Juliana's POV
Voy a admitir que todavía me siento extraña cuando camino de la mano con Valentina por la calle, y es que aún, en el lugar más liberal del mundo, siento miedo de ser señalada. La presión social es una putada, es casi psicótica, sólo hace falta que te digan una vez «Eso está mal» para que el resto de veces lo pienses dos veces para hacerlo o incluso no lo hagas.
A la larga, justo ahora estoy saliendo del consultorio de un terapeuta, los perjuicios sociales son una mierda, pero en este momento de mi vida ya no importan tanto. Concluiré: Uno es verdaderamente libre cuando deja de sentir vergüenza de sí mismo.
— No sé cómo sentirme al respecto de esa camisa. — dice Valentina, mirando de reojo mi musculosa.
Hace calor, me gustan las camisas que dejan ver mucha piel, específicamente unas que tiene Howard en su tienda con mensajes muy bizarros. La que llevo dice «My body is your party» y está rasgada intencionalmente.
— ¿Te gusta? — La chica me da una sonrisa rápida.
Cruzamos otra calle caminando en dirección a la casa de Delgado. Recién salimos de terapia y siento algo nuevo con respecto a mi vida amorosa.
Es extraño, porque fue la rutina de siempre, la terapeuta averiguando cosas. Esta vez al ver a Valentina, le preguntó «¿Eres su hermana?», ella negó con la cabeza y avergonzada no especificó nuestra relación, simplemente fue una espectadora que me intimidó muchísimo.
Sería un descaro decir que aún somos novias, pero ¿cómo especifico lo que somos? No puedo simplemente preguntarle y ya, es ahí donde tengo mi gran discusión del día.
Estoy muy enamorada, pero también perdida y temeraria. Justo en el momento en que tomamos una ducha, después de amanecer medio desnudas en el sofá de Howard, todo el bueno rollo volvió a hacerse complicado. Quiero besarla, pero no sé cómo acercarme. Existe una tensión omnipresente.
Sólo me ha tomado de la mano un par de veces para cruzar la calle porque es una maldita protectora y yo encantada me dejo guiar, pero llegamos a la siguiente acera y siempre la suelta repentinamente.
— Tendré que conquistarte nuevamente. — comento cuando al fin consigo el valor para decirle que quiero que todo vuelva a la normalidad.
Ella se detiene de repente en el camino y me mira con una media sonrisa, me pongo un poco nerviosa.
— ¿Quieres helado? — pregunta entrando rápidamente a una tienda, ignorando por completo mi comentario.
La sigo. Son helados de yogurt, pedimos y nos sentamos en una mesita dentro de la tienda. El helado realmente no me interesa, porque toda mi atención se concentra en ella y su interesante destreza para meter la cuchara llena de helado en su boca. Tiene unos labios que, por Dios, necesito aire.
— Vainilla. — señala mi vasito. — Demasiado habitual.
La miro directamente a los ojos, sin delimitar, buscando su atención, que consigo fácilmente.
— No tengo mal gusto. — respondo.
— Pedir el primer sabor que se te ocurrió, sí lo es. — contrapone.
— Con tantos sabores buenos, pedir vainilla es casi arriesgado. — argumento.
— No busques excusas para tu mal gusto. — me hace gracia, pero ella parece seria.
Entonces saco una cucharada de mi helado y la dejo suspendida en su dirección.
— Está delicioso, tengo muy buen gusto. — acerco la cuchara a ella, que con desconfianza abre la boca. — Y no hablo del helado. — agrego. La chica come de mi cuchara, disimulando una sonrisa.
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PROHIBIDO (ADAPTACIÓN) - JULIANTINA
RomantizmJamás fueron especialmente buenas en el amor y descubrir nuevos secretos sobre ellas mismas las hará aventurarse en las profundidades de lo prohibido. Esta historia es una adaptación. Originalmente escrita por iPhary (Autorizada por ella)