CAPÍTULO 50 - FLYNN RIDER

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Valentina's POV

Paso mis días mirando el techo de mi casa, habitación por habitación, actividad que intercalo con libros de mi abuelo y uno que otro mensaje a escondidas con Juliana.

Es semana de vacaciones navideñas, la mejor época para una familia de dirigentes. En mi caso, papá no ha perdido la oportunidad de hablarme sobre su crisis laboral.

Que todo lo malo que les ha pasado, pasa y pasará, ha sido mi culpa.

Que no le pongo empeño al psicólogo, y cada vez que les digo que no voy a dejar a Juliana, me quitan algo más. Primero mis tarjetas de crédito, mi vida social, mi celular, cualquier estupidez en mi cuarto que parezca potencialmente homosexual y, por último, lo que más me dolió y con lo cual decidí callar de ahora en adelante, mi auto, mi hermoso auto... En las noches lloro por él.

Va a ser Navidad y deseo ver a mi novia, la extraño tanto. A ella también le ha ido mal, cuando me contó lo de su padre quise gritar, no soporto pensar en ella yendo a un tipo de cárcel.

Recuerdo lo primero que les dije a mis padres al llegar a casa después de ese día en la escuela: «Porque me importan una mierda todas las reglas absurdas que me hayan impuesto toda mi puta vida y lo único que ahora sé, es que estoy enamorada de una mujer, y si ustedes no pueden vivir con eso, no es ni de lejos mi puto problema». Casi se desmayan con todo ese nivel de rebeldía.

— No entiendo a la gente que no le gustan las aceitunas. — dice Manuel, sentándose en el sofá.

Mi exnovio a veces habla conmigo, pero su estado es tan deplorable, que incluso en mi situación, me da pesar.

Jamás lo había visto usando pescadores y camisetillas, hasta el día exacto en que toda la escuela se enteró de mi noviazgo con Juliana. Muchos lo culpan a él de que sea lesbiana, lo han insultado en nombre de la masculinidad y le han dicho poco hombre tantas veces.

Y no ha parado de comer, él siempre es tan estricto con sus calorías, ahora come cualquier cosa todo el tiempo. Tampoco lo he visto totalmente sobrio esta semana, lleva el cabello grasiento y unas bolsas tristes bajo los ojos.

¿Qué se sentirá estar de su lado? No sólo supera una ruptura, sino también una espantosa pérdida de la dignidad y derrumbe de su situación social. Aun así, me habla con naturalidad y en ningún momento me ha culpado. Manuel es un hombre valioso.

Y claro, los señores Rincón han decidido culparme de la situación de su hijo.

— Nada como un vermut, patatas y unas aceitunas. — respondo.

Él me da la razón.

— ¿Cómo te fue con el psicólogo?

— Bien. Cada día tengo más ganas de matarme.

— Ni que lo digas. — dice, metiéndose varias aceitunas con pimiento en la boca. — Este año no voy a aparecer en la foto familiar de Navidad.

Me sorprendo. Vaya, qué fuerte eso.

— Yo tampoco. A lo mejor adopten a otra hija y lo vuelvan a inventar.

El chico abre una bolsa de patatas y me ofrece. Hablamos un rato sobre películas y cualquier cosa. Siempre tengo la impresión de que él quiere preguntarme algo específicamente, pero se contiene.

Al final del día, Manuel se va a su casa, robando además una botella de vodka de mi casa. Si lo pienso bien, sería genial embriagarme hasta que a la gente simplemente le deje de importar mi vida.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora