3. Invitada... ¿Desde cuándo?

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Yo, drogada de Amor
Él, borracho de Odio

En mi mente permanecían dos imágenes que me habían quitado el sueño la noche anterior: Alfonso con Anahí besándose y Alfonso besándose conmigo

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En mi mente permanecían dos imágenes que me habían quitado el sueño la noche anterior: Alfonso con Anahí besándose y Alfonso besándose conmigo. Una sensación de despecho o incluso celos se había apoderado de mi corazón, claro está, no pensaba admitirme a mí misma que Alfonso Herrera me gustaba. Posiblemente es una de esas enfermedades... como el síndrome de Estocolmo. Moví mi cabeza apartando esa idea, aunque no sonaba del todo desquiciada. Entré al baño de chicas con un paso lento y abrí el caño, mojé mi rostro para poder relajarme y solté un gran suspiro. Últimamente las cosas se estaban complicando demasiado. Justo en ese momento la puerta del baño se abrió, giré inconscientemente y mis ojos se abrieron como dos platos al reconocer quien estaba entrando: Anahí.

Mi corazón ahora se había puesto más bravo que nunca, no de miedo, sino de una cólera ciertamente irracional. Ella movió su melena rubia en un gesto de autosuficiencia y me miró de reojo, esbozó una sonrisa presumida y sacó un brillo labial para ponerse en los labios. Yo rodé los ojos, cerré el caño con cierto enojo y salí por la puerta dando zancadas muy fuertes que casi rompo la mayólica.

¿Que se creía esa chica? ¿Ella sabía como me sentía? Bueno, todo el mundo sabía que yo era la distracción de Herrera. ¿Acaso se me notaba mucho? Seguí caminando por los pasillos ignorando algunas miradas curiosas y alguno de los murmullos. ¿Qué estaba pasando? Nunca nadie empezaba a murmurar mientras me veía, al menos lo habían dejado de hacer desde hace mucho tiempo, ¿qué pasaba? Pensé en lo peor: que habían publicado una foto mía en la web en una situación embarazosa, habían hecho algo con mis cosas o algo parecido a eso.

Finalmente llegué a mi casillero y encontré la razón por la cual las personas estaban comentando en murmuros sobre mí. En mi locker, pegado con algo parecido a una cinta skotch se hallaba una tarjeta, mejor dicho una carta o algo parecido a eso.

—¿Pero que diablos? —dije en voz baja.

Despegué la carta y la abrí, ahora sí que me iba a dar un ataque: era una invitación. Pero no cualquier invitación, era una invitación para una fiesta en una de las zonas residenciales de la ciudad, y al mismo tiempo era una fiesta en donde solamente los chicos populares iban a ir. Eso era fácil de suponer por el diseño de la invitación, y que por lo visto era la única chica que tenía en todo el pasillo. Todo el mundo me estaba viendo con envidia en los ojos. ¿Desde cuando me invitaban a fiestas de ese tipo?

—No lo puedo creer. —escuché que alguien decía atrás mío.

Giré para encontrarme con una chica que tenía puesto un uniforme de porrista.

—Yo... yo no se que hace esto acá. Creo que se han equivocado.

—Chiquita. —la tipa me contestó con un ademán venenoso. —Si eres tan inteligente porque no ves la parte de atrás de la tarjeta.

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora