CAPÍTULO 12 - ANILLOS

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MARATÓN 2/3

Juliana's POV

Robar un libro o cualquier cosa es relativamente sencillo, pero sólo si sabes el arte de pasar desapercibido, lo cual es un problema para Valentina Carvajal.

«Lenta y con total naturalidad, como si tu presencia tuviera el mismo valor que tu ausencia». Le dije a Valentina antes de lanzarla a la estantería más cercana a la puerta de la salida. Debe estar ahí un buen rato como acomodando los libros mientras yo hablo con la bibliotecaria, ya que no tenemos mochilas ni nada en que llevar el abultado libro y es razonablemente grueso como para meterlo en nuestros pantalones o camisa. Había un solo movimiento que nos daría la victoria. Hay dos obstáculos, la bibliotecaria y una cámara de seguridad.

—¿El viernes hasta qué hora está abierto? —pregunto actuando como si de verdad me importara la respuesta.

Valentina tiene el libro en su mano izquierda, justo cuando la mujer me responda debo girarme, la chica se va a acercar a la recepción y en esa milésima de segundo en que vamos a pasar muy cerca la una de la otra, ella pone el libro en mi abdomen y yo salgo en un ángulo donde la cámara no alcance a ver lo que tengo.

«A las 9» me dice la mujer. Doy las gracias, me giro, me pasa el libro. Valentina empieza a hablar con la mujer y yo salgo rápidamente. Dos calles más adelante espero a la castaña con el libro de título "Aglow" en mis manos.

—Casi me desmayo. —dice ella cuando se reúne conmigo. —Te debo una.

—Sí, me debes una.

Le doy una media sonrisa, veo un tono rosa en sus mejillas. Caminamos hasta su casa hablando de películas sobre libros y de por qué Luciano le gritó "Pringado" a su padre el domingo. Me puse muy nerviosa porque claramente ella cree que yo fui la que lo dijo.

—Entonces el alcalde cree que Luciano y yo somos unos pandilleros. —suspiro.

—Mi padre cree que son un montón de jóvenes sin educación, suena mejor. —me corrige Valentina.

—Si algún día él va a las carreras de motos, nunca volverá a pensar en prohibirlas. —la chica deja de caminar y me observa.

Me acabo de dar cuenta de que Valentina Carvajal tiene la manía de no poder caminar y decir cosas serias al mismo tiempo.

—¿Cómo son las carreras de motos? —pregunta ella. Lo pienso por un segundo.

—Son como tomar treinta tazas de café y luego tener sexo. —me sonrojo porque ella se ríe. —Demasiado para el corazón, pero genial.

Llegamos a su casa y qué maldito palacio. Paredes en gris elegante y varios detalles en negro y plata. Desde afuera parece como esas utopías de la casa en la que todos queremos envejecer. Un hombre que parece tener la misma edad de Gunter saluda a Valentina, tiene una placa en el pecho que dice "Saúl" y una camisa bordad con el singular apellido "Carvajal". Pude haberme olvidado de tanta magnificencia hace unos minutos mientras hablaba con ella sobre cosas mundanas, pero sólo basta con escuchar el sonido de una fuente enorme en el patio delantero de su casa para recordar que Valentina Carvajal no es cualquier ser humano. Ya lo tengo más que claro, pero me alarma como a veces lo olvido por completo.

—Nos vemos mañana. —se despide y acerca su mano para tomar el libro que está en la mía. El contacto repentino casi me hace soltar el libro. Mis pupilas se dilatan y creo que ella nota también aquella sensación.

—Adiós, Valentina Carvajal.

***

Llego a la casa lanzándome al sofá y suspirando con fuerza.

PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora