25. Te quiero.

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—¿Te hice daño? —susurró con el ceño fruncido

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—¿Te hice daño? —susurró con el ceño fruncido.

Con sus manos acariciaba mis pálidas mejillas, nuestros cuerpos se hallaban juntos. Negué moviendo la cabeza lentamente. Él no dijo nada más, se alejó para alcanzar mi ropa que estaba esparcida en el suelo, acomodó mi blusa por el derecho y me la extendió. Agradecí el gesto para luego los dos comenzar a vestirnos en silencio. Al terminar ambos nos giramos para fijar nuestras miradas, los ojos verdes parecían penetrarme de tal manera, y yo... no sabía como sentirme, ni siquiera sabía porque había estado llorando. Alfonso no me había respondido claramente ninguna de las preguntas, pero en cambio se me abalanzó encima para mostrarme ''la verdad'', ¿qué se suponía que significaba eso? Creí por un momento que Alfonso se iba a ir pero me equivoqué, se acercó más hacia mí atrayéndome a él delicadamente, no había ni deseo ni pasión o lujuria, solo delicadeza.

Desvió su mirada para concentrarla en el collar que seguía en mi cuello, con una de sus manos lo levantó, como si quisiera examinarlo. Pude ver en sus ojos la emoción de nostalgia.

—¿Tú me lo diste? —pregunté. —¿Tú eras mi admirador secreto?

Los ojos verdes brillaron un segundo a pesar de que su gesto era de completa indiferencia. Di una media sonrisa, Alfonso había sido todo el tiempo mi admirador secreto. Todas las cosas que había recibido, los poemas... él me los había enviado. Mi corazón dio un vuelco.

—Es fácil de adivinar. ¿Te gustó? —tartamudeó un poco. —Hum... los re-regalos.

Por primera vez en mi vida lo había visto así, nervioso o incluso dubitativo de sacar palabras nerviosas al momento de preguntarme o responderme algo.

—Sí. —contesté con igual dificultad. —Igual que los poemas... pero este collar es hermoso.

Una media sonrisa al estilo Edward Cullen se formó en su rostro.

—Me alegro que te guste. Era de mi mamá.

Abrí los ojos por la sorpresa, ¿su mamá? Si era cierto lo que me había contado Charlie sobre la muerte de esa señora, aquel collar debía significar demasiado para Alfonso. ¿Entonces por qué me lo había regalado?

—Esto debe ser muy especial. No debiste...

Posó sus dedos sobre mis labios para luego hacer un pequeño circulo con estos en mi cuello. Casi parecía un sueño la delicadeza con la que me estaba tratando.

—Mi madre murió hace tiempo, cuando yo era pequeño... este es el único recuerdo de ella y quiero que tú lo tengas.

No me atreví a preguntar el porqué o alguna otra cosa, no quería meter la pata cuestionando cada una de sus palabras.

—Gracias. —susurré en respuesta.

Asintió en forma de respuesta. Permanecimos unos momentos más en silencio, tan solo consolándonos con el tacto de nuestras manos entrelazadas distraídamente. Casi sin que nosotros nos percatemos de ese hecho.

—Lamento lo de tu mamá. —hablé torpemente sin querer que la conversación acabara.

—Cosas del destino. —respondió fríamente.

Antes de que pudiera seguir hablando o que el silencio llegara a nosotros, lo arriesgué.

—¿Que soy para ti Alfonso? —susurré en voz baja. —Solo dime eso. —imploré. —Por favor.

Levantó sus ojos verdes, esperé encontrarme con los típicos ojos fríos sin ninguna expresión o que se alejara, pero no hizo ninguna de esas cosas. Agachó la mirada, pude sentir su cuerpo tensarse aun cuando nuestro único contacto consistía en nuestra poca piel unida. Le había preguntado casi los mismo la noche en que le había dado mi virginidad, ¿ocurriría lo mismo? Se iba a alejar de mí sin decirme absolutamente nada, haciéndome sentir la persona más estúpida del mundo.

—Eres diferente.

No sabía como clasificar esa respuesta, si la mas mediocre o lo mejor que podía recibir de él, conociéndole.

—¿Diferente? —repetí insatisfecha.

—Nunca antes me había sentido de esta manera por una persona. —aunque su voz sonaba confusa parecía ser sincera. —No sé que es esto... es algo diferente... no puedo definirlo. Nunca antes lo había sentido.

Abrí los ojos como platos, ¿era posible que? ¡por favor! hace tan solo unos segundos había sido el chico frío que me hacía la vida imposible y ahora tenía uno de sus ataques de bipolaridad. No debía ilusionarme tan pronto, el dijo que era una sensación y emoción diferente. Esto podía significar muchas cosas como Ginny me había explicado hace tiempo, ¿una obsesión? ¿una adicción?

Tan pronto como la atmosfera se estaba poniendo cada vez mas íntima, Alfonso se alejó hacia el costado. Yo me quedé nula, sin poder decir nada en lo absoluto. Mientras habíamos tenido sexo él me había susurrado una serie de cosas: lo hermosa que era, lo mucho que me deseaba; había sido capaz de sentir su lujuria hacia mi cuerpo, hacia mí. Un temblor recorrió mi cuerpo, ¿eso era lo mismo que yo sentía por él? La cuestión de sentirme atraída al ''chico malo'' el cual luego cambiaría. Dios, podría ser más realista que eso.

—Ya es un poco tarde. —habló Alfonso. —Los de limpieza no deben tardar en venir... se supone que no deberíamos estar aquí.

Asentí en forma de respuesta. Arreglé mi cabello al igual que mis ropas, debía dar una apariencia de normalidad. Se suponía que debía sentirme completamente culpable, devastada por lo que había hecho. Engañar a Charlie. Haberlo engañado de esta forma tan vil... ahora debería estar revolcándome en el suelo por mi crueldad. Él, que había sido tan bueno conmigo.

Alfonso y yo caminamos en silencio fuera de los cambiadores, permanecimos juntos pero sin ni siquiera tocarnos. Eso parecía ser lo único que pasaba después de habernos entregado uno al otro, un silencio incomodo lleno de tensión que rara vez era roto, tan solo por unos microsegundos, y que luego volvía a como debía ser.

Me hallaba vacía, una sensación inmensa de vacío en el pecho pero aun así tenía que admitir lo mucho que había extrañado el tacto de Alfonso en mi cuerpo. Lo mucho que había anhelado sus besos, sus caricias... su contacto. Eso debía ser amor, ¿no?

Antes de llegar al aparcamiento Alfonso se paró bruscamente, dejándome a mi misma sorprendida. Su mirada mostraba lo concertado que se hallaba, casi perdido en una serie de pensamientos internos.

—No puede quedar así. —dijo seriamente pero en voz baja.

Eso me tomó de sorpresa, ¿acaso él...? De lo que podía haber sido considerada una expresión de por fin admitir sentimientos que muchas veces había negado, volvió al típico gesto calculador y frío. Volvió sus ojos en mí.

—¡Eres mía! —espetó con ira para que luego volviera a un tono ronco y frustrado. —No puedes estar con Charlie...

Pasé la saliva con dificultad.

—Claro que no puedo estar con él. —respondí. —No después de esto. Pero la cuestión es Alfonso, ¿si puedo estar contigo?

El cambio de pregunta, la repregunta que yo le había hecho dirigiéndola específicamente a él lo dejó sorprendido.

—¿De qué hablas?

Crucé mis brazos.

—Lo que tenemos es... obsesivo, una obsesión diferente. Pero eso no es lo único que yo quiero Alfonso. —mi voz flaqueó pero volvió a ser dura. —Quiero sentirme querida... no utilizada siendo reclamada como una propiedad u obsesión. Y estoy segura que por todo lo que me enviaste haciéndote pasar por mi admirador secreto demuestra que tú sientes lo mismo que yo siento por ti.

Alfonso seguía absorto, casi sin saber como reaccionar ante lo que le decía. Debía aprovechar esa oportunidad de dejar las cosas en claro.

—Aunque eso no disculpa lo que me hiciste anteriormente. Las numerosas veces que me maltrataste y humillaste. Especialmente... después de lo que había pasado entre nosotros, en tu departamento. ¿Como pudiste hacer eso?

Las lágrimas volvieron a mis ojos pero no salieron.

—Lo siento. —habló sin siquiera mirarme. —Lamento todo lo que te hice... especialmente eso.

—Aún queda una pregunta por responder. —exigí.

Vaciló por unos momentos, otra vez la presión que le daba le incomodaba. ¡Lo orgulloso que era! No quería dar su brazo a torcer. Eso lo notaba con tan solo mirarle.

—Eres mía y eso nunca va a cambiar.

—¡Yo no quiero ser simplemente tuya!

—¡Pero lo eres! —me tomó entre sus brazos, acercó sus labios a mi oído. —Pero lo eres...

Cerré mis ojos para aspirar su aroma masculino y embriagador.

—Me duele. —me quejé. —Duele que seas así... pero aún así... yo, yo te quiero.

Confesé. ¡Un momento! le había dicho a Alfonso que lo quería. Temblé de miedo ante su reacción, podía alejarse o rechazarme, conociéndole sería de la forma más horrible posible. Pero no hizo ninguna de esas cosas, acurrucó mis mejillas en sus manos y simple y sencillamente... me besó.

 me besó

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No sé sorprendan por estar dejando capitulo tan temprano, pero es que... ¿Cómo podía dejarlas así?
¿Se ilusionaron al igual que yo?
Bueno, en realidad la autora sintió que no era el momento para dar ese paso aún con Alfonso, pero pues algo es algo, ¿No?
Al menos Alfonso no la regó como en otras ocasiones. Ese final... ¿será una buena señal? 🤔

Les aviso que el siguiente capitulo será relatado por Alfonso 🙈

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora