36. No puedo pedir que te quedes.

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Las cosas salieron justo como yo quería que salieran

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Las cosas salieron justo como yo quería que salieran.

El chinchoso padre de Alfonso y mis amigos, habían logrado que ambos chicos terminaran delatando a Anahí como autora del accidente. Al principio, el juez pensaba simplemente darle un castigo leve a Anahí enviándola a la correccional durante un año, pero el padre de Alfonso movió uno de sus contactos, y gracias a eso la muy perra pasaría lo más parecido, a los peores días durante varios años de su vida. Un año en la correccional, tres años en un centro penitenciario para mujeres y dos años de servicio comunitario. Sin mencionar, claro, que ella y sus padres debían regresar cada centavo para la indemnización.

Sus cómplices, tanto el conductor como el chico que engañó a Alfonso, pasarían un año en la correccional y dos meses en la cárcel, ellos no recibieron tanto castigo porque, estoy casi segura, que la muy perra los había influenciado de una manera que hace honor al dicho: chicos son chicos.

—Va a pasar un largo tiempo hasta que esa estúpida perra salga. —dije con una amplia sonrisa en el rostro. —¿No es genial?

Me encontraba desnuda, entre las sabanas, tendida junto a Alfonso en su departamento. Desde que había logrado recuperarse completamente, nuestras pequeñas sesiones de diversión se habían retomado. Y Alfonso había dejado bien en claro lo muy ansioso y desesperado que estaba.

—Eres tan vengativa que incluso después de un grandioso sexo lo sigues diciendo. —aunque su voz sonaba seria, se podía notar el dejo burlón.

—Simplemente estoy feliz. —giré hacia él hasta que nuestros rostros quedaron a pocos centímetros. —Además... es bueno saber que todo terminó.

—En eso tienes razon.

Nos quedamos mirando durante unos segundos.

—¿Y ahora qué?

Alfonso rió ante mi pregunta.

—Bueno, supongo que tenemos que vestirnos. —pasó un dedo por todo mi brazo.

—Hoy fue nuestro ultimo día del instituto. —dije con voz temblorosa.

—Lamentablemente.

Habíamos estado evitando la charla de ¿qué pasará después del instituto?. El padre de Alfonso pensaba enviarlo a estudiar a una universidad privada que quedaba muy lejos de la ciudad, sin mencionar lo cara que era. En mi caso, mamá tenía bien en claro que la mejor opción sería mandarme a estudiar a la universidad que teníamos cerca. Definitivamente, no era algo de lo cual ambos nos mostráramos muy ansiosos por hablar.

Pasamos unos minutos más echados en la cama para luego empezar a vestirnos. Por más impresionante que parezca, mi madre no mostró ninguna objeción al momento de conocer a Alfonso ni tampoco cuando me atreví a preguntarle, después de dos horas pensándolo, si sería mala idea pasar los fines de semana en el departamento de Alfonso.

Era más que obvio que el termino pasar el fin de semana en el departamento de mi novio implicaba un acercamiento que la mayoría de padres no permitirían aunque su vida dependiera de eso, increíblemente, mi madre simplemente me dio la charla de "sexo seguro" y permiso.

—¿Recibiste la respuesta de la universidad? —no pude evitar no preguntar.

Él dudó durante unos segundos antes de poder responderme.

—Sí. No me aceptaron.

Se que suena egoísta decir que tuve ganas de empezar a saltar por la alegría. Pero era la verdad. Me encontraba tan feliz de que Alfonso no tuviera que apartarse de mi lado que era capaz de gritarlo por un megáfono. Tomé aire tratando de relajarme para no dar alguna clase de reacción no correcta.

—Lo siento. —por más que intenté que mi voz saliera con empatía, sonó un poco alegre.

—¿En serio? —Alfonso me atrajo a él.

—Un poco. —respondí pasando mis brazos alrededor de su cuello. —Tan solo, ligeramente, casi 10 %, siento cierta y pequeña, casi diminuta, alegría.

Antes de que pudiera responder, el timbre del departamento nos obligó a separarnos. Al abrir la puerta nos topamos con Charlie y Ginny, ambos nos lanzaron ciertas miradas picaras y esbozaron grandes sonrisas. Ellos no dejaban de burlarse acerca de nuestro tiempo en pareja dentro del departamento, incluso los pequeños comentarios que había compartido con Ginny acerca del sexo con nuestros respectivos novios, era algo, un poco bizarro.

—Venga chicos, ¿todavía no están listos?

—¿Listos para qué? —pregunté confundida.

—¿No le dijiste? —Charlie miró a Alfonso.

—¿Decirme qué? —intervine.

Ambos hermanos intercambiaron miradas.

—Decirte que planeábamos ir al cine. —contestó Alfonso rápidamente.

—¿Al cine?

—Sí. —afirmó un dudoso Charlie. —Están estrenando una película muy buena.

—Me están mintiendo. —deduje fácilmente.

—Osea, ¿qué pasa? —Ginny parecía realmente confundida. —No se supone que íbamos a celebrar que Alfonso fue aceptado.

Las palabras de mi mejor amiga trajeron lo más parecido a un silencio sepulcral, que fue roto por una maldición en voz baja de Alfonso.

Cuando Ginny se dio cuenta de su error rápidamente se llevó las manos a la boca, aunque claramente ya había soltado la verdad que Alfonso no había querido decirme. Mejor dicho, la verdad que mi novio había ocultado en una mentira.

—¿Fuiste aceptado? —las palabras salieron torpemente. —¿Por qué no me lo dijiste?

Sus ojos verdes me miraron fijamente.

—Porque no tengo pensado ir a esa universidad. Quiero ir contigo, a la que está en la ciudad.

No supe como responder a eso. Él me decía que estaba dispuesto a rechazar una oportunidad realmente grandiosa como era ir a esa universidad tan solo porque quería estar conmigo. ¿Estaba yo dispuesta para aceptar ese sacrificio? ¿era yo tan egoísta?

—Chicos. —giré hacia Ginny y Charlie. —Porque no esperan abajo, nosotros vamos dentro de unos minutos.

Hubo cierta duda entre ellos pero ninguno se negó a hacerlo. Bajaron sin decir absolutamente nada dejándonos a Alfonso y a mí solos.

Nos quedamos mirando durante un largo rato, como si tan solo con ver nuestros rostros pudiéramos encontrar la solución ante el dilema.

—¿Estás molesta? —preguntó.

—No. Solo confundida.

—Yo no quiero ir. —dijo otra vez. —NO lo quiero si no es contigo.

—Es una gran oportunidad. —mas parecía como si hablara conmigo misma. —No debes desaprovecharla.

—Solo dímelo. —Alfonso se acercó a mí pasando sus manos por mi cintura. —Solo dime que me quede y lo haré. Sabes que lo haré.

—No puedo pedirte que hagas eso.

—Sí puedes. —contestó. —No queremos separarnos, ¿y para qué hacerlo? Las universidades enseñan lo mismo. Solo porque sea privada no me asegura nada.

—Te asegura un futuro brillante.

—Quiero un futuro contigo. —acercó sus labios. —Nosotros dos juntos.

Me negué a responderle. No sabía que responder.

—Será mejor que bajemos, tenemos que celebrar que entraste a la universidad.

—Dulce. —imploró.

—Vamos. —mi voz salió seria, casi autoritaria. —Tenemos que festejar.

•••••
¡Por qué tiene que pasar esto en plena recta final! 😐

Chicas, ya estamos a tan solo dos actualizaciones para dar fin a esta historia.
☹️

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora