Capítulo 38

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Me solté de mi madre y me incorporé nuevamente, la observé unos segundos a los ojos, ya no tenía esa mirada perdida de cuando yo era pequeña, realmente se había recuperado

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Me solté de mi madre y me incorporé nuevamente, la observé unos segundos a los ojos, ya no tenía esa mirada perdida de cuando yo era pequeña, realmente se había recuperado.

— ¿Por qué no te has ido de aquí?

—Me siento segura, aquí no cometo idioteces, además tengo a un amiguito que cuidar. —Sonreí ante esa frase.

— ¿Ya no lo has vuelto a hacer?

—He estado sobria desde la última vez que me visitaste y no he intentado acabar con mi vida desde hace tres años ya.

—Estoy orgullosa de ti, mamá.

— ¿Y tú? —preguntó y dejé de mirarla.

— ¿Puedo verlo?  —evité responderle.

Ella asintió y se levantó pasándome por un lado para avanzar por un gran pasillo, iba saludando a aquellas personas que conocía, a todos. Sonreía como hacía tiempo no la había visto hacer.

Su vida había sido dura, cuando yo era pequeña, luego del incidente, había comenzado a beber de manera compulsiva, alguien más me tuvo que cuidar por ella ya que no se encontraba en condiciones de hacerlo. Había intentado suicidarse tres veces cuando decidió internarse, primero había intentado con sesiones que no resultaron terminando con vivir permanentemente allí donde me encontraba en ese momento, rodeada de personas que la cuidaban y sin ver a su hija crecer.

Yo no la había visitado mucho, por miedo, por decepción, por los malos recuerdos o simplemente por no querer verme reflejada en ella porque así lo sentía. Nunca hablaba de mis problemas, sin embargo, sabía que me parecía mucho a mi madre, aunque no quisiera admitirlo.

Pasamos por un arco de cemento alto que daba a un gran patio, allí varios animales correteaban y jugaban con sus dueños. Con la mirada comencé a buscarlo, pero no hizo falta ya que mi madre chifló haciendo que un ovejero alemán levante su cabeza para encontrar la fuente de ese sonido, en cuanto me vio sus ojos se iluminaron y los míos se pusieron vidriosos, corrí hasta él y él hacia mí. Me saltó como siempre que me recibía solo que esa vez me tiró ya que estaba mucho más grande que antes, le rasqué la cabeza y la besé con amor, mientras sentía como me lamía todo el rostro. Luego de ese bello reencuentro, mi madre le lanzó una pelota para que la corriera y ambas nos sentamos en un banco de madera de allí.

Observé a mi viejo compañero y esperé a me trajera la pelota para volvérsela a tirar.

— ¿Qué piensas?

— ¿Respecto a qué? — pregunté.

—Lo que me has contado, sospechas de alguien, ¿cierto? No creo que estés aquí para preguntar si yo sé, porque no tengo idea.

—Sospecho de una persona.

—Habla —me instó a continuar mi madre.

— ¿Recuerdas el piso doce? ¿Ese en el que dicen que alguien se volvió loco por lo tanto nunca fue habitado?

—Claro que lo recuerdo, estabas muy entusiasmada con la idea de vivir en ese mismo edificio.

—Bueno, alguien comenzó a vivir allí, dos hermanos. Que desde un principio no me parecía que encajaran allí, tenían dinero eso era notable...—me frené inconscientemente.

—Continua.

—Desde que ellos se mudaron las cosas comenzaron a complicarse, empezaron a suceder los de los secuestros, suicidios, homicidios. Pienso que uno de los dos es el culpable de todo lo sucedido, si es así, tengo a un Ángel de la Muerte en el edificio madre.

— ¿Nombre?

—Matthew Hendrix, es un joven misterioso, cualquiera diría que es solo un chico que quiera aparentar para llamar la atención. El típico chico malo del que las personas se enamoran en películas o historias. Sin embargo, yo puedo ver más allá de eso y él me lo permite ver, no es como el resto, no es como su hermano, ni como yo; no se esconde, si es un monstruo, se dejaría ver ante los demás.

—Pero debe haber algo más ¿cierto?

—Es muy inestable, impulsivo.

—Entonces tiene una debilidad, ahora debes averiguar cuál es. —Apuntó mi madre sin verme ya que le estaba lanzando otra vez la pelota a Sirius.

—Por primera vez no estoy segura de quien es alguien y me molesta.  —Ellie, así era el nombre de la mujer junto a mí, sonrió.

— ¿No sabes o no quieres saber?

— ¿A qué te refieres?

— ¿Ese chico te atrae, Madeline?

—Que tonterías dices.

—Como si no te hubiese parido.

—No has estado conmigo, ni siquiera sabes cómo me veo cuando un chico me atrae.

—Hablando de eso ¿y Lucas?

Ella sí sabe.

—No es el chico dulce que pensaba que era.

—Te lo dije.

Una vez hacía mucho tiempo hablando, ella me había dicho que Lucas escondía algo tras esa cara angelical y antes me negaba a verlo, por más que tuviera razón.

—Lo sé.

—Ten cuidado hija mía, la última vez que viniste aquí...

—Recuerdo madre, como si fuera ayer. —Ella me ojeó con preocupación y se abalanzó a abrazarme.

—Sé que no he sido la mejor madre, sé que no he estado en los momentos que debía, sé que cuando ellos se fueron sufriste y yo no te ayudé con eso, solo lo empeoré. Pero prométeme que a partir de ahora sabrás que me tienes a mí, que sabrás que puedes venir a hablarme de tus problemas, tus romances, tus logros, lo que sea.

—Lo prometo madre —me separé besando su frente, ella sollozó y se incorporó como pudo para acompañarme a la salida.

Saludé por última vez a Sirius quien movía su cola enérgicamente y salí del lugar.

Con todo dando vueltas en mi cabeza me dirigí a un lugar desolado para despejarme y pensar con claridad sobre lo sucedido.

Había acusado en voz alta a Matthew Hendrix cosa que ya había estado pensando, pero no me atrevía a revelar. Todo lo que le conté a mi madre sobre lo que pensaba era cierto, él era alguien a quien no esperaba en mi vida, justamente era de los tipos de persona que había querido alejar.

Mi mundo antes de mudarme a ese edificio era distinto, algo oscuro, desorientado, sin mucho sentido. Mi vida era un hilo que se podía cortar en cualquier momento, las buenas compañías eran lo que me mantenía a flote sino probablemente no estaría allí en ese momento, seguí pensando hasta que un estruendo hizo que reaccionara.

Corrí buscando lo que acababa de provocar eso y encontré una casa en la que los vidrios se habían hecho añicos.

El Enmascarado.

Mis ojos comenzaron a analizar el lugar, cuando lo vi. Tenía una capucha negra que tapaba su cabello y una máscara negra que impedía ver claramente su rostro. Se mantuvo quieto simplemente observando. Quería saltar y arrancarle esa mascara revelando su identidad, no obstante, mi parte coherente ganó haciendo que echara a correr, alejándome lo más posible del peligro.

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Nota de Autora: Corre Mads, corre. 


Insane✔ [Dementia #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora