CAPÍTULO 20 - INOCENTES

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Juliana's POV

No es primera vez que voy a clases ebria. En ocasiones anteriores, donde terminaba una fiesta a las 7:30 y a las 8:00 tenía mi primera clase, siempre pude manejar la situación, pero hoy es más serio, porque no sólo estoy ebria, sino que también confundida. Entro a Filosofía con un abrigo de gorro e intento refugiarme en él toda la clase. Pude haber pasado la ebriedad en la comodidad del cuarto de Gunter, pero entré en pánico.

En realidad, no quise cagarla, se veían demasiado tentadores los labios de Valentina Carvajal, pero no me perdonaría a mí misma por intentar entender lo que me pasa ebria. Si la voy a besar, quiero que sea en su sano juicio.

Entonces, fueron cinco putas horas de clase, hasta que a la última ya me pude sentir más o menos bien. Esa cerveza es demasiado espantosa, siento que quiero dormir una eternidad.

Entro a la clase de Historia y encuentro a Valentina Carvajal en el fondo del salón, mirando fijamente la ventana. No tengo ni idea de qué podría decirle, se ve bien, supongo que ella no tuvo que aguantar la embriaguez despierta y disimularla todo este tiempo. Durante toda la clase, lancé miradas en su dirección, pero no quitó la vista de la ventana, ni un solo segundo.

¿En qué estará pensando?

Tal vez está arrepentida y busca formas de decirme que nuestra amistad no debe continuar. Eso me pone muy nerviosa, creo que estoy preparada para un rechazo, pero no para perder a mi amiga, la primera que tengo, en realidad.

—Muy chistosa, Juliana. —aparece Luciano a mi lado, cuando sólo faltaban cinco minutos de clases. —¿Sabes la putada que fue sacar mi moto de ese agujero?

—Te lo buscaste por cobarde. Casi nos descubren por tu culpa, idiota. —le doy un golpe en el hombro. —Tuve que pasar toda la noche con Delgado en un cuarto diminuto, dentro de la casa del alcalde. Me duele mucho el cuello.

—¿Ese idiota te hizo algo? —su expresión se vuelve muy severa.

—No, para nada.

—Juliana, dime la verdad. Si él te hizo daño, lo mato. —tomo una de sus manos para que se calme.

—Todo lo contrario, fue muy amable, lo juro. Aunque no lo creas, es muy buena persona. —por mi mente pasan los recuerdos de anoche cuando Delgado me contaba sus historias. Me terminó cayendo muy bien.

—Eso no lo cree nadie. Es un idiota aquí y en China. —el timbre suena.

—¿Sabes? No voy a discutir contigo. Tengo que ir a casa y tomar una ducha. —le digo antes de levantarme. Él me sigue hasta la puerta de la escuela.

—Juliana, escucha. Las cosas no han estado bien entre nosotros, pero... —decido detenerme para escucharlo. —Quiero a mi amiga de vuelta y...

—Diablos, Luciano. ¿Puedes dejar de decir tantas estupideces? —lo interrumpo. No entiendo por qué justo ahora me siento muy fastidiada y tengo ganas de solucionar todas las mierdas de mi vida de una vez por todas. —¿A tu amiga de vuelta? Eso es lo único que no quieres, que seamos amigos.

Doy un paso fuera de la escuela, pero él me detiene.

—Sí, tienes razón, lo acepto. Odio no poder llamarte de otra manera, pero lo digo en serio, Juliana, odio no ser tu amigo. —toma una de mis manos. —Vamos al festival de WeiBull, es mañana, es escuchar estupideces de políticos y comer gratis...

Me da una sonrisa esperanzadora. Desde pequeños siempre hemos ido juntos al festival de WeiBull para reírnos de la gente y hacer bromas. Aunque me moleste que este año esté más esperanzado que nunca en tener una relación conmigo, es imposible negarme a nuestra pequeña tradición.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora