CAPÍTULO 1 - SKY HEAVEN

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Durante mi vida siempre creí saber exactamente cómo funcionaba mi cuerpo, algo de química en el cerebro, músculos, órganos y un par de huesos que lo sostienen todo, pero esto es tan básico como decir que el mar es sólo agua y sal.

Aun así, sobreviví mis primeros 16 años sabiendo nada más que esto sobre mí, durante todo este tiempo despertaba cada mañana pensando: "Probablemente en esta vida nunca habrá nada más fascinante que lo que veo ahora mismo". Y pude haber tenido razón, pero luego, sucedió esto...

***

—Detente, Luciano. — Separo repentinamente mi boca de la suya, interrumpiendo un beso bastante intenso. —Por favor, ya...

Doy un empujón a los hombros del chico para separar nuestros cuerpos, él pone cara de no entender e intenta salir del intenso estado en el que nos encontramos.

—¿Qué pasa? ¿Te duele algo? —me pregunta con una preocupación muy forzada.

Hace unas horas, mi hermano dijo que iba a hacer una tranquila fiesta en casa, pero él suele ser un poco sarcástico. Y aquí me encuentro horas después, a medio enrollarme con Luciano, mi mejor amigo.

—Enserio, Juliana. ¿Estás bien? —pregunta ahora con verdadera preocupación.

Luciano Zacharski es ese tipo de chicos guapos y amables que, aunque sean el estereotipo perfecto de "Hombre Ideal", por alguna razón, no son atractivos... al menos para mí, no lo es.

—¿Podríamos no tener sexo esta vez? —hablo casi en un susurro. Él me observa raro y titubea para responder.

—¿Hice algo mal o te molesté?

Luciano y yo somos amigos desde antes de saber caminar y nos hemos enrollado tantas veces como tiempo de amistad. Él es como un comodín, por así decirlo. Cualquier fiesta a la que yo vaya, él me acompaña, y si al final del día no hay alguien aceptable a quien tirarse, pues ahí está él. Al menos es bueno en la cama.

Ahora mismo estamos en mi habitación, que se encuentra en el segundo piso de mi casa, mientras escuchamos de fondo la música de la fiesta de mi hermano. Son las 2 A.M., y conociendo a Michel (mi hermano), sé que aún faltan varias horas para que acabe.

Como en cualquier ocasión anterior, hace un rato me cansé de la fiesta y no encontré un chico aceptable para enrollarme, entonces subí a mi habitación con Luciano.

—No hiciste nada mal. Es sólo que... no quiero hacerlo. —respondo a su pregunta. Luciano abre los ojos como impresionado, pero luego trata de ponerse serio.

—Ehh... Bien. —se aleja de mí un poco y se coloca la camisa que minutos antes yo le había quitado. —¿Quieres hablar de esto?

Niego con la cabeza. —Puedes darme un abrazo. —propongo, ya que él está muy confundido.

Él se acuesta en la cama y deja los brazos abiertos para que yo me acomode ahí con mi cabeza en su pecho. Desde pequeños siempre nos hacemos en ésta posición porque es una buena forma de conversar.

—¿Vas a decirme qué te pasó?

—¿Alguna vez has escuchado eso de "El apagón sexual"? —le pregunto.

—Sí, y creo que es una mentira de mierda. —responde secamente.

—¿Por qué?

—La gente no tiene apagones sexuales repentinos, simplemente les dejó de gustar tener relaciones con una persona o ya encontraron a alguien más que lo haga mejor. —Explica el chico, y yo me quedo pensando unos segundos.

—¿Crees que conocí a alguien más?

—No lo sé, dime si lo hiciste.

—Esta mañana quería hacerlo contigo como nunca. —siempre soy muy directa con él. —Pero de la nada parece como si me hubiesen apagado con un interruptor.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora