9. Todo regresa a su punto de inicio.

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Había pasado exactamente una semana en la cual no tenía ninguna noticia sobre Alfonso, aún más, parecía como si durante todo ese tiempo algo dentro de mí no se hubiera atrevido a irle a ver de nuevo

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Había pasado exactamente una semana en la cual no tenía ninguna noticia sobre Alfonso, aún más, parecía como si durante todo ese tiempo algo dentro de mí no se hubiera atrevido a irle a ver de nuevo. La mañana era normal en el instituto, todos los chicos conversaban entre sí como en cualquier lugar y yo intercambiaba algunos comentarios con Ginny acerca de un trabajo de ciencias.

Aunque trataba de concentrarme en lo que mi única amiga me contaba, mi mente parecía estar volando hacia el hecho de mi visita a Alfonso en la clínica. Solté un suspiro. Siempre las cosas se me tenían que hacer complicadas y en algunos casos, imposibles de sobrellevar.

Me despedí de Ginny cuando llegué al frente de la clase de matemática, acordamos encontrarnos en la hora del almuerzo y nos despedimos con normalidad. Por lo visto yo era la ultima en llegar ya que cuando crucé la puerta me topé con todas la sillas ocupadas a excepción de una en la primera fila, que obviamente sería la mía. Hubiera seguido caminando si no fuera por el hecho que mis ojos se toparon inmediatamente con unos ojos verdes que no había visto en siete días.

—Señorita Espinoza. —la voz del profesor me sacó de mis pensamientos. —Quisiera dejar de poner su cara de tonta y sentarse en su asiento.

Los que estaban a mi alrededor, soltaron una risa burlona lanzándome miraditas para nada agradables. Asentí con la cabeza y luego me senté en la única carpeta disponible.

—Muy bien, ahora como todos estamos completos debemos darle otra vez la bienvenida al joven Herrera...

Simultáneamente los de la clase giraron hacia donde estaba Alfonso, el siguió con su eterno gesto de indiferencia. Incluso cuando sus ojos se toparon con los míos por segunda vez. De repente alguna especie de desilusión me invadió, lucía exactamente igual, como un patán, odioso, orgulloso e indiferente, tal y como le había conocido a inicios de año.

Cuando fijó su mirada en mí esta tenía una frescura y emoción completamente nula, por lo visto se había olvidado por completo el hecho que le había ido a visitar mientras estaba internado, incluso la explicación que me dio cuando le pregunté por qué lo había hecho. Todo eso se había perdido totalmente.

¿Qué me esperaba? que él iba a ser diferente conmigo, que tal vez habíamos logrado superar la fase de masoquismo con maltrato y abuso. Posiblemente para él mi visita al igual que todo lo relacionado a mí era un tonto y simple juego, el cual por circunstancias extrañas, era una de sus preferidas.

Justo como decía el dicho: Todo regresa a su punto de inicio.

La clase comenzó con la mayor normalidad posible, el profesor explicó algo sobre el método de Ruffini y un poco de inecuaciones. Algunos, según la expresión de su rostro, se perdían fácilmente en la complicada explicación del profesor mientras que unos pocos, también yo incluida, lográbamos captar el tema en sí con mucha facilidad. Quizás por que ya lo había estudiado con anterioridad y era solo un simple repaso de lo que un profesor me había explicado hace años en mi otro instituto.

Cuando terminó la clase todos salieron del aula rápidamente, incluso el profesor fue el primero en salir, al final solo quedé yo aún guardando mis cosas y Alfonso que por alguna razón estaba apoyado contra el muro de al fondo observándome. Tomé la poca valentía que me quedaba.

—¿Necesitas algo? —quise sonar natural.

Él bufó en respuesta para luego acercarse hacia mí.

—¿No tienes nada bueno que decirme aparte de si necesito algo?

Eso me sorprendió.

—Me estoy comportando de la misma forma en la que tú te estás comportando.

Sonrió complacidamente.

—Eres una chica inteligente. —se acercó más. —Y eso te hace muy interesante.

Quise echar a correr, hice el intento pero su mano atrapó mi codo que con tan solo un movimiento brusco me tenía otra vez a su frente inmovilizada. Temblé.

—¿Que quieres Alfonso? —espeté.

—¿Por qué preguntar si ya sabes la respuesta?

Me atrajo a él con una fuerza tan brutal que solté un quejido de dolor. En tan solo un segundo sus labios se encontraron con los míos, quise soltarme pero otra vez no podía... pero por algo dentro de mí cedió. Mis manos ya no fueron puños sino se convirtieron de nuevo en palmas que apoyé en su pecho, pude notar una media sonrisa en sus labios. Con una mano tiró las cosas que estaban sobre el pupitre del profesor y me puso sobre el, con mis piernas abiertas sujetadas en torno de sus caderas.

Su respiración era entrecortada y los latidos de su corazón eran tan rápidos que parecía poder salirse de su pecho; aunque no eran nada comparados a los míos. Cuando menos me di cuenta había dejado que paseara sus frías manos por debajo de la blusa que tenía puesta, los toques que me daba eran choques eléctricos en mi piel.

Pero inesperadamente se separó de mí.

Al momento que sus labios se separaron de los míos fue como caer desde la torre mas alta directo a la realidad. Él se limpió la mano con cierto asco.

—Vaya. —escupió. —Por lo visto estás aprendiendo a ser una perra...

Esa oración fue lo que me hizo recordar la razón por la cual lo odiaba tanto. Sin decir nada más salió fuera del aula dejándome ahí sobre el pupitre con la blusa desarreglada, un minuto después salí del salón cargando mi mochila pero sin molestarme en recoger las cosas del profesor.

Me arreglé con las manos mientras caminaba hacia la cafetería, las lágrimas escapaban de mis ojos pero pude retenerlas lo suficiente hasta poder sentarme al lado de Ginny, en el sitio que ella me había reservado.

—Dulce. —dijo con preocupación. —¿Estás bien?

Dudé por unos segundos antes de poder contestar.

—Por favor, ¿podemos irnos de aquí?

Justo en ese momento Alfonso entró a la cafetería, pasó por el frente nuestro sin dirigirme una mirada, pero Ginny se dio cuenta rápidamente al ver mi acción simultanea de encogerme y mirarla adolorida.

Puso una mano sobre mi hombro.

—Ven. Tengo un lugar en donde podemos conversar.

•••••

Ahora sí les actualicé más temprano.
😅

¿A quien no le dió ganas de voltearle la cara a Alfonso? 😑

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora