3. Otro Día

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Lena Luthor...

Lo que quedaba de noche fue bueno, bailamos, reímos, cantamos, en verdad nos divertimos era algo que no hacía desde que el maniático de mi hermano intentó varias veces asesinarme.

Alexander Joseph Luthor mejor conocido en el mundo entero como el sociópata, orgulloso, inteligente y despiadado Lex Luthor atemorizó un país entero con sus asesinatos planeados. Pues en total, suma veinticinco muertes en su asquerosa conciencia, sus primeros tres años los pasó en prisión domiciliario en la gran mansión, pero para él eso no fue necesario pues aún así con todo y un ejército de policías que terriblemente terminaron muertos y, ayudado por sus cómplices tanto como la tecnología futura creada por él mismo bajo escondites secretos de la mansión, logró huir.

Meses después dieron con él en un hangar abandonado a las afueras de la ciudad siendo la segunda vez detenido y con nuevos crimenes por los que pagar.

Estando harta de sus ideas dementes decidí declarar en su contra uno de tantos asesinatos, el de mi propia madre. Me costó mucho trabajo no bajarme del estrado e ir en ese mismo instante a golpearlo hasta sangrarme los nudillos, sin embargo con ayuda de mis mejores amigas y Jack pude contenerme. Al terminar la declaración salí siendo recibida por Jack en un reconfortante abrazo y una sonrisa cómplice entre mis mejores amigas.

El juzgado declaró culpable a Alexander haciéndome sentir paz en su momento, pero una cosa no estaba bien, al determinar su culpabilidad y los años de cárcel para él, la jueza tanto como el jurado y las personas alrededor comenzaron a toser en diversas ocasiones hasta dejar de respirar provocando la muerte en las víctimas.
De inmediato tanto Samantha, Psi y Jack me sacaron de ahí viendo correr a varios guardias tras ayuda de las personas, lamentable fue que varias de ellas murieran de trayecto al hospital, o en su momento.

¿La causa de muerte?
Envenenamiento.

Nuevamente Lex sumando descaradamente otra cantidad de números mortales encima, dándole por completo, cadena perpetua.
A él nunca pareció importarle, ni el que yo tratase de ayudarlo a salir de la oscuridad de dónde se encontraba.

...

No voy a negar que terminé hecha un asco al regresar de la pequeña salida de entre amigas, y eso hasta Jack lo notó.
El guardaespaldas llamado John me acompañaba cuidando de que no cayera por las escaleras debido al mareo por el alcohol en la sangre hacía la recámara en dónde supondría estaría Jack, y así fue, encontrándome con él de pie junto a la puerta de la recámara en pijama.

-Gracias John-. Dijo él desde la puerta mirando a John y después a mí.

Lo vi asentir para después irse. Giré en dirección a Jack que parecía serio, por un momento pensé que reclamaría, pero se quedó en silencio haciéndome espacio para entrar a la habitación.

Entré quitándome el saco y dejándolo en el perchero aunque éste cayó al suelo debido a que no lo dejé en orden, escuché que cerró la puerta tras él mientras yo tomaba mi pijama. Fui al baño a cambiarme para después lavarme la boca, aún así el licor no se fue por completo.
Al menos no me excedí de tragos, o eso quería creer, salí encontrándome con Jack recogiendo el saco para acomodarlo en su lugar muy sin ganas.

Me miró preocupado y algo molesto por haber llegado después de la hora acordada.

-¿Sabes la hora que es?-. Preguntó mirando el reloj en la mesita de noche.

Ante mi silencio habló de nuevo.

-Las tres de la mañana, Lena. Me dijiste que estarías en casa temprano y llegaste a estás horas-. Me acerqué a la bandeja que contenía una pequeña jarra llena de agua, vertí un poco en el vaso postrado a su lado tirando poco líquido en la bandeja ante mi torpeza, llevé a mi boca una pastilla para calmar la resaca que tendría en un par de horas, tomando de un trago el líquido sintiendo mi garganta rasposa al pasar el agua.

Eres mi esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora