CAPÍTULO 61 - UNA GALAXIA DE MIERDA

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Valentina's POV

¿Qué equipo? ¡Linces!

Escucho a Stella viendo una película en su móvil, pero no le doy demasiada atención, en cambio, giro mi cabeza para quedar viendo la ventana del avión.

Ya han pasado tres semanas desde que no tengo ni idea de Juliana, y al fin muy temprano hoy, Stella apareció en mi cuarto con dos billetes de avión hacia California.

Cuando íbamos al aeropuerto, yo estaba saltando en un sólo pie de la emoción, pero ahora en este vuelo de cuatro horas aproximadamente, siento muy poca emoción. Puede que esté yendo directo a perder mi dignidad y volver, no hay ni siquiera una buena cantidad de posibilidades que las cosas salgan bien.

Ya lo sabía, tendré que hacer ese estúpido anuncio para Stella, mis padres se enterarán y pasaré por un montón de mierda, todo por una respuesta, tan simple como eso.

Ya he arriesgado demasiadas cosas por Juliana, por esa misma razón iré tras ella. Después de tanto, de lo mucho que juré amarla y ella a mí, las cosas no pueden quedar así simplemente, aún tengo un recuerdo muy claro de ella observándome con esos ojos que me matan, nunca entendí el sentido de su mirada tan poco expresiva, pero que a mí me hacía sentir infinidad de cosas.

Pero los viajes en avión que siempre han sido reveladores, me recuerdan mi ínfima estupidez.

Sigo pensando en alguien que ni siquiera le importó como me sentía cuando decidió irse.

— Una pregunta, Valentina. — Stella detiene su película. — Cuando follabas con Manuel, ¿era bueno?

Asiento y niego con la cabeza casi a la vez.

— Eso depende. — la mujer espera a que le hable más. — La verdad, como a los catorce o así me daba morbo su pene, entonces no lo pasaba mal, aunque el sexo era una mierda. Luego perdió el encanto progresivamente, él era muy rígido, sabía dónde tocar, pero era como el que conoce acordes de guitarra, pero no tiene ni idea del ritmo.

— ¿Entonces para una hetero era buenísimo?

— Sí, totalmente.

— ¿Y para ti?

— Pues ya no lo toco ni con un palo.

Vuelve a poner su película. Decido sacar la laptop para ver alguna película descargada por ahí.

Encuentro las de Aglow, suspiro. Sigue siendo mi saga favorita, pero cometí el terrible error de dejar que dependieran sentimentalmente de Juliana.

Aún recuerdo cuando cenábamos emparedados en un restaurante con temática de los '90. Nos sentábamos en la barra una junto a la otra, ella siempre comía su sándwich con extrema seriedad y luego esperaba pacientemente a que acabara el mío. Entonces tomábamos una malteada entre las dos (no sé ni cómo no engordamos) y luego, cuando el mesero nos traía la cuenta y coqueteaba como tradición, ella se acercaba a mi oído y me susurraba:

"Sólo dime algo, tócame. Mírame el tiempo suficiente y observa bien las lágrimas de mis ojos. Llama de noche a mi puerta y comprueba que la he dejado entreabierta para ti. Entra. Siempre hay sitio en mi cama".

Una cita de Aglow, cada día, a veces repetía y no importaba, yo amaba ese momento, su voz suave y embriagadora, me ponía de rodillas.

No quiero que seamos esa historia que se cuenta con un cigarrillo en la mano y un vaso de alcohol en la otra.

Entonces cierro la carpeta con las películas de Aglow. Las repetiría cientos de veces, pero no me perdonaría arruinarlas.

Busco más carpetas por ahí. La primera hora, me dedico a ver ScreenShots viejos de cuando era una persona demasiado normal, me asusta ver tanta decencia, sinceramente no es buena idea recordar el pasado. Entonces encuentro otra carpeta un poco más discreta.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora