Lena había despertado un poco confundida después de caer en cuenta de que estaba en su habitación, el ruido proveniente de las calles transitadas por los autos podían escucharse algo lejos de la casa, eran las 8:15 de la mañana y el aire fresco inundó su cuerpo ocasionando un ligero escalofrío en el. Al ver que Kara no había dormido junto a ella se incorporó, envolvió su cuerpo con la bata y fue escaleras abajo.Al llegar se llevó una visión algo fuera de lo común.
Una rubia dormida sobre el sofá con la camisa levantada dejando a la vista la marca del abdomen, entre sus piernas descansaba uno de los suaves cojines de porcelana y a pesar de todo, no pudo evitar morder su labio inferior al percatarse del notable bulto dentro de su pantalón.
Alejó cualquier pensamiento pecaminoso y se dirigió a hacer el desayuno, una vez que sacó del refrigerador lo que necesitaba encendió la parrilla de la estufa y colocó sobre ella un sartén con algo de aceite para freír, cuando estuvo en la temperatura adecuada vació el tocino junto los huevos revueltos.
Mientras éste mantenía la cocción correcta sirvió en un vaso de vidrio algo de jugo de naranja y bebió disfrutando del sabor. Volvió su atención al sartén y con una cuchara meneó el contenido hasta que estuvo listo. Apagó la estufa, y al girar observó a una rubia a medio despertar sobre su sofá.
-Buen día dormilona, si no me equivoco estás llegando tarde al trabajo-. La voz de la pelinegra sobresaltó a Kara que la miraba con el ceño fruncido.
-Buen día para ti también, ¿Qué hora es?-. Preguntó la rubia tallando sus ojos para poder enfocar mejor su visión.
-8:30 de la mañana, sé que es fin de semana pero me he percatado que aún así vas a hacer tu labor-. La azabache le sonrió y Kara asintió.
Cuando despertó totalmente puso atención a sus necesidades sonrojándose al instante.
-Mierda-. Habló pretendiendo que Lena no la escuchase.
-¿Pasó algo?-. Cuestionó Lena desde la cocina haciéndose cargo de los cubiertos.
Kara balbuceó un momento antes de decirle que necesitaba el baño, Lena le indicó en dónde se encontraba y Kara avergonzada se dirigió hacía allí.
Segundos más tarde la rubia bajaba ya cambiada mientras que Lena ponía una ración de comida sobre ambos platos. Cuando Lena miró a Kara no disimuló para nada al verla descaradamente de arriba a abajo.
La rubia se sonrojó y tragó saliva al ver lo brillantes que los ojos de Lena se volvieron en su dirección.
Para Kara era un atuendo casual y nada debidamente elegante, pero aún así no dejaba de ser algo muy prometedor. El cabello lo tenía agarrado en una coleta haciendo visible la piel de su cuello, la camisa que tenía puesta era de un azul cielo ajustada que resaltaba perfectamente sus bíceps y sin duda alguna la marca irresistible de sus abdominales, un pantalón de mezclilla a la medida le permitía darle una muy buena forma a sus caderas, y unas botas de color negras hacían juego con la chaqueta de cuero que justamente terminaba de poner sobre su cuerpo.
-Te ves muy bien-.
La pelinegra tuvo que salir del ensimismamiento para continuar con lo que actualmente terminaba de hacer.
-Gracias, tú siempre luces bien-.
Con un leve sonrojo que a la rubia le encantó Lena puso los ojos en blanco y sonrió ampliamente.
-Ya está el desayuno-. Kara no se negó y se sentó frente a ella en el comedor, que a su suerte era algo sencillo.
-Esto huele increíble-. Le hizo saber a Lena antes de probar bocado.
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Eres mi esperanza
Science FictionElla solo había salido a beber con sus mejores amigas, sin imaginar que ella siendo aliada del licor terminaría besándose con alguien más que no fuera su novio. La magnate mujer de negocios Lena Kieran Luthor debe estar bajo custodia de sus escolta...