El mundo desde que nací era particular. Solo soy un chico, recorro estas calles mirando atrás y adelante, perseguido por tratar de sobrevivir, el corazón me late más fuerte de lo que mi tórax soporta, llego a mi casa oscura y solitaria, me dirijo al espejo me veo y le limpio la cara, trato de quitarme con agua y jabón la sangre de los que recaen a mi, la desesperación me corroe, tallo y tallo y lo único que veo es mi piel enrojecido, trato de quitarme el odio como el alquitrán sobre mi piel, oscureciendo todo lo que toca, escuche la puerta venir abajo y otros 5 chicos como yo, me masacraron a disparos, la oscuridad me rodeo, subí hasta el espacio y bajé hasta el infierno, mi cuerpo y todos mis huesos se destrozaron, mi piel comenzó a arder y crecieron dos cuernos en mi cabeza, mis manos eran garras y me levanté viendo como lobos más grandes que montañas me cazaban, salí corriendo hasta el borde, vi montañas de roca ardiente y lava fundiendo gente, gritando desesperados, volteo y ese lobo sigue cazándome, doy un grito y me pongo firme con una estalactita de azufre como arma, el ruge como carbón quemándose y corre hacía mi, pensó que tendría miedo, pero dentro de este muladar ya no tengo miedo, muerto ya estaba y ardiendo lo estaría pronto, de su boca salen cenizas ardiendo y sus dientes están hechos de roca volcánica, da una mordida y me lanzo al vacío, me clavo en una pared y lo veo caer, sus ojos llenos de ira y sus garras tratan de alcanzarme otra vez, me despedí del Canserbero que ahora yacía fundido en la lava, escalé hasta la cima de la isla en la que me encontraba y a mi encuentro llegaron otros 4 jinetes, sobre caballos, blanco, rojo, negro y bayo, me atacaron los cuatro al mismo tiempo, sus flechas destruyeron el piso que me rodeaban, ni si quiera eso me detuvo, salte y me sostuve del risco, y el caballo negro, y su jinete puso su espada en mi mano, mis músculos se deshicieron y me convertí en una calavera negra con los ojos en llamas, el caballo puso su pesuña sobre mi mano y en contra de todo pensaron que me habían eliminado. Tome la otra del caballo y la arrastre hacia mi tumba, el jinete se sostuvo de mis huesudas manos, con la espada entre nosotros dos, nos solté cambiando la mano y con la espada en la clave en tierra firme, los jinetes me observaron, el caballo rojo con una armadura corrió a hacia mi y el jinete me disparaba flechas que se transformaban en varias, una atravesó mi cráneo y caí al piso, y su caballo puso su pata sobre mi, me miraron sus ojos, llenos de espadas sangrientos, tomé mi espada y la enterré en el pecho de su caballo que murió tirando a su jinete, el banco me ataco con su hacha, yo con la misma flecha en mi cien atravesé al jinete de ojos ensangrentados y le atravesé el pecho, tomé su arco y mi cuerpo se convirtió de hierro, el de color bayo me ataco con su látigo convirtiendo mi cuerpo en carne necrotica, pero tomé el látigo, tire a su portador, masacre a su caballo con el arco del rojo, y tomé su cuello y lo rompí, el látigo ahora me pertenecía, y el jinete blanco me trató de embestir, azote a su caballo con el látigo u lo convertí en pura carne muerta, cayo con la elegancia de un rey, empuñó su hacha, y donde azoto el piso se convirtieron en grietas, disparé con el arco, y rompió todas la flechas, blandí la espada y contra ataco, su hacha y mis armas estaba en el suelo, y al mismo tiempo, en la mina dirección, unimos con nuestros puños, con un sonido de campanas funebres, me convirtió en un anciano, pero mis ojos estaban llenos de vida, con todas mis fuerzas lo empujé hacia el abismo. Con las armas me había convertido en un alma inmortal, detrás de mi una voz se formó, era el señor del infierno, lo golpeé con el hacha y esta se hizo polvo, lo azote con el látigo y este se incendió, lo taje con la estaba y está se incendio, le dispare con flechas y arco y estas se convirtieron en plomo, el seguía ahí, la única forma de ganar, era no pelear, me quede quieto, y el me ataco, me quemo, me desnutrió, me envejeció y me hizo sufrir, sobreviví, impasible, hasta que mi piel comenzó a crecer alrededor de mi, cada castigo que me daba me revivía un poco más, mi cabellera creció de nuevo, me eleve en el cielo, el Canserbero salió de las llamas, los jinetes de la muerte, la guerra, el hambre y la conquista se reformaron, y el señor del infierno, se inclinó ante la luz que me llevaba, desperté en los cielos, y pude ver la tierra desde encima, después el infierno finalmente el espacio, escuche una voz que no lo parecía, me dijo que eligiera, pregunte el porqué y comenzó:
"El mundo cuando fue creado, aparecieron anomalías, fragmentos de los dos creadores del universo, ambos los consideraron amenazas, los llevaban a sus reinos, uno que los castigaban, y otros que mandó su representación solo para hacerse más poderosa, pero los dos mataban lo que eran, pensaban que los podrían matar pero siempre sobrevivían, sus almas inmortales tenía más voluntad, tienes que elegir, si eres el poder que reina las tinieblas, o el que gobierna en el cielo, olvidarás lo que eres, lo que fuiste, o, puedes explorar este universo, gozar, sentir todo, pero una vez que mueras, te convertirás en el universo"
Y de nuevo, viví.
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Silent words
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