Capítulo 3

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Matthew

—Matthew vuelve a ayudar a desempacar las cosas. —Exclamó mi querido hermano detrás mío regañándome.

A pesar de ser un año más chico era más responsable y más pesado.

—No me digas que hacer —respondí fastidiado.

—Entonces ven a hacerlo sin que te lo pida.

—Eres un molesto, ya voy.

— ¿Vigilas a alguien?

Sonreí.

—Acabo de encontrar algo interesante.

—Deja de hacer de todo un juego. —Mi hermano resopló.

No contesté y seguí leyendo.

Los juegos eran mi cosa favorita, sobre todo si incluían personas. Verlas en sus distintas facetas, ver lo falsas o genuinas que pueden ser con uno. Ver sus debilidades, la manera de entrar a sus mentes y manipularlos. Era divertido y lo que Madeline había iniciado parecía ser aún más prometedor al mostrarse de una manera que parecía no ser la que ella siempre mostraba hacia las personas.

Su verdadera forma de ser.

Ten cuidado Madeline.

Ten cuidado Madeline

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Madeline

Entré de vuelta a mi apartamento, ese día había entrado y salido demasiadas veces para mi gusto. Mis ojos se enfocaron en que no había guardado las cosas que había traído así que lo guardé rápidamente dejando a la vista la manteca, saqué de la alacena unas galletas de salvado y ese fue mi almuerzo improvisado.

Con algo de hambre aún luego de comer, tomé una manzana y me tiré en el sillón, involuntariamente intenté prender el televisor olvidando por completo que se había cortado la luz. Después de muchos intentos absurdos recordé que no se iba a prender, era bastante despistada con algunas cosas.

Sin televisión, sin Internet, ni computadora para escribir ya que no había cargado su batería, quedaba la lectura, no me quejaba, pero como no había sacado ningún libro de la biblioteca o había comprado uno nuevo, solo me quedaba releer alguno que ya me sabía de memoria, tomé uno al azar y me tiré en la cama a leer. Era de misterio y aunque ya me sabía el final, la trama me seguía atrapando.

Cuando el sol comenzó a bajar y no podía seguir leyendo en la oscuridad se me ocurrió levantarme para ver si la luz había vuelto y afirmativamente así era. Sin embargo, al leer libros si me atrapaba y no era tan largo no paraba hasta terminarlo así que volví a leer hasta llegar al final.

Lo terminé y aunque era la tercera vez que lo leía seguían quedándome dudas y cosas sin entender, así que mientras estaba haciendo la cena me puse a pensar en que podría haber pasado con algunos personajes, darle un final alternativo o hacer teorías innecesarias ya que se resolvieron, sin embargo, a mí me faltaba algo, así que, aunque no hubiese una segunda parte mi mente se la creaba sola.

Me hice unos fideos con salsa de tomate y mucho queso, y acomodé la mesa frente al televisor mientras tarareaba la canción Mirrors de Justin Timberlake, me senté, me puse una película y comencé a comer.

En eso se basaban mis días, levantarme ir a la tienda si era necesario, desayunar, almorzar, pasarme la tarde leyendo, escribiendo o viendo Netflix, cuando no salía, y luego llegaba la noche, el momento donde volvía a comer viendo alguna película o serie hasta quedarme dormida a veces llegaba a ir a la cama, a veces simplemente me dormía allí en el sofá como ese día.

Al día siguiente me desperté con un fuerte dolor de cuello, me moví lentamente tratando de levantarme y todos mis huesos sonaron, era una chica de diecinueve años, pero mi espalda y mi cuello decían otra cosa. Me hice sonar el cuello con suma delicadeza ya que no quería un accidente más estando sola mientras que nadie podría enterarse; y me dirigí al baño.

Me lavé el rostro, mi cara de dormida era impecable además de la ropa toda arrugada que no me había sacado desde la mañana y mi pelo desordenado, a pesar de todo sonreí al espejo como decían que debíamos hacer. Luego me fui a buscar un vaso de agua mientras me estiraba y bostezaba, tomé algo y comencé a preparar el desayuno.

Me hice un café, me senté en un asiento que tenía en el balcón mientas observaba el sol y el viento me pegaba en la cara, comí unas galletas que había agarrado de la alacena, abrazándome a mí misma. Era hermosa la vista del lugar y con el sol de la mañana era aún más linda, tomé mi teléfono decidida a sacar una foto cuando escuché algo más arriba.

—Linda luz da en el balcón, ¿por qué será que habrás bajado a la escalera a leer? —escuché decir a alguien de quien no reconocía la voz.

Inmediatamente, me paré en mi asiento para escuchar, como vecina poco chusma que era.

—No tengo por qué responder eso —contestó otra voz que ya conocía, era la del vecino nuevo, creo que había dicho que se llamaba Matthew.

—Matt, a mí no me engañas.

—No me llames así —la frialdad con la que hablaba me exasperaba por alguna razón.

—Bien, hermano- espetó con sequedad el otro—. A mí no me engañas.

Parecía que la conversación había quedado allí porque no hubo respuesta por parte del otro chico así que me bajé del asiento sin hacer ruido y volví a admirar el paisaje pensando en lo que acababa de escuchar.

¿Por qué el joven que no conocía estaba acusando a Matthew de algo?

Todo en él me intrigaba, su manera de quedarse en silencio pareciendo que había salido de las sombras, la frialdad en sus ojos, su atractivo natural que tenía un aire a chico malo que podía enloquecer a cualquiera, pero no a mí, a mí me generaba curiosidad, parecía tener dinero así que me preguntaba ¿qué hacía un chico como él allí? Debía haber alguna explicación...

El timbre me volvió a la realidad, me levanté y fui a ver quién era, me fijé por la mirilla y vi que era alguien a quien definitivamente no me esperaba encontrar. Allí del otro lado de la puerta se encontraba el chico en el que estaba pensando antes como si lo hubiese invocado por arte de magia, allí estaba Matthew.

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Los quiero

Insane✔ [Dementia #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora