15. Escape

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Kara Danvers…

-¿Cómo fue que lo descubriste?-. Lo que me intrigaba demasiado era el saber cómo Alex mantenía una expresión tranquila a pesar de tener la sospecha.  

-Eso te lo contaré en casa aquí no puedo explicarte-. Comenté sintiéndome nerviosa al tenerla cerca debido a que terminaba de curar mis heridas.  

-Está vez Kara, me vas a explicar cada cosa que has estado planeado a mis espaldas y pobre de ti si vuelves a mentir-. Tras la ligera advertencia guardó el botiquín y salió de ahí. 

Bufé sintiendo mis emociones al borde. 

Estaba a punto de levantarme de la silla cuando la presencia de Lena me detuvo. 

-¿Estás bien?-. Cuestionó en un tono suave. 

Desvié la vista a causa de evitar cualquier gesto de molestia frente a ella. 

Suspiré nuevamente y calmé el conflicto entre mi mente y las emociones.  

-Sí, estoy bien ¿Y tú?-. 

-Pues déjame decirte que no lo pareces-. Se acercó y se sentó frente a mí en la camilla vacía. 

Me señaló el rostro y bajé la vista al suelo. 

-Tengo que preguntar algo y espero seas sincera-. Al voltear y mirar su rostro parecía confundida pero aún así asintió. 

-¿Crees conocer lo suficiente a Jack Spheer?-. Me miró entre sonriente e incrédula por la cuestión. 

Tardó en contestar a lo que supuse no lo conocía con exactitud. 

-Sí. ¿Por qué?-. Sonreí amargamente. 

-Eso es todo lo que quería saber-. Tomé del respaldo de la silla mi chaqueta y la coloqué a mis espaldas. 

-Por nada. ¿Qué estás haciendo aquí?-. Cuestioné queriendo cambiar de tema lo mejor posible. 

-Lex intentó matar a Lilian-. 

No me sorprende, ese tipo ya comenzaba a ser una gran molestia para mí. 

-¿Ya se sabe algo más?-. Negó desviando la vista un momento. 

-Bien, si me disculpas tengo que irme-. Le hice saber antes de levantarme del asiento. 

-¿De nuevo? En la mañana te fuiste sin avisar y hace unos minutos atrás regresaste así de golpeada-. Me dijo comenzando a alterarse. 

-Ese es mi trabajo. Sobre los golpes esto no es nada, el precio de éste es parte de mi día a día-. Contesté tranquila. 

-Ya veo, ¿Y el prisionero?-. Cruzó sus brazos y se mantuvo firme. 

Guardé silencio y toque con mis dedos el puente de la nariz. 

-Está suelto-. Fue lo único que dije antes de caminar hacia la salida. 

-¿Por qué mentir? Hay algo que te molesta y prefieres evadirlo en vez de hablar-. 

La arrastré conmigo hacia la salida y sin avisar la hice ingresar al auto, cuando lo hizo sin objetar nada cerré la puerta.  

Quedamos en silencio, uno que no sabía descifrar con exactitud. 

Suspiré y comencé a hablar. 

-Primero que nada perdón, por haberme ido de esa manera. Tenía un asunto pendiente que tratar y me surgió de imprevisto no quise rechazarlo-. Ella miraba a través de la ventana y permanecía atenta. 

Eres mi esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora