CAPÍTULO 43 - NO PUEDO SENTIR CELOS

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Valentina's POV

Decidí dormir en casa de Juliana, mientras intentaba aclarar ideas.

Tengo algunas cosas claras. Mis padres ya deben saber sobre mi repentina ruptura. Manuel sigue en modo asesino, y por alguna razón, Michel parece no enterarse de nada. La última es la única buena, ya que es un alivio para Juliana.

Toda la noche estuve pensando en lo mismo, y es que al final, todos somos un burdo montón de cobardía. Ahora mismo, lo único que me queda es enfrentar mis mierdas, y aceptar lo que he hecho.

Entonces me desperté muy temprano, antes de que el sol saliera. Le dejé una nota romántica a Juliana y saqué a Esme de esa casa conmigo. La hice caminar hasta nuestro hogar, luego con cautela, subir a mi cuarto, arreglarnos y respirar hondo antes de bajar a la sala y fingir que dormimos en mi casa.

— ¿Tienes miedo? —me pregunta Esme, asiento con la cabeza. —¿Les vas a decir lo de Juliana?

Trago en seco, me empieza a faltar el aire.

—No voy a negar nada, simplemente.

—Yo tengo una estrategia para ti. Te acercas y les dices: "Ehh... Papá, mamá, tengo una nueva novia" y te vas corriendo, entonces boom... matas dos pájaros de un tiro, lo de los cuernos y lo de ser lesbiana. — habla la chica más nerviosa que yo.

—No es mi novia en teoría. — respondo moviendo los hombros como si fuera una futbolista a punto de salir al campo de juego. Esme me mira con los ojos abiertos.

—¿Estás a punto de convertirte en la decepción de la familia por una chica que ni siquiera es tu novia?

—No sé cómo pedírselo. — explico. —No es mi culpa. Jamás he tenido un romance con nadie, además de Manuel. Esto es muy extraño. Qué se supone que debo hacer. ¿Darle flores?

—Bueno, tal vez. La gente generalmente regala flores antes de comerle el coñ...

—¡Valentina!

Esme se calla y queda totalmente fría. Miro por el balcón hacia el primer piso, ahí está mi madre mirándome fijamente.

Decido bajar, mis manos sudan mientras me acerco más a ella.

—¿Qué sucede mamá?

Ella no me contesta, sólo camina hacia el comedor. Esme y yo la seguimos, nos sentamos. La cocinera nos sirve el desayuno.

En la mesa se encuentra mi padre, mamá, el abuelo y el señor Pimentel. Todos comen sin decir ni una sola palabra, el único ruido que se escucha son los cubiertos moviéndose en sobre platos. No tengo apetito, pero como sólo para no llamar de ninguna manera la atención.

De repente, llega Manuel al comedor y me siento increíblemente asfixiada. Toma asiento junto a mí, como todos los días, pero este a diferencia de cualquier otro, no me saluda.

Observo al chico, tiene la mejilla de un tono violeta que oculta muy bien con maquillaje, una venda en el labio, ceja y frente, los nudillos enrojecidos, raspados y de alguna forma, creo que esos golpes no son sólo por la pelea con Michel.

El silencio es espantoso, una puta tortura. Nunca lo había pensado, pero a veces el silencio puede ser mucho peor que el ruido. Desearía que hubiese ruido, que mi madre me gritara y Manuel después, y luego mi padre me castigara o algo así, como normalmente sucede en cualquier familia y que luego dentro de unos meses, todos se olviden de los que sucedió.

Pero en esta familia, las cosas siempre son más que eso. Sé lo que está sucediendo, no me hablan porque jamás pierden la compostura, porque sienten que el orgullo ya les ha llegado demasiado bajo y cuando me pidan explicaciones, será únicamente para puntualizar que perderé uno por uno cualquiera de mis privilegios.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora