el mismo aspecto de chica popular.
—Obvio. Alfonso le pidió a Anahí ser oficialmente novios ayer por la tarde.
Si era por la tarde, era imposible. Porque yo había estado ayer con él, hasta eso de las cuatro.
—No te lo creo. —dije firmemente.
Anahí amplió más su sonrisa, al igual que sus amigas.
—Deberías creérmelo, es más... me lo pidió ayer en la noche en su apartamento. He incluso me contó lo que había pasado en la fiesta de su hermano... wau Dulce, dentro de tu apariencia no cualquiera pensaría que eres una perra.
—¡¿Qué?!
Anahí cruzó sus brazos, venía algo que no me iba a gustar en lo absoluto.
—Todo el instituto sabe que ayer te acostaste con Alfonso... ah, pero no creas que yo se los dije. —rió. —Fue él mismo. Adam debe pagarle veinte dólares, ya que la apuesta había sido si lograba meterte en la cama antes del lunes. Por lo visto, Alfonso ganó la apuesta.
Una especie de dolor mezclado con desesperación me inundó desde el centro de mi estomago hasta arriba, Anahí me mandó un besito volado mientras que seguía caminando con sus amigas riendo a todo volumen. Eso no podía ser cierto, Alfonso no se atrevería a hacerme eso ¿o sí? Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, no podía controlarlas en lo absoluto. Salí corriendo directamente al baño de chicas y me encerré en uno de ellos. Comencé a llorar lentamente, sin hacer demasiado ruido. Escuché que la puerta del baño se abría y un par de chicas entraba, no sabía quienes eran pero parecían reírse de algo. Presté atención a lo que decían.
—¿Así que Alfonso ganó la apuesta? —dijo una.
—Sí, metió a la cama a esa estúpida de Dulce. —contestó. —¿Epico no?
Ambas rieron y yo tenía intenciones de meter mi cama en el lavatorio e intentar ahogarme. Abrí la puerta ligeramente y pude distinguir a un par de chicas, eran porristas. Volví a cerrar la puerta y esta vez me dejé caer en el suelo abrazando mis piernas. Era un dolor demasiado grande para el gusto, era como ser consumida lentamente por una fuerza desconocida. Y esa sensación en mi pecho, podía sentir mi corazón rompiéndose lentamente. No salí del baño, ni fui a mis clases... solo quería llorar.
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—¿Dulce?
La voz de Ginny me llegó, recién pude levantarme del frío suelo en donde había estado casi todo el día. Abrí la puerta del baño y salí hacia la zona de los lavatorios, Ginny me miró de pies a cabeza y vino hacia mi lado para abrazarme, lloré en su hombro durante un largo rato hasta que por fin pude calmarme un poco.
—¿Como me encontraste? —pregunté entre sollozos.
Ella dudó antes de poder contestarme, se veía demasiado contrariada para el gusto y eso era señal de malas noticias.
—Dulce, ¿sabes lo que las personas están diciendo sobre ti?
Bufé sarcásticamente. —¿Por qué otra razón estaría encerrada en esta porquería de baño?
Ginny agachó su mirada, ella entendía que en momentos como eso no había nada que podía ayudar a animarme.
—Lo odio. ¿Como pude ser tan estupida? —casi grité.
—Dulce... ¡Alfonso es el maldito imbécil!
Pegué un puñetazo contra uno de los laboratorios.
—Un día para recordar que me acosté con un reverendo imbécil. Dios, no puedo salir por la puerta... todo el mundo ¡aggg!
—Cálmate, Dulce. —puso sus manos sobre mis hombros. —Alfonso te las va a pagar. Yo misma le voy a romper todos los huesos que tiene en el maldito cuerpo... y de paso lo tiro a esa puta piscina de cuarta. —respiró ante su enojo. —Es un perro hueco de quinta categoría
Tapé mi rostro con mis manos.
—No hagas nada, solo se complicarían más las cosas.
—Dul. —dijo Ginny después de un tiempo. —¿No vas a dejar que las cosas sigan así por que sí?
No le contesté nada, ella puso su mano sobre mi hombro en una señal de que le pusiera atención, las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.
—Él tiene que pagar. Tal vez yo no lo haga pagar... pero tú sí.
—¿Y qué puedo hacer? —me sentía tan miserable.
—Dicen que eres una perra... compórtate como tal.
—¿Perdón? ¡No pienso hacer eso!
Ella me calmó.
—Mira... Alfonso luce a todos que te llevó a la cama, bien... pues luce tú a todos que él no es el único chico con el que estás en la cama. No digo que lo hagas, claro. Pero creo que sería una muy linda venganza ver el rostro de Herrera cuando vea que tú también tienes tu lado... maldito.
Ahora sí entendía lo que trataba de decirme.
—¿Qué sugieres que haga?
Ginny sonrió. —Tengo una gran idea.Se pasó, sí que se pasó. ¡Pobre Dul! Quisieramos que no fuera cierto, ¿verdad?
Ahora... ¿Cuál será la idea de Ginny?
😣
*Creo que con esta historia estoy siendo demasiado buena ya que les estoy trayendo mínimo un capítulo diario. Espero no mal acostumbrarlas.*
🙈
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DULCE & ALFONSO (TRENDY)
FanfictionTítulo Original: Yo, drogada de amor. Él, borracho de odio. (No re-subir) Autora: Nicky_Black (Fanfic.es) Historia Original: https://www.fanfic.es/viewstory.php?sid=19913&index=1 °°° Historia adaptada a D&P.