34. El principe invisible...

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El principe invisible y su horroso padre

Mis corazón parecía quererse ir de mi pecho cuando la ambulancia llegó

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Mis corazón parecía quererse ir de mi pecho cuando la ambulancia llegó. El resto de alumnos no dejaban de dar comentarios mientras los paramédicos subían a Alfonso a la ambulancia, varios profesores se encontraban controlando al resto de chicos y Ginny me cogía entre sus brazos evitando que cayera al suelo por la angustia que me invadía. Charlie y Ginny nos vimos obligados a ir en el auto del primero directamente hacia la clínica donde Alfonso sería atendido. Mi mente no dejaba de dar vueltas a todo lo que había sucedido mientras que la preocupación por mi novio y el odio inmenso hacia la perra de Anahí no dejaba de crecer en mí. Ella lo pagaría, yo misma me encargaría de que fuera así.

Cuando llegamos a la clínica inmediatamente se llevaron a Alfonso directo a la sala de emergencias, Charlie se tuvo que quedar durante un rato más en la recepción mientras avisaba a su padre y llenaba las fichas necesarias. Los médicos lograron decirnos que por lo visto había sido un fuerte golpe en la cabeza y que posiblemente una o dos de sus extremidades se encontraron fracturadas. Una muy mala noticia considerando que el golpe en la cabeza podía afectar al resto de su cuerpo. Ginny y yo nos encontrábamos sentadas, tres palabras lograban definirme: mar de lágrimas.

Desde que las cosas con Alfonso se tornaron serias nunca me encontraba del todo completamente segura que él me quisiera de la misma forma en que lo hacía. Había veces en que decía lo mucho que me quería, lo diferente que era y lo mucho que me amaba. Pero por alguna razón desconocida aun para mí me sentía tan temerosa de que fueran nada más que palabras. Siempre traté de imaginarme que cuando tienes un novio él siempre debe estar detrás de ti repitiéndote lo mucho que te quiere, o con las palabras dulces con las que debe tratarte, incluso cuando parece cursi. Alfonso quizás no era realmente el señor palabras románticas, pero lo que había hecho por mí realmente cambiaba las cosas.

¿Quien se tiraría para protegerte de ser arrollada por un auto? Tus padres, sí. ¿Un novio? Romeo ya murió y Edward Cullen es inmortal por lo que arriesgar su vida no sería gran problema. Pero Alfonso no lo era y aun así se lanzó entre un auto y yo.

Él me amaba de la misma forma en que yo lo hacia. Había sido tan ciega de dudar, era cierto que Alfonso me había hecho cualquier clase de estupideces sin razón alguna o posiblemente por el miedo de sentirse atraído hacia alguien, aun así logró superar todas esas inseguridades y la mejor prueba de eso era haberse arriesgado.

Ginny trataba de calmarme diciéndome que todo iría bien, que Alfonso se recuperaría y no había la menor duda que Anahí pagaría por todo lo que había hecho. Aun así yo no dejaba de sentirme culpable.

—Debí ser yo. —dije entre sollozos. —La puta quería que yo muriera y no Alfonso... yo debo estar en esa camilla, no él.

—Tú no eres la culpable de nada, Dul.

—¡Sí lo soy! Yo la provoqué, yo me enfrenté a ella y ahora mira lo que ha pasado.

Cubrí mi rostro con mis manos mientras los sollozos no dejaban de salir de mi boca. No podía controlarme, quería gritar aunque sabía que eso no funcionaría en lo absoluto. Me sentía tan impotente ante la idea de que no pudiera haber nada para poder arreglar todo lo que había pasado. Quería salvar a Alfonso, como él había hecho conmigo.

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora