11. Por pura coincidencia.

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Ginny me había invitado ir a comer un helado a una de las cafeterías cerca del instituto donde la mayoría de chicos y chicas iban después de clases, especialmente si era un día soleado en el cual un gustito no le vendría mal a nadie. Incluso el grupo plástico de las animadoras se atrevían a comer deliciosos helados para luego torturarse haciendo una rutina de mil abdominales para bajar todos los carbohidratos.

Fuimos caminando ya que no requería una larga distancia y pudimos darnos cuenta que la mayoría de chicos salían en sus autos o algunos también a pie por el mismo camino en donde íbamos las dos conversando alegremente sobre cualquier tema que nos venía a la cabeza. Nunca antes había notado la presencia de la cafetería pero a simple vista se podía ver que era un lugar amplio y muy acogedor.

Nos sentamos en una de las mesas para no correr el riesgo de perder sitio y comenzamos a ojear la carta; había no solo helados sino todo lo típico dentro de una cafetería. Ginny se decidió por un helado de fresa y yo por un helado de chocolate con chispitas. No me importó en lo absoluto las grasas que podría tener mi postre, y mucho menos me importo el hecho que mamá pudiera estar esperándome en casa. Quería un tiempo para librarme de todas las cosas que hacían mi vida algo tan insoportable.

Devoramos cada una el helado intercambiando ciertos chismes o experiencias anteriores cuando Ginny se quedó parada en seco con la cuchara sin ser llevada a su boca. Estaba a punto de preguntarle que diablos le pasaba cuando sentí que alguien me tapaba los ojos, quise gritar ante la idea de que pudiera ser Alfonso pero eso sería demasiado descabellado de mi parte.

—¿Quién soy? —dijo una voz masculina.

No tardé mucho tiempo en reconocer de quien se trataba, inconscientemente una sonrisa se formó en mi rostro mientras que esas manos dejaban de taparme los ojos.

—¿Charlie? —me giré para encontrarme con sus ojos verdes. —¿Qué haces acá?

Él rió tranquilamente como si mi pregunta le causara demasiada gracia.

—Siempre es la misma pregunta Dulce. —respondió y levantó la vista hacia Ginny. —Lamento haberte asustado.

Giré hacia mi amiga que aún tenía sus ojos puestos fijamente en Charlie. Yo le hice una señal con la cabeza para que dejara de poner su cara de chica tonta, un gesto que ella captó rápidamente para meterse de nuevo la cucharada a la boca y agachar la mirada.

—No nada que ver. —dijo ella a Charlie sin mirarle.

Mi amigo sonrió divertido ante la acción de mi amiga pero volvió a concentrarse en mí. Jaló una de las pocas sillas disponibles y se sentó a mi lado con agilidad, le hice espacio recorriéndome un poco, las mesas eran un poco pequeñas.

—Y bien, ¿qué hago acá? —Charlie hizo el que daba vueltas mentalmente. —Tal vez por pura coincidencia nos encontramos aquí.

Entrecerré los ojos.

—¿Se supone que debo creerte eso?

Levantó los hombros en un gesto de desentendimiento.

—¿Por qué no? Como iba a saber que venías a esta cafetería, además es un lugar público, no tu escondite secreto.

—Supongo que tienes razón. ¿Y bueno? Gracias a la pura coincidencia te sentaras ahora con nosotros.

—¿Tiene algún doble sentido lo que dijiste? —preguntó.

Imité su gesto de levantamiento de hombros.

—No, pero igual sonaba lindo decirlo.

Ambos reímos.

—Y bueno, ¿me presentarás a tu amiga asustadiza? —bromeó Charlie.

Giramos hacia Ginny que se había mantenido en silencio a excepción de un leve momento, ella al ser el nuevo tema de conversación levantó los ojos como un conejito asustado. Luego reparó en la pregunta por parte de Charlie y dejó al lado la cuchara con helado.

—Ella es Ginny. —le dije a Charlie. —Ginny, él es Charlie Herrera.

Al momento en que pronuncié el apellido de mi amigo los ojos de Ginny se transformaron en dos platos y pude ver como su animo de chica asustadiza cambió al de una chica demasiado curiosa.

—Un momento. —enarcó una ceja. —¿Eres el hermano de Alfonso?

Miré fijamente a mi amiga, no tenía la menor idea de que ella tuviera idea sobre la existencia de algún otro Herrera joven aparte de Alfonso.

—Así es. —suspiró Charlie. —¿Cómo lo supiste?

—Bueno... creo que lo adiviné.

Cambié de tema rápidamente poniendo como ejemplo que habíamos estado comentando algunas cosas sobre la nueva película de Harry Potter, en tan solo pocos segundos los tres nos encontrábamos hablando animadamente sobre la película e incluso nos pusimos a discutir cuantos libros tenía la saga. Intercambiamos algunas opiniones o especulaciones sobre el fin que hasta el momento ninguno de nosotros sabía pero al final terminamos riéndonos alegremente al darnos cuenta que parecíamos niños pequeños.

—¿Quieren venir a una fiesta hoy?- —preguntó Charlie.

Ambas intercambiamos miradas.

—¿Fiesta?

—Bueno... es algo que estoy organizando.

La idea de que Alfonso pudiera estar ahí me causo escalofríos, pero no le podía decir eso a Charlie ya que me preguntaría la razón por la cual tenía miedo.

—Claro, ¿en donde es? —contestó Ginny.

—En el club Spring. —dijo Charlie. —Solo digan su nombre al encargado y este sabrá.

—¿Y de que temática es la fiesta? —me hice la interesada.

•••••

¡Ya regresé! Aquí por el momento les dejo este capítulo, pues me he dado cuenta que estos han sido muy cortos y por lo tanto trataré de dejar otro capítulo más en un ratito.

Así que en un rato regreso a publicar les el otro.
😊

DULCE & ALFONSO (TRENDY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora