10. Sacar la psicóloga de tu interior.

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Sherlyn es Ginny

Nunca antes me había dado cuenta que detrás del coliseo en donde practicaban deportes se hallaba un biohuerto, hubiera seguido en enigma si no fuera por el hecho que Ginny me había llevado a ese alejado y tranquilo lugar para poder conversar

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Nunca antes me había dado cuenta que detrás del coliseo en donde practicaban deportes se hallaba un biohuerto, hubiera seguido en enigma si no fuera por el hecho que Ginny me había llevado a ese alejado y tranquilo lugar para poder conversar. Nos sentamos una al frente de la otra con las piernas cruzadas, los rayos de sol caían sobre nosotras provocando una sensación primaveral.

—Muy bien. —dijo Ginny con una sonrisa comprensiva en el rostro. —Escupe la sopa.

Tomé un respiro antes de contarle la historia, lo que al final hice de una manera dificultosa pero rápidamente, aunque sin abreviar absolutamente nada. Le conté todo desde el primer día de clases cuando comenzaron los ataques hasta lo que había sucedido esa misma mañana después de la clase de matemática.

Francamente yo esperaba que ella, sin dejarme terminar, hubiera dado a conocer una opinión prejuiciosa que me estaba comportando como una idiota sin hacer nada o que era una perra por dejar que alguien me tratara de esa manera. Pero ella no hizo nada de eso, se quedó escuchando atentamente como si le estuvieran contando alguna clase de experiencia o estuviera en un clase. Nada del otro mundo.

Pasaron unos segundos antes de que ella me dijera algo o diera muestras de que había estado escuchando lo que hace pocos segundos le había estado contando, algo que nunca había pensado hacer con nadie.

—Tengo dos conclusiones. —dijo por fin.

Solté un suspiro.

—Adelante.

Ginny se puso recta para luego tomar una posición relajada como si estuviera en realidad en un día de campo.

—Primera conclusión: estás loca por ese chico y no me digas que no porque eso se nota.

Había acertado en lo más obvio.

—Segunda conclusión: parece que le gustas a él, pero ese gusto no es del todo saludable.

Una sonrisa sarcástica se formó en mi rostro, aunque la parte de que yo posiblemente le gustara provocó que mi corazón saltara ligeramente de alegría y llegara a alertarme tan solo un poco que casi pierdo los estribos.

—La primera no tiene mucha explicación por que es la más obvia de todas, pero la segunda sí necesita.

—Tú misma eres. —alenté.

—Mira yo se más o menos lo que estás viviendo.

Levanté rápidamente para toparme con sus ojos, por lo visto ella tenía también algunas cosas que contar.

—No te alarmes. —me calmó. —Yo no lo viví pero sí mis padres... ellos tenían una relación exacta como la que tú tienes con Alfonso... nunca se casaron pero básicamente la relación que tenían, esa de dolor-pasión era algo que satisfacía a los dos hasta que finalmente salí yo.

Pude ver como su rostro se oscureció repentinamente.

—La relación de mis padres al igual que la tuya es similar en algo. Tú y mi madre son las drogadictas; Alfonso y mi padre son la droga. A él le gusta consumirte y a ti te gusta que lo haga. Algo típico de una adicción, pero una adicción mutua.

—¿Masoquismo? —indagué.

—Ese no podría ser el termino correcto.

—¿Cual es el termino correcto?

—Creo que no existe. —respondió divertida.

No pude evitar sonreír ante lo irónico que sonaba todo lo que estábamos hablando.

—Pero la verdadera pregunta es: ¿Por qué seguir con el sabiendo lo perjudicial que es para ti?

Fue fácil responder esa pregunta.

—Lo amo y... aún así después de todo el dolor apasionado siempre hay esperanza de que al final él va a cambiar.

Ginny asintió enérgicamente con la cabeza.

—¡Exacto! Pero el final es incierto. Mira, ese tipo de relaciones de pasión-obsesión con dolor... solo existe en las películas, libros. Pero en la vida real no hay el final feliz... ese de que ahora solo queda amor y pasión.

—¿Y que clase de final tiene?

—Muerte.  —contestó con naturalidad. —Enfermedad. Tormento.

La respuesta me dejó callada por un largo tiempo.

—Creo que eso parece ser lo más obvio. ¿Aunque no suena demasiado dramático?

—¿Y no suena demasiado fantasioso creer que siempre al final el sapo se convierte en el príncipe azul?

Solté un bufido. No sé si lo que Ginny estaba exagerando o simplemente era la verdad que yo por todos los medios quería convertir en mentira.

—¿Que me recomiendas?

Ella sonrió.

—Tú y yo sabemos que implica todo lo de dolor-obsesión-pasión. ¿no?

Enarqué una ceja: —¿Sexo?

—Solo te diré que son tus decisiones... solo te di mi recomendación como amiga.

Con un movimiento se paró del suelo y empezó a caminar, la alcancé rápidamente deteniéndola al ponerme al frente de ella.

—¿Un momento? ¿Qué me trataste de decir?

—El sexo arregla todo.

Parpadeé.

—Pero me acabas de decir que estar con él es demasiado peligroso y todo eso.

—Ah eso. —rió levemente. —Lo dije para parecer un poco más de una forma psicológica... para parecer un poco más psiquiatrita.

—Ósea, ¿eso no vale nada?

—¡Sí que vale! —protestó. —Es más como una especie de advertencia de lo que puede pasar... más maduro y de vida real.

—¿Me obligaste a escuchar un discurso psicológico durante casi una hora por las puras puras?

—Te dije que sí vale. —rió. —Además como quiero ser psicóloga eso fue un buen ensayo de hablar con una paciente que sufre de masoquismo.

Por primera vez en todo el día reí hasta más no poder con Ginny.

—Sexo. —repetí.

—¿A poco que no quieres?

—Suena demasiado complicado. —sugerí.

—Ponlo como más versión porno de ‘Love the way you lli' de Rihanna ft Emminem.

Sonreí.

—Eres genial. —halagué a la chica de lentes y apariencia santa al frente mío.

—Ya lo sé.

•••••

Actualizando dos veces en una noche. Les dejo otro ya que el anterior también estuvo muy cortito. 😶

¿Creen que Dulce siga los consejos de Ginny?

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora