CAPÍTULO 68 - COLISIONES ESPACIALES

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Valentina's POV

—Eres como la hija pródiga volviendo a casa. —dice Juliana, mientras conduce. —Y yo una secuestradora regresando su princesa cautiva.

Pasamos por el Bosque de Pinos, a mí siempre me gustó ese lugar. Recuerdo que Juliana me empezaba a atraer cuando me llevó por primera vez.

Inconscientemente, ese día el panorama me hizo comprobar que no era sólo una chica linda entre un montón de gente decepcionante.

Mi novia es, más allá de descripciones superficiales, una persona mágica, de esas que pueden volver cualquier cosa maravillosa, que con su sonrisa tiene la capacidad de cambiar el mundo, abrir la mente, ocasionar derrumbes, colisiones espaciales, cambio de estaciones.

Y si alguien me contradice, al menos argumentaré que a mí sí me provoca aquello.

—Te amo. —me aferro a su cuerpo.

Llegamos a la primera casa, la primera señal de transito dañada con spray de pintura. Huele a bosque, no se siente como volver a casa después de un largo viaje. La verdad no.

Pasamos dos calles sin mucha gente, y luego llegamos a la calle Lauren. Juliana murmura que no sabe en qué momento detenerse. A lo lejos una gran construcción victoriana se deja ver entre la niebla. Mi casa, la que era mi casa.

Es un día lluvioso, siempre hay días lluviosos en WeiBull. El frío que hace no es algo que se olvide, pero el miedo de encontrar a alguien conocido es nuevo para mí.

Seguimos hasta el parque más cercano, nos detenemos. Ha sido un largo viaje.

—Desde que tú no compites en carreras, prometí no volver a este pueblo. —dice Delgado deteniéndose junto a nosotras, él lleva el equipaje. Me sorprende como nos las arreglamos para cada vez tener menos cosas.

Yo bajo. Juliana apaga la moto. Ella se quedó viendo las casas victorianas que no han cambiado en absoluto y por un momento me imagino volviendo cuatro meses en el pasado.

Lo más seguro es que si llegamos a la casa de... mi padre, que ahora suena como un lugar ajeno a mí, ellos busquen una explicación, porque generalmente cuando la gente se pierde a propósito y vuelve, tiene una buena explicación.

—Bueno, ¿y ahora qué? —pregunta Delgado.

—Okey, no vamos a perder el tiempo. —espeto. —¿A mi... casa... o a la tuya?

—Mierda, qué fuerte todo. —Delgado se pasa las manos por la cara.

Ella baja de la moto y se estiró, de seguro hoy será un largo día. Me empieza a dar mucho frío porque llevo un abrigo ligero.

Juliana lo nota y se acerca para abrazarme «Estás temblando, y mira...» toca mi nariz «Eres un reno navideño». Le doy un beso rápido en los labios, ella mueve las cejas fingiendo que quedó embobada con el beso. Sonrío.

Pero entonces veo a un hombre pasar cerca de nosotras y nos mira fijamente.

Ruedo los ojos, ya lo había olvidado, esto está mal visto. Ella, que no lo nota, se queda un rato arreglando mi cabello todo desordenado.

—Cuidado, que alguien nos mira. —murmuro.

Juliana observa al tipo, que parece no tener la capacidad de disimular.

—¿Lo conoces? —niego. —Ya olvidaba como eran las cosas por acá.

Se aleja y busca un abrigo en el equipaje para mí. Hay gente que viene y va por las calles, no reconozco a casi nadie.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora